La perfecta escucha es escuchar no tanto a los demás cuanto a uno mismo. La perfecta visión consiste en mirar no tanto a los demás cuanto a uno mismo.
El cuerpo es una cosa, el alma es otra, y la falta de paz entre ambos se llama mente. En estado de paz queda el cuerpo, queda el alma, pero no hay mente.
Con el amor no podemos jugar a la perfección. El amor es el valor supremo, la plenitud final. No hay nada más allá de él. Por eso no puedes perfeccionarlo.