La iluminación espiritual

Verdad pura

POR: OSHO

Imagen; Verdad pura; Osho

MERECEMOS LA VERDAD

Notas antes de leer a Osho

Para quien es...

Para quien no es...

LA VERDAD ÚLTIMA

La verdad no puede ser más que definitiva, sin embargo, los místicos han tenido que hablar de la verdad última por cierta razón. La razón era que los filósofos han hablado de la verdad relativa, y han resaltado el hecho de que cada verdad es relativa. Albert Einstein llevó el concepto de relatividad a las verdades científicas que antes se consideraban definitivas: devinieron relativas. Y tenía razón. Mahavira, Gautama Buda, todos ellos hablaron de la relatividad. Una de las cosas que falta es que nadie distingue entre verdad y hecho. Los hechos son relativos y la verdad es definitiva, pero si te confundes y empiezas a pensar que los hechos son la verdad, entonces será relativa.

En primer lugar dos cosas: los hechos son relativos y tienes que entender exactamente lo que quiere decir relativo. Significa que algo puede ser verdad en cierta situación y lo mismo puede no ser verdad en otra.

Se dice que cuando vivía Albert Einstein solo había doce personas en el mundo que entendían a qué se refería cuando hablaba de relatividad. Es una explicación muy delicada y sutil sobre el Universo. Cuando iba a algún club o restaurante, fuera donde fuera, la gente le preguntaba: Dinos algo sobre la relatividad y dilo de tal forma que el hombre de la calle lo pueda entender.

Finalmente encontró la forma de hacerlo y dijo: si estás sentado sobre una estufa caliente, te parecerá que el tiempo pasa muy despacio; un solo minuto te parecerán horas porque estás sentado sobre esa estufa. Tu estado cambia la concepción que tienes del tiempo. Pero si estás sentado con tu novia, pueden pasar horas y parecerte que solo han pasado segundos.

El decía: Esto es a lo que me refiero cuando hablo de relatividad: el tiempo es relativo a cada situación particular. No hay un tiempo definitivo; así que hagas lo que hagas, el tiempo es el mismo. Siempre se ha sabido que cuando eres feliz el tiempo pasa deprisa y cuando eres desgraciado, el tiempo pasa muy despacio.

Einstein estableció la relatividad de una manera tan profunda que ahora está entretejida con todos los descubrimientos científicos. Solo quiero que recordéis una cosa: él habla de hechos y les llama verdad. Y por eso los místicos tuvieron que usar términos como última o definitiva. Quieren expresar que hay una experiencia que está más allá de la relatividad. Eso es lo que quieren decir: la verdad es definitiva.

Pero el mundo está lleno de hechos y los hechos son relativos. Tiene que quedar muy claro para los científicos que Einstein no estaba hablando de la verdad sino de hechos. Pero para la ciencia no hay otra verdad que la que ellos descubren. No aceptan la verdad del místico, porque el místico no puede ponerla delante del científico para que éste pueda diseccionarla y descubrir de qué está constituida: sus medidas, su peso y cosas así.

Es una experiencia, y es totalmente subjetiva. No puede hacerse objetiva.

Por eso, si insisten en llamar verdad a los hechos, tenemos que decirlo de esta forma: las verdades objetivas son relativas y la verdad subjetiva es siempre definitiva. Pero para no mezclar las cosas, los místicos le han llamado verdad última.

Toda verdad es definitiva. Pero hay verdades científicas que solo son hechos. Por ejemplo: si estás sentado sobre una estufa caliente, la experiencia de que el tiempo pasa muy lentamente es un hecho de tu psicología; no tiene nada que ver con el tiempo. Pero nadie le dijo esto a Albert Einstein. Cuando estás sentado con tu novia y el tiempo pasa deprisa, eso tampoco tiene nada que ver con el tiempo; tiene que ver con tu mente.

El tiempo sigue siendo el mismo; es tu mente, tu concepto de tiempo lo que es relativo. Lo último o definitivo y La verdad significan lo mismo. Puedes usar cualquier de estos dos términos, pero usar ambos es una repetición innecesaria. La vida no es matemática; no es lógica, no es ciencia. Es algo más, y ese algo más es lo más valioso.

LA REALIDAD ESTÁ JUSTO AHÍ

La realidad siempre esperando cerca de tu corazón, cerca de tus ojos, cerca de tus manos. Puedes tocarla, puedes sentirla, puedes vivirla, pero no puedes pensarla. Se puede ver, se puede sentir, se puede tocar; pero no se puede pensar. Intenta entender la naturaleza del pensamiento. El pensamiento siempre es acerca de, nunca es directo. Puedes ver la realidad, pero si piensas en ella tendrá que ser acerca de y ese acerca de es la trampa, porque cuando piensas acerca de algo ya te has alejado de ello. Acerca de quiere decir indirectamente. Acerca de quiere decir que no verás la flor aquí y ahora, que pensarás acerca de ella, y ese acerca de se convertirá en una barrera. A través de este acerca de nunca llegarás a esta flor.

Ver es algo directo, tocar es algo directo; pero pensar es algo indirecto. Es por eso que el pensar no toca la realidad. Un amante puede conocer la realidad, hasta un bailarín puede conocerla, un cantante puede sentirla, pero un pensador sigue sin tocarla.

He oído acerca de un filósofo judío. Era un campesino ordinario pero muy filosófico. Se llamaba Yossel. Pensaba acerca de todo, como suelen hacer los filósofos. Le era muy difícil hacer nada porque el pensar llenaba todo su tiempo, y cuando por fin estaba listo ya había pasado la oportunidad.

Una vez fue al mercado de una aldea cercana para vender su trigo. Le dijo a su esposa: En cuanto haya vendido el trigo, te mandaré un telegrama. Vendió el trigo obteniendo una gran ganancia, y luego fue a mandar el telegrama; entró en la oficina de correos, rellenó el impreso de envío y empezó a pensar en qué poner.

Escribió: Trigo vendido provechosamente. Llego mañana. Amor y besos, Yossel.

Entonces empezó a reflexionar y pensó: Mi esposa se va a creer que me he vuelto loco. ¿Por qué provechosamente? ¿Acaso vendería el trigo con pérdidas?. Así que tachó la palabra provechosamente. Entonces se preocupó más aún porque, si había cometido un error con una palabra, puede que hubiera cometido otros errores. Así que volvió a leerlo todo parándose a pensar en cada palabra. Y pensó: ¿Por qué poner, llego mañana? ¿Acaso voy a regresar el mes que viene? ¿El año que viene? Ella ya sabe que voy a regresar tan pronto como haya vendido el trigo. Así que tachó las palabras llego mañana.

Más tarde pensó: Mi esposa también sabe que he venido a vender el trigo, ¿entonces para que escribir: Trigo vendido? Y también tachó eso.

Entonces se echó a reír y dijo: Le estoy escribiendo a mi propia esposa, ¿para qué le voy a poner amor y besos? ¿Acaso le estoy escribiendo a la esposa de otro? ¿Acaso es su cumpleaños o algo por estilo?. Y también tachó eso.

Ya solo quedaba su nombre: Yossel. Y se dijo a sí mismo: ¿Yossel, te has vuelto loco? Tu mujer ya sabe tu nombre. Así que rompió el telegrama, contento de haberse ahorrado un dinerillo y algunas palabras sin sentido.

Pero así es como son las cosas: Si vas pensando acerca de, te pierdes la vida entera; poco a poco vas tachándolo todo. Y al final hasta tú acabas tachado; no solamente quedan tachadas las palabras, sino que al final hasta tú quedas tachado. El pensar se convierte en humo; todo se vuelve humo y se acaba.

Hacer algo se vuelve imposible; ni siquiera puedes mandar un telegrama. La acción se vuelve imposible porque es algo directo, y el pensar es algo indirecto. Nunca se encuentran.

Este es el problema que hay en el mundo. La gente que piensa, nunca actúa; y los que no piensan, actúan. El mundo es un caos. Los estúpidos continúan actuando porque nunca piensan, se meten de cabeza en todo. Los Hitlers, los Napoleones, los Maos, siempre están haciendo cosas, y la gente sabia, los llamados pensadores (Aristóteles, o Kant, o Hegel), siempre están pensando y nunca hacen nada.

El problema para un hombre que busca la realidad es cómo parar el círculo vicioso del pensar y aun así ser consciente. Porque los estúpidos tampoco piensan, pero no son conscientes. Sé consciente; la energía que va al pensar tiene que volverse consciencia. La consciencia que se mueve en un círculo vicioso al pensar tiene que conservarse, tiene que purificarse. El pensar tiene que parar, el girar de la consciencia tiene que parar, pero la consciencia no. La consciencia tiene que cristalizarse y la acción tiene que permanecer, la acción no debe parar.

Al unir la consciencia y la acción inmediatamente alcanzas la realidad. Y no solo tú, sino que crearás una situación en la que otros también podrán encontrar la realidad. Te convertirás en el ambiente, en el clima alrededor del cual las cosas empezarán a ocurrir. Esto es lo que ocurrió con Buda, con Sosan, con Chuang Tzu.

Recuerda: la acción es buena; el pensar es un círculo vicioso, nunca te lleva a ninguna parte. Así que hay que dejar de pensar pero no de actuar. Hay gente que continuará pensando; dejará de hacer. Eso es lo que ocurre cuando una persona renuncia a la vida, se va a la selva, a los Himalayas. Renuncia a la acción, no al pensar. Renuncia al mundo en el que se necesita la acción. Renuncia a la propia realidad, porque es a través de la acción que te pones en contacto con la realidad. Ver es una acción, moverse es una acción, danzar es una acción, pintar es una acción. Cuando haces cualquier cosa, sea lo que sea, te pones en contacto con la realidad.

Tienes que volverte cada vez más sensible en tu hacer. No hay que renunciar a la acción; la acción tiene que estar totalmente presente, porque ese es el puente a través del cual tú te mueves en la realidad y la realidad se mueve en ti. Intenta comprenderlo, porque esto es algo muy básico; básico para mí: renuncia al pensar, no renuncies a la acción.

Hay gente que piensa y piensa, hay gente que renuncia a actuar. ¿Pero qué van a hacer en los Himalayas? Allí toda la energía, al no ser usada en la acción, se irá al pensamiento. Se harán grandes filósofos. Pero la filosofía es una tierra de tontos; se vive en palabras, no en realidades. El amor desaparece, solo queda la palabra amor. Dios desaparece; porque él estaba en los campos, en el mercado, en el mundo, y ahora tan solo queda la palabra Dios. Las acciones desaparecen y solo quedan los conceptos. Tu cabeza se convierte en todo tu ser.

Evítalo. Nunca renuncies a la acción, renuncia solamente al pensar. Pero si renuncias al pensar cabe la posibilidad de que te vuelvas inconsciente o de que te conviertas en un estúpido. Puede que empieces a hacer cualquier cosa, puesto que ahora no sabes qué hacer y tampoco piensas. Puedes volverte loco. Uno tiene que renunciar a pensar, pero no tiene que hacerse menos consciente, más inconsciente. Al contrario, tienes que hacerte más consciente.

En esto consiste todo el arte de la meditación: en cómo estar totalmente en la acción, cómo renunciar al pensar, cómo convertir en consciencia la energía que se empleaba en pensar.


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