Parábolas del divino Maestro

Las parábolas de Jesús, son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que revelan moralmente una verdad espiritual de forma comparativa.

JBN LIE

Jesús enseña por medio de parábolas

Introducción

Las parábolas de Jesús, son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana. Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios, como el de Tomás y de Santiago, libros considerados apócrifos.

La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano. En la Biblia se encuentran los siguientes textos titulados Propósito de las parábolas.

Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje solo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen Endurecidos sus corazones y han cerrado sus ojos no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. Existen algunos debates sobre si este es el significado original del uso de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio perseguido. Esta explicación parece ser esencial para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, ya que deja claro que es necesario tener fe en Él para entenderlas, o de otro modo se ven confusas.

En la descripción de las principales parábolas que Jesús nos enseñó, en el presente trabajo no se hace una reseña de cada una de ellas de acuerdo a las redactadas en las Sagradas Escrituras, ni tampoco todas ellas, sino las más importantes y significativas, y cuyo orden, el autor ha creído importante redactarlas e interpretarlas de acuerdo a su importancia y mayor significación. Las que no serán redactadas e interpretadas se hará una reseña bibliográfica de éstas.

Definiciones

La voz parábola designa una forma literaria que consiste en un relato figurado del cual, por analogía o semejanza, se deriva una enseñanza relativa a un tema que no es el explícito. Es en esencia, un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil.

La parábola tiene un fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de ella en los evangelios cristianos, donde Jesús narra muchas parábolas como enseñanzas al pueblo.

El término parábola proviene del griego (parabole, que significa comparación, semejanza), el nombre dado por los rectores griegos a toda ilustración ficticia en la forma de una breve narración. Más adelante pasó a conocerse como narrativa ficticia, aludiendo generalmente a algo que puede ocurrir de forma natural, y por el cual se precisan asuntos morales y espirituales.

Parábola según el DRAE, la define como: Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral. Proviene del lat. Parabola.

Significado de parábola, desde el punto de vista Teológico

La parábola es una breve comparación basada en una experiencia cotidiana de la vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o una observación real o por lo menos verosímil. Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades más elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba por su sencillez y sus imágenes con el estilo complejo de los antiguos filósofos.

La parábola no diluye lo que es profundo sino que acerca al corazón del mensaje por imágenes que ayudan a comenzar a razonar y nos dan una intuición en la que obra la gracia. Los doctores judíos también utilizaban parábolas, pero Jesús las llevó a la perfección. Sus parábolas sirven para todos en todos los tiempos.

parábola , después de enseñar al pueblo en parábolas, continuaba enseñando a los discípulos en privado más directamente y con más profundidad de lo que era posible para el pueblo. Así los formaba para después encargarlos de divulgar esas verdades.

Cuando los discípulos le preguntaron por qué enseñaba con parábolas, Jesús les respondió:

Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. .

Usar parábolas es proceder como el padre de familia que saca de su arca las cosas antiguas y las nuevas.

Principales parábolas enseñadas por Jesús. Significado de cada una de ellas

Una serie de parábolas que son adyacentes en uno o más evangelios tienen temas similares. La parábola de la levadura sigue la parábola del grano de mostaza en Mateo y Lucas, y comparte el tema del Reino de los Cielos que crece de pequeños comienzos. La parábola del tesoro escondido y la parábola de la perla forma una pareja que ilustra el gran valor del Reino de los Cielos, y la necesidad de una acción en la consecución de la misma.

Las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo forman un trío en Lucas que tratan con la pérdida y la redención.

La parábola del siervo fiel y la parábola de las diez vírgenes en Mateo, adyacentes, involucran a la espera de un novio, y tienen un tema escatológico: estar preparados para la hora del juicio. La parábola de la cizaña, la parábola del rico insensato, la parábola del árbol de higo, y la parábola de la higuera estéril también tienen temas escatológicos.

Otras parábolas independientes, como la parábola del siervo inútil, que trata de perdón, la parábola del Buen Samaritano, que trata de amor práctico, y la parábola del siervo vigilante, frente a la persistencia en la oración.

Pero en esta ocasión solo analizaremos las más remarcadas, claro está que las demás no dejan de tener su debida importancia; sino que, las que analizaremos son las más mentadas en el mundo cristiano.

Parábola del Sembrador

Es una de las parábolas de Jesús encontrada en los tres Evangelios sinópticos, con la explicación de esta parábola que fue dada por Jesús a sus discípulos, en Mateo, Marcos y Lucas; como la mayoría de las parábolas.

El texto de la parábola según el evangelio de Marcos es el siguiente:

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad la tierra; peo salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parque cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, que oiga.

La parábola de la semilla de mostaza

La parábola de la semilla de mostaza es una de las tantas parábolas relatadas por Jesús de Nazaret transmitida en el Nuevo Testamento por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.

En el evangelio según San Mateo Jesús dice lo siguiente:

Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que el hombre tomó y sembró en su campo, es la más pequeña de las semillas pero cuando crece se hace más grande que las plantas del huerto. Es como un árbol de modo que las aves vienen para posarse en sus ramas.

La parábola del Buen Samaritano

La parábola del buen samaritano es una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas. Se la considera una de las parábolas más realistas y reveladoras del método didáctico empleado por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e incisivo de su mensaje exigente.

Presenta el tono que caracteriza a las llamadas parábolas de la misericordia propias del Evangelio de Lucas. La parábola es narrada por el propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. En esta parábola, Jesús amplía la definición de prójimo. La elección de la figura de un samaritano, considerado un herético para los sectores más ortodoxos de la religión hebrea, sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la ley. El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para mostrarles su error.

La narración comienza cuando un doctor de la ley le preguntó a Jesús con ánimo de ponerlo a prueba qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús, en respuesta, le preguntó al doctor qué está escrito en la ley de Moisés. Cuando el doctor cita la Biblia, y precisamente: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (10), y la ley paralela amarás a tu prójimo como a ti mismo, Jesús dijo que había respondido correctamente y lo invitó a comportarse en consecuencia. En ese punto, queriendo justificar su pregunta, el doctor preguntó a Jesús quién era su prójimo. Jesús le respondió con la parábola.

Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle, y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gusta algo más, te pagaré cuando vuelva.. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?.

El doctor dijo: El que practicó la misericordia con él.

Díjole Jesús: Vete y haz tu lo mismo.

Es de notar que Jesús no definió, tal como pretendía el doctor de la ley, quién es el prójimo: solo preguntó quién obró como prójimo del herido. Por la respuesta del legista queda implícito que se considera prójimo a todo aquel que obra compasivamente con otro hombre, es decir, la definición se da en función de la obra. Asimismo, el legista no respondió a Jesús directamente (el samaritano), sino indirectamente, al decir el que tuvo compasión de él, lo que en general se interpreta como una dificultad de su parte en reconocer que no fueron el sacerdote o el levita quienes observaron el espíritu de la ley sino alguien que, en el ambiente judío, era considerado un hereje, un paria.

La parábola del Hijo Pródigo

La parábola del hijo pródigo es el término popular que describe a una de las parábolas de Jesús de Nazaret recogida en el Nuevo Testamento, específicamente en el evangelio según San Lucas.

Sentido de la Parábola.

Esta parábola, como muchas otras de Jesús (Véase: Parábola del fariseo y el publicano) se enmarca como respuesta a una crítica de los fariseos y los escribas, expertos judíos en la Ley mosaica, que estos le propinaban por andar y compartir en presencia de pecadores. La parábola fundamentalmente recalca la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados; esto ha llevado a muchos teólogos y expertos bíblicos a pensar que el nombre de la parábola debería ser el padre misericordioso, en lugar de el hijo pródigo. En efecto el enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar a su hijo. El mensaje teológico que brinda esta parábola constituye la cimentación de la prédica de Cristo, siempre guiada a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de la verdadera fe y misericordia.

La Parábola de la lámpara

También conocida como la lámpara bajo el celemín o la lámpara debajo de un almud, es una de las parábolas de Jesús. Se presenta en tres de los evangelios canónicos del Nuevo Testamento. Las diferencias encontradas en Mateo, Marcos y Lucas, son menores. En Mateo la parábola es una continuación del discurso sobre la sal y la luz.

En el Evangelio de Lucas, Jesús dijo:

Nadie enciende una lámpara para luego ponerla en un lugar escondido o cubrirla con un cajón, sino para ponerla en una repisa, a fin de que los que entren tengan luz. Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz. En Mateo esta parábola es una continuación del discurso sobre la sal y la luz. La idea clave de la parábola es que La luz es para ser revelada, no oculta. La luz aquí se ha interpretado como una referencia a Jesús, a su mensaje, o a la respuesta del creyente a ese mensaje.

La Parábola del Trigo y la Cizaña

La parábola del trigo y la cizaña, también conocida como parábola de la cizaña o parábola de la mala hierba, es una de las parábolas de Jesús de Nazaret, recogida en el libro de Mateo; y es la decimosegunda parábola narrada en el Nuevo Testamento.

El texto de la parábola, según aparece en la Biblia de Jerusalén, es el siguiente:

La misma parábola les propuso Jesús a sus apóstoles, diciendo: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando boto la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: Señor, no sembraste semilla buena en tu campo?. ¿Cómo es que tiene cizaña?. Él les contestó: Algún enemigo ha hecho esto. Dícenle los siervos: ¿Quieres, pues que vayamos a recogerla?. Díceles: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.

La parábola del fariseo y el publicano

La parábola del fariseo y el publicano o parábola del fariseo y el cobrador de impuestos es una de las parábolas de Jesús de Nazaret encontrada solamente en el Evangelio de Lucas del Nuevo testamento.

El texto de la parábola, según aparece en la Biblia cristiana, es el siguiente:

A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano. Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os dio que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

La parábola del rico epulón y Lázaro

La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro o del hombre rico y del mendigo Lázaro, es una parábola de Jesús de Nazaret que se encuentra en el Nuevo Testamento, Evangelio de Lucas,. Relata la historia de dos hombres y el destino final de cada uno de ellos: el pobre Lázaro llega a la gloria del cielo y el rico epulón es condenado al infierno. Es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro. La razón de denominar epulón al rico no es muy evidente, pero es tradicional, aunque no se le nombra así en el texto evangélico. Epulón[13]es el nombre de uno de los rangos dentro de los cuatro colegios sacerdotales romanos; pero como adjetivo el DRAE lo define como hombre que come y se regala mucho. Épulos eran los convites sagrados a cuyo cargo estaban los epulones romanos. Posiblemente, la adición del nombre epulón se debe a Pedro Crisologo, arzobispo de Rávena del siglo V.

La condición de leproso del pobre Lázaro hizo que se convirtiera en el santo patrón de la lepra. En iconografía, la representación de perros lamiéndole las llagas le hacen similar a San Roque, santo patrón de la peste, con el que no tiene nada que ver. El pobre Lázaro comparte nombre y cierta convergencia de temas teológicos (en su parábola se plantea el tema de la resurrección) con Lázaro de Betania, otro personaje evangélico, el hermano de Marta y María, amigo de Jesús de Nazaret, que éste resucita tras llegar tarde a su entierro. Vinculado con Lázaro de Betania aparece en los evangelios otro leproso, Simón el Leproso; no conviene confundirlo con el pobre Lázaro, a quien también se le llama Lázaro el leproso.

El relato del episodio de la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro aparece así en el texto evangélico:

Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.

En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.

Entonces, gritando, dijo: Padre Abraham, ten piedad de mi y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.

Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, solo males; pero ahora este es consolado aquí, y tu atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá.

Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.

Abraham le dijo: A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!.

El entonces dijo: No, padre Abraham, pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán.

Pero Abraham le dio: Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco s persuadirán aunque alguno se levante de entre los muertos.

Primero, se afirma que Lucas refleja eventos en la vida de gente conocida. Segundo, no es normal que en una parábola se empleen nombres particulares. Otros teólogos neotestamentarios la tienen como tal.

Algunos identifican la parábola como una parodia contra Caifás. Los cinco hermanos serán los cinco hijos de Anás.

La parábola de la higuera sin fruto

La Parábola de la higuera sin fruto es una de las tantas breves narraciones de Jesús de Nazaret narrada por Lucas el Evangelista en el Nuevo Testamento; encierra una enseñanza moral religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.

Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevó viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?. Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no la cortas.

Parábola de las diez vírgenes

La parábola de las diez vírgenes o parábola de las diez muchachas es una de las parábolas de Jesús, forma parte de sus enseñanzas. Su texto según la biblia cristiana es el siguiente:

Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!. Mas él, respondió, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.