La iluminación espiritual

Albert Einstein lección # 05

POR: ALBERT EINSTEIN

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EL ARTE DE VIVIR

Para una vida plena de satisfacciones para sí mismo y para la sociedad.

Este gran sabio no solo dejó un legado científico sino también enseñanzas para la juventud que pasado el tiempo siguen vigentes; compartamos sus ideas sobre la escala de valores que es necesario mantener para una vida plena de satisfacciones para sí mismo y para la sociedad.

El valor de una auténtica conducta personal

Albert Einstein solía exhortar a que los jóvenes no confundieran la importancia de los valores éticos, que permanecen inmutables, con las novedades e impactos perecederos de cada época, a menudo impactados por la moda y lo superficial.

Este concepto, entre otros, fue resultado de sus propias reflexiones sobre la vida cotidiana y la condición humana, ya que era un hombre muy observador y tomaba buena nota de lo que veía y entendía.

Nadie, entre quieres lo admiraban y aun entre quienes lo denostaban, pudo jamás negarle a Einstein una humildad ejemplar para con su propia vida.

Algunas ideas

Este gran sabio y ser humano sabía distinguir entre la conducta de una persona y el conocimiento que ésta pudiera tener.

Sabía que hay quienes tienen conocimiento y son excelentes personas, pero también en algunos casos el saber da una sensación de superioridad que se expresa a través del intento de ver el mundo desde un pedestal imaginario.

Conceptos de un sabio sobre el saber y la ética

El creador de la Teoría de la Relatividad, dada a conocer en 1915/16, en medio de la Primera Guerra Mundial, expresó una vez que la desaparición de algunos obstáculos relacionados con los prejuicios a través de la ciencia no implicaba que se haya ennoblecido la existencia social e individual, advirtiendo que junto a esta acción negativa la búsqueda de una estructuración ético-moral de la vida en común es de importancia vital.

Esto ocurre pues la ciencia va ampliando nuestro horizonte y lo que creíamos son impedimentos en nuestro camino a una vida mejor van siendo superados.

De esta forma, el gran sabio se dirigía a la juventud, hablando sobre la necesidad de una cultura ética, explicando que en este aspecto no hay ciencia que salve al ser humano.

Además, explicó, con la sobrevaloración de lo intelectual en nuestra educación, que destaca lo positivo de la eficacia y la practicidad, ha perjudicado los valores éticos, desarrollando un tipo de mutua falta de consideración.

La escuela, legado intergeneracional

Las opiniones de Einstein sobre el perfeccionamiento ético y moral se relacionan con su opinión sobre la escuela; tienen una coherencia que es el resultado de una mente que ha trabajado en forma ordenada durante toda su vida, sin barreras ni perjuicios.

En los años de su adultez mayor, el sabio visitó Japón. Al hablar allí en una escuela a los estudiantes les pidió, entre otras cosas, que comprendieran que el aprendizaje en un establecimiento educativo es el trabajo de muchas generaciones que, en todos los países de la Tierra, se logró con mucho esfuerzo y mucha fatiga.

Por eso, sostuvo dirigiéndose a los alumnos respecto a las escuelas, las ponemos en vuestras manos como herencia, para que las respetéis, desarrolléis fielmente la entreguéis a vuestros hijos, ya que si pensáis en esto, encontraréis sentido a la vida ya a vuestros esfuerzos y podréis transmitir vuestras certeras convicciones a otros pueblos a otras épocas.

Estas expresiones muestran que la visión que Einstein tenía del mundo comenzaba en el mundo interior, el cual, desconocido para la mirada física, se fundamenta en la formación integral.

Sentir para educar y aprender

Estos pensamientos llevan a pensar, en una reflexión que se origina en la emotividad. A partir del sentimiento y de expresar lo que tenemos en el corazón, comprendemos a la educación como el camino de la realización en la vida y a la escuela como la institución que ofrece las mejores fórmulas para comprender la vida individual y la vida en común.

Así, el ser humano que se detiene en exceso en lo práctico deja de vivir el otro lado de la existencia, que se alimenta con pensamientos verdaderos, sentimientos nobles y metas que impulsan a los seres humanos: el lado real.

Transmitir valores: una misión irrenunciable

Nos preguntamos cómo hacer real lo que escapa al mundo concreto para una juventud inserta en las complejidades de una sociedad que tiene como uno de sus principales objetivos el consumismo y el placer hedonista.

El desafío se plantea para los padres, los educadores, los comunicadores sociales, los dirigentes sociales y políticos y todos quienes pueden expresar su pensamiento, haciendo oír su voz en las instituciones y ante la opinión pública.

Educar para el futuro: el ejemplo de Einstein

La juventud está ante una gran oportunidad, con gran parte de la vida por delante; muchas veces los caminos se bifurcan y es necesario elegir el correcto.

Esta elección puede ser la indicada si durante el proceso educativo se establece una escala de valores que pueda permanecer a través de las distintas etapas de la vida. Uno muy importante, que abre el camino a otros, es la solidaridad, que cierra el camino al individualismo que en los momentos difíciles muestra su inutilidad.

El análisis y discusión de cada situación cotidiana lleva a establecer pautas positivas; es necesario para ello no exponer ideas o tesis de manera autosuficiente o doctoral sino con un lenguaje asequible a partir de valores perecederos.

La moda pasa; los sentimientos, las creencias y los principios no lo hacen y son una adecuada plataforma de lanzamiento en la etapa educativa para llegar a una vida plena.

Albert Einstein lo sabía: pudo unir un amplio conocimiento de la ciencia con una existencia en la que era uno más entre sus pares los hombres. La sencillez de trato y costumbres lo elevó a la categoría de grande: un ejemplo a seguir si queremos que nuestra vida tenga un sentido trascendente.

Saber para vivir mejor

Este gran intelectual fue un hombre consecuente consigo mismo, con una línea de pensamiento y actitud hacia su trabajo investigativo que no de dejó seducir por cantos de sirena, sino que siempre eligió el camino más difícil pero a la vez el que lo llevó a obtener los mejores resultados.

Su legado a la humanidad comprende este ejemplo a seguir. El saber por el saber mismo está vacío de elaboración, reflexión y valores. La vida de este sabio mezcló fórmulas matemáticas y científicas difíciles de comprender para el hombre común con buen humor, solidaridad y una profunda paz interior, entre otras actitudes a veces escasas entre quienes toman el conocimiento como un instrumento de poder.

En estas actitudes, presentes en cada uno que quiera asumirlas como propias, están los instrumentos para ser un poco mejores cada día y lograr que quienes nos sucedan en el camino de la vida las asuman como propias buscando transformar la sociedad para obtener un futuro que honre al ser humano. Alberto Auné


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