La iluminación con el aroma del Zen
Entre el dhyana (meditación) búdico y el taoísmo chino surge el «Aroma del Zen», la posibilidad de alcanzar la iluminación sin crear falsas ilusiones.
BODHIDHARMA
BODHIDHARMA Y LA ILUMINACIÓN
No crear falsas ilusiones es la iluminación.
Bodhidharma, monje budista, se habría trasladado de India a China alrededor del año 520 d.C. La tradición le considera el introductor del Zen en China. Con él se fue produciendo la fusión entre el dhyana (meditación) búdico y el taoísmo chino, surgiendo así lo que se ha llamado el Aroma del Zen, la posibilidad de alcanzar la iluminación en la más estricta vida cotidiana. Se desconoce con certeza el fin de Bodhidharma, unos dicen que fue envenenado por monjes competidores; otros que fue ejecutado; otros que marchó a pie otra vez a la India.
La selección que ofrecemos proviene de: Bodhidharma...
VER LA NO MENTE
Tratar de encontrar un buda o la iluminación es como tratar de coger el aire.
El aire tiene nombre pero no forma que pueda cogerse y ponerse en el suelo, y ciertamente no se puede aprehender. Mientras busques en otra parte, nunca podrás ver que tu propia mente es el buda. Todo lo que tienes que hacer es ver tu propia naturaleza. Vida y muerte son importantes, no las sufras en vano.
Tu propia naturaleza es el buda. Y el buda es la persona que es libre: libre de planes, libre de preocupaciones. Si no ves tu propia naturaleza y no haces más que dar vueltas todo el día buscando en otra parte, entonces nunca encontrarás un buda. La verdad es que no hay nada que encontrar. Nuestra naturaleza mortal es nuestra naturaleza búdica. No hay buda más allá de esta naturaleza. El buda es nuestra propia naturaleza. No hay buda separado de esta naturaleza, y no hay naturaleza separada del buda.
Un buda es una persona despreocupada. No va por ahí persiguiendo fama y fortuna.
La capacidad de la mente es ilimitada y sus manifestaciones son inagotables. Ver formas con los ojos, oír sonidos con los oídos, oler olores con la nariz, probar gustos con la lengua, todos los movimientos o estados son siempre tu mente. En cada momento, allí donde no llega el lenguaje, ésa es tu mente.
Buda es una palabra sánscrita para lo que llamas Despierto, milagrosamente despierto. Responder, percibir, arquear las cejas, parpadear, mover las manos y los pies, todo ello es tu naturaleza milagrosamente despierta. Y esta naturaleza es la mente. Y la mente es el buda. Y el buda es el Camino. Y el camino es zen. Pero la palabra Zen es un rompecabezas tanto para los necios como para los sabios. Ver tu naturaleza es zen. A menos que veas tu naturaleza original, no es zen.
El verdadero Camino es sublime. No puede expresarse mediante el lenguaje. Alguien que ve su propia naturaleza encuentra el Camino. El Camino no tiene forma ni sonido. Es sutil y difícil de percibir. Es como cuando se bebe agua: sabes lo fría o caliente que está pero no puedes explicárselo a los demás. El Camino se pierde al aferrarse equivocadamente a las apariencias de las cosas. La erudición es inútil y enturbia la conciencia. Las doctrinas solo sirven para señalar la mente. Una vez se ha visto la mente, ¿para qué las doctrinas?
No hay ventaja alguna en el autoengaño. Una vez que los mortales ven su propia naturaleza, cesan todos los apegos. La conciencia deja de esconderse. Pero solo puedes encontrarla ahora. Solo ahora. Si realmente quieres encontrar el Camino, no te aferres a nada. Una vez que dejas de aferrarte y dejas que las cosas sean, serás libre, incluso del nacimiento y la muerte. Lo transformarás todo, y estarás en paz, estés donde estés. La esencia del Camino es el desapego. Y el objetivo de los que practican es liberarse de las apariencias. Se dice en los sutras: el desapego es iluminación porque niega las apariencias. La budeidad significa conciencia.
Saber que la mente es vacío es ver al buda. Ver la no mente es ver al buda. Renunciar a uno mismo sin pesar es la caridad más grande.
La mente y el mundo son opuestos, y la visión aparece donde se encuentran. La verdadera visión es cuando tanto el mundo como la mente son transparentes. Y esta comprensión es verdadera comprensión. Ver nada es percibir el Camino y comprender nada es conocer el Dharma, porque ver no es ver ni no ver y porque comprender no es comprender ni no comprender. Ver sin ver es verdadera visión. Comprender sin comprender es verdadera comprensión. La verdadera visión no es solo ver viendo, también es ver sin ver. Y la verdadera comprensión no es solo comprender comprendiendo, también es comprender no comprendiendo. Si lo comprendes todo entonces es que no comprendes. Sólo cuando comprendes nada es verdadera comprensión. Comprender es ni comprender ni no comprender.
Cuando comprendes la realidad depende de ti. Cuando no comprendes eres tú quien depende de la realidad. Cuando la realidad depende de ti, lo que no es real se convierte en real. Cuando eres tú quien depende de la realidad, lo que es real se convierte en falso. Cuando dependes de la realidad todo es falso. Cuando la realidad depende de ti, todo es verdad.
Cuando la mente aparece, desaparece la realidad. Cuando la mente desaparece, aparece la realidad. Quien sepa que nada depende de nada habrá encontrado el Camino. Y quien sepa que la mente depende de nada siempre está en el lugar de la iluminación.
ILUMINACIÓN O DESPERTAR
La iluminación o el nirvana no están más allá de la mente individual.
No podemos definir nuestro estado mental original usando palabras ni letras, pero sí podemos señalarlo directamente en cada uno de nosotros para que todos podamos reconocerlo, establecernos en él y alcanzar así la iluminación suprema por nosotros mismos. El buda nos dio sus enseñanzas para ayudarnos a eliminar cualquier vestigio de pensamiento conceptual. Una vez eliminado, sus enseñanzas ya no sirven para nada.
La mente única, que es nuestra verdadera naturaleza real, es la inefable e indestructible matriz que en respuesta a las circunstancias se transforma en los fenómenos. A veces la confundimos con el intelecto y la inteligencia, que es la capacidad de manejar conceptos con el pensamiento, aunque sigue allí cuando serena no responde a las circunstancias y la inteligencia no actúa. Ocupada en la creación de objetos en respuesta a la causalidad, es imperceptible e innombrable. Si puedes reconocer intuitivamente tu estado mental original y descansar tranquila y confiadamente en su espontaneidad, estarás siguiendo los consejos que nos dieron todos los budas y tu atención fluirá naturalmente de aquí para allá sin detenerse nunca en nada.
Todo lo que constituye el mundo proviene de la mente. Aparte de esta mente, no podrás encontrar nada. Es imposible alcanzar el despertar o la iluminación fuera de la mente con la que buscas, porque ese lugar no existe ya que todo lo que hay es mente. Tu mente es tu propia naturaleza, la ausencia de causa y efecto, nirvana. Buscar la iluminación fuera de la mente es como tratar de atrapar el aire. El aire tiene nombre pero no forma. No es algo que pueda cogerse y ponerse de pie en el suelo. Nunca alcanzarás la iluminación más allá de tu propia mente, porque esa mente es todo lo que existe.
La capacidad de la mente es ilimitada y sus manifestaciones son inagotables. Todas las formas, sonidos, olores, sabores, movimientos o estados de ser son solo tu mente. En cada instante, allá donde no llega el lenguaje, está tu mente. Nuestra propia naturaleza es la mente y la mente es nuestra propia naturaleza. Esta naturaleza, esta mente, es la misma en todos los seres despiertos que nunca transmitieron más que esta mente única. No hay despertar más allá de esta mente. Pero si vives pendiente del pensamiento ilusorio, no podrás saber quién eres, no te podrás dar cuenta de que tu propia mente es tu naturaleza original y no dejarás de buscar aquí y allá haciéndote inútiles preguntas constantemente. Responder, percibir, alzar las cejas, parpadear, mover las manos y los pies, todo ello constituye tu naturaleza milagrosamente despierta. Y esta naturaleza es la mente. Y darse cuenta de ello es ver dentro de tu propia naturaleza original. Mientras sigas apegado a las apariencias y a las formas, no te darás cuenta de que tu mente es el vacío.
La verdad esencial está más allá de las palabras. Las doctrinas son palabras, pero el despertar no tiene nada que ver con las palabras. Las palabras son ilusiones. No son diferentes de los objetos que aparecen en tus sueños. No esperes de ellas placer alguno porque solo conducen al renacimiento. Recuérdalo cuando se acerque tu muerte; un momento de duda y te hallarás bajo el embrujo de los demonios. Tu cuerpo real es puro e impenetrable, pero el pensamiento ilusorio evita que te des cuenta y te hace padecer todo tipo de karma en vano. Allí donde ahora hay placer, encontrarás esclavitud. Pero una vez que despiertes a tu cuerpo y mente originales, dejarás de vivir encadenado por el apego.
Si ves dentro de tu propia naturaleza original, no necesitarás leer textos sagrados ni invocar divinidades. El saber y el conocimiento no solo son inútiles, sino que enturbian tu conciencia. Las doctrinas solo sirven para señalar la mente. Una vez que te has dado cuenta de que tu mente es tu verdadera naturaleza original, las doctrinas no tienen utilidad alguna. Entonces, cosas como el sexo se revelan como algo básicamente efímero que acaban con el breve placer que proporcionan. Aunque algunos hábitos permanezcan, ya no podrán perjudicarte porque tu naturaleza es esencialmente pura y opera como tal a pesar de morar en un cuerpo material constituido por los cuatro elementos. No puede ser corrompida.
Tu cuerpo real carece de sensaciones, no está hambriento, ni sediento, no tiene frío o calor, ni enfermedad, ni amor o apego, ni placer o dolor, ni está bien o mal, ni tiene mucho o poco, ni está débil ni fuerte. En realidad no hay nada. Estas sensaciones aparecen por causa de tu apego a este cuerpo material, pero una vez que abandones dicho apego y dejes que las cosas sean espontáneamente como son, serás libre incluso del nacimiento y la muerte. Lo transformarás todo a voluntad y estarás en paz estés donde estés. Serás un despierto aunque trabajes como carnicero, porque tu karma no te condicionará ni atará nunca más. Esta mente única no está fuera del cuerpo material formado por los cuatro elementos. Sin esta mente no podríamos movernos. El cuerpo no tiene conciencia. Al igual que una planta o una piedra, el cuerpo no tiene naturaleza. Es la mente la que se mueve.
El lenguaje y el comportamiento, la percepción y la concepción son todas funciones asombrosas de la mente. Todo movimiento es movimiento de la mente porque el movimiento es su función. No hay mente separada del movimiento, ni movimiento separado de la mente. El movimiento básicamente carece de mente y la mente es básicamente inmóvil, pero el movimiento no existe sin la mente y la mente no existe sin el movimiento. No hay mente que exista separada del movimiento, ni movimiento separado de la mente. El movimiento es la función de la mente y su función es su movimiento. Aún así, la mente ni se mueve ni funciona, porque la esencia de su funcionamiento es la vacuidad y la vacuidad es esencialmente inmóvil. El movimiento es lo mismo que la mente y la mente es esencialmente inmóvil. Básicamente, el ver, el oír y el oler son completamente vacíos. Tu odio, alegría o dolor son los de una marioneta. Puedes buscar, pero nunca hallarás nada.
De acuerdo con los textos sagrados, los actos perversos dan como resultado las dificultades y los actos bondadosos las bendiciones. Y se dice también que la gente colérica va al infierno mientras que los bienaventurados van al cielo. Pero una vez que descubres que tanto la naturaleza del odio como la de la alegría están vacías y los dejas ir, te liberas del karma para siempre. Si no te haces consciente de tu propia naturaleza, acudir a los textos tradicionales no te servirá de nada.
Renunciar a uno mismo abandonando la inteligencia, esto es el pensamiento conceptual, es el don más grande. Trascender movimiento y quietud es la mejor de las meditaciones. Los seres comunes no dejan de moverse, mientras que los iluminados permanecen inmóviles. Pero la más elevada de las meditaciones trasciende tanto a los mortales como a los iluminados. Aquellos que alcanzan dicha comprensión se liberan sin esfuerzo a sí mismos de todas las apariencias y se curan de cualquier enfermedad sin necesidad de aplicar tratamiento alguno.
Usar la inteligencia para buscar la realidad es ignorancia. No usar la inteligencia para buscar la realidad es conocimiento. Liberarse uno mismo de las palabras es liberación. Permanecer sin sensaciones es permanecer en uno mismo. Trascender vida y muerte es abandonar el hogar. No crear ignorancia es iluminación. No aferrarse a la ignorancia es sabiduría. La no aflicción es el nirvana. Y la no apariencia de la mente es la otra orilla.
Cuando ignoras tu verdadera naturaleza original, esta orilla existe. Pero cuando despiertas, deja de existir. Los mortales permanecen en esta orilla, pero aquellos que descubren su naturaleza original no están ni en ésta, ni en aquella. Son capaces de vivir en ambas orillas. Aquellos que ven la otra orilla como diferenciada de ésta no comprenden su verdadera naturaleza. Cuando ignoramos nuestra verdadera naturaleza original, hay un mundo del que escapar. Cuando somos conscientes de ella, no hay nada de lo que queramos escapar.
El movimiento no es diferente de la quietud. El sufrimiento no es diferente del nirvana, porque la naturaleza de ambos es el vacío. Nirvana significa sin nacimiento ni muerte. Cuando la mente deja de moverse, entra en el nirvana. Nirvana es una mente vacía. El lugar de la iluminación carece de ambición, de ira y de ignorancia. La ambición es el reino del deseo, la ira el reino de la forma y la ignorancia el reino de lo que no tiene forma. Cuando se inicia un pensamiento, entramos en estos tres reinos. El principio y el fin de los tres reinos, la existencia y la no existencia de todo, dependen solo de la mente. La mente y el mundo son opuestos y solo pueden verse donde se encuentran. Cuando la mente no se agita interiormente, el mundo no aparece en el exterior. La verdadera visión se alcanza cuando tanto el mundo como la mente son transparentes; esta comprensión es la verdadera comprensión.
Cuando comprendes, la realidad depende de ti. Cuando no comprendes, eres tú quien depende de la realidad. Cuando la realidad depende de ti, lo que no es real se convierte en real. Cuando eres tú quien depende de la realidad, lo que es real se transforma en falso. Cuando la realidad depende de ti, todo es verdad. Por eso el sabio no usa su mente para buscar la realidad, ni la realidad para buscar su mente. Ni su mente para buscar la mente, ni la realidad para buscar la realidad. Su mente no hace que aparezca la realidad y la realidad no hace que aparezca su mente. Y como tanto su mente como la realidad son inmóviles, mora siempre en paz.
Si deseas encontrar tu verdadera naturaleza original, no debes buscar más allá de ti mismo, porque fuera de ti mismo no hay nada. Si la mente busca la mente, nunca encontrará nada. Y aunque creas haber encontrado algo, en realidad no habrás encontrado nada. Creer que se puede usar la inteligencia para encontrar tu naturaleza original, es vivir en la ignorancia. Cuando eres consciente de tu propia naturaleza, sabes que eso que buscabas con el intelecto no existe. Y es así porque la conciencia es tu naturaleza.
Aquellos que perciben la verdadera naturaleza vacía de los fenómenos y no se apegan a ellos alcanzan la liberación, mientras que quienes solo ven su apariencia externa quedan a su merced. La liberación consiste en no padecer sufrimiento; no hay otra liberación. Cuando se aprende a mirar la forma tal como es, no se origina el pensamiento y éste no da pié a la aparición de la forma. Entonces forma y mente son puras.
Si no dejas que tu mente se transforme en pensamiento, todos tus estados mentales serán vacío y cada pensamiento permanecerá inmóvil; irás de gozo en gozo. Pero si utilizas tu mente para originar pensamientos conceptuales, todos tus estados mentales serán inestables y tus pensamientos no dejarán de moverse; irás de un infierno a otro sin fin. Sólo cuando aparecen los pensamientos hay buen y mal karma, cielo e infierno.
La iluminación proviene de la mente. La mente es el origen de la iluminación. Pero aunque la iluminación provenga de la mente, la mente no proviene de la iluminación; al igual que un pez proviene del agua, aunque el agua no provenga del pez. Quien quiera lograr la iluminación, verá la mente antes. Una vez que has visto el pez te olvidas del agua y una vez que hayas alcanzado la iluminación, te olvidarás de la mente. Si no te olvidas de la mente, ésta te confundirá, al igual que te confundirá el agua si no te olvidas de ella.
Puedes crear todo el karma que quieras, pero no puedes crear una persona. Cuando creas karma, renaces junto con tu karma. Cuando no creas karma, desapareces junto con él. Por eso, siendo el karma dependiente del individuo y el individuo dependiente del karma, si un individuo no crea karma, el karma nada puede con él.
La mente es la raíz de la que crecen todas las cosas. Si puedes llegar a comprender la mente, todo lo demás queda incluido. Es como la raíz de un árbol. Todos los frutos, flores, ramas y hojas del árbol dependen de su raíz. Si alimentas su raíz, el árbol se multiplica; si cortas la raíz, el árbol muere. Aquellos que comprenden la mente alcanzan la iluminación; aquellos que no comprenden la mente, practican en vano. Todo lo bueno y lo malo proviene de la mente. Encontrar algo más allá de la mente es imposible.
Las doctrinas solo sirven para señalar la mente, la naturaleza original, que una vez vista dejan de tener función. Cuando la epistemología mítica está en activo la función de las doctrinas no tiene final, en ningún momento se postula su desaparición. En cambio Bodhidharma presenta las doctrinas como mediación que deja de ser funcional en el momento en que se ve la propia naturaleza vacía. Las doctrinas son como barcas que se abandonan cuando se llega a la otra orilla.
EL SERMÓN DEL AVANCE
Contemplar la mente de esta forma, es comprensión.
Si alguien está determinado a alcanzar la iluminación, ¿cuál es el método más importante que puede practicar? El método esencial, el que incluye todos los métodos, es la contemplación de la mente. Pero, ¿Cómo es que un método puede incluir a los demás?
La mente es la base de la que crecen todas las cosas. Si puedes entender la mente, todo lo demás está incluido. Es como la raíz de un árbol. Todas las flores y frutos, ramas y hojas, dependen de su raíz. Si nutres la raíz, el árbol se multiplica. Si cortas su raíz, el árbol muere. Aquellos que entienden su mente, alcanzan la iluminación con el mínimo esfuerzo. Aquellos que no entienden su mente, practican en vano. Todo lo bueno y malo es producido en la mente. Encontrar algo más allá de la mente es imposible.
Pero, ¿Cómo la contemplación de la mente puede llevarnos a su comprensión?
Cuando un gran bodhisattva penetra en la Perfección de la Gran Sabiduría, entiende que los elementos de la vida y sus sombras dependen del Yo. Y se da cuenta que la actividad de su mente tiene dos aspectos: el puro y el impuro. Por su propia naturaleza, estos dos estados mentales están siempre presentes. Se alternan como causa o efecto, dependiendo de las condiciones. La mente pura se deleita de actos positivos; la mente impura pasa el tiempo pensando en causar daño.
Aquellos que no son afectados por la impureza de la mente, son personas sabias. Trascienden el sufrimiento y viven en el júbilo del nirvana. Todos los demás, aquellos atrapados por la mente impura y enredados en su propio karma, son mortales. Divagan a través de los tres reinos y sufren incontables aflicciones. Y todo porque su mente impura opaca su Yo verdadero.
El Sutra de las Diez Etapas dice: En el cuerpo de los mortales existe la naturaleza búdica indestructible. Como el sol, su luz llena el espacio infinito. Pero una vez cubierta por las nubes negras de las cinco sombras, es como una luz dentro de un frasco, lejos de la vista.
Y el Nirvana Sutra dice: Todos los mortales tiene naturaleza búdica. Pero está cubierta por oscuridad de la que no pueden escapar. Nuestra naturaleza búdica es la atención plena al presente: vivir en atención y hacer que los demás vivan en atención. Entender la atención plena, es liberación. Todo lo bueno está cimentado en la atención plena. De esta raíz de atención plena crece el árbol de todas las virtudes y el fruto del nirvana.
Contemplar la mente de esta forma, es comprensión.
ANÉCDOTAS DE BODHIDHARMA
Leyendas de Bodhidharma.
Dice la leyenda que Bodhidharma era hijo del rey Kañchipuran en el sur de la India, aunque hay autores que dicen que era persa. Llegó a la china desembarcando en Cantón, el 21 de septiembre del año 527. Otros autores ponen la fecha en 475 d. C. El budismo entró en China desde los inicios de nuestra era. En aquella época, en el 527, contaba con mil trescientos templos, treinta mil monasterios y dos millones de monjes.
A la llegada de Bodhidharma reinaba en el sur de China el emperador Leang Wu-ti. Austero, probo y humano, tenía un profundo respecto por las letras y los letrados. Honró primero a Confucio levantándole un templo en Nankín, su capital. Luego se convirtió al budismo. Terminó su vida ordenándose monje. Se explican dos anécdotas de él que ilustran el carácter de la enseñanza de Bodhidharma.
BODHIDHARMA Y LEANG WU-TI
Se cuenta que a la llegada del monje indio, el emperador quiso conocerlo. Se narra como sigue el encuentro del emperador y el monje. El emperador preguntó a Bodhidharma:
- Desde el inicio de mi reinado he construido tantos templos, he copiado tantos textos sagrados, he ayudado a tantos monjes; según tú, ¿cuál es mi mérito?
- ¡Ningún mérito!
- ¿Y eso por qué?
- Estas no son sino acciones inferiores que permitirán a su autor renacer en los cielos o en esta tierra. Todavía llevan la marca del mundo y son como sombras que siguen a los objetos. Una acción verdaderamente meritoria está llena de pura sabiduría, perfecta y misteriosa, su naturaleza real está más allá del alcance de la inteligencia humana.
- Entonces, ¿cuál es el primer principio de la Santa Doctrina?
- Nada puede ser calificado de santo en el principio que es por definición vasto y vacío.
- ¿Quién es, pues, el que tengo delante de mí?
- Lo ignoro.
BODHIDHARMA Y SENG-K'
La segunda anécdota es que un día un monje llamado Seng-k’o fue a pedirle su enseñanza. Bodhidharma no le hizo el menor caso. Desesperado, Seng-k’o se cortó el brazo izquierdo y lo ofreció ensangrentado a Bodhidharma, que consintió, por fin, impartirle enseñanza.
Evidentemente se trata de una narración simbólica para expresar que la doctrina no se entrega a cualquiera y que la determinación del discípulo debe ser extrema. Lo que Seng-k’o tenía que cortar eran todos los conocimientos que había adquirido, sus antiguas maneras de pensar, que no hacían más que obstruir el acceso directo a la verdad.
Se entabló, cuenta la leyenda, el siguiente diálogo:
- La enseñanza de todos los Buda no debe buscarse a través de otro.
- Mi espíritu todavía no está pacificado. Te ruego, Maestro, purifícalo.
- Tráemelo y lo purificaré.
- Durante años lo he buscado, pero todavía son incapaz de captarlo.
- Pues bien, helo aquí pacificado de una vez por todas.
El discípulo se quedó con Bodhidharma 6 años.