La iluminación espiritual

Energía sexual y espiritual, la fuerza del amor

EL DON SEXUAL

La energía sexual es un gran don

La energía sexual es un gran don, la fuente de nuestra fuerza vital, y un apoyo a la continuidad de la humanidad. Se puede comparar con un combustible, que si se utiliza sabiamente, dirigido a un ideal espiritual, nos impulsa a una forma más elevada de amor que nos trae alegría duradera, inspiración, y relaciones satisfactorias con los demás.

La energía sexual es un don de Dios, solo que hay saber utilizarla. Los países que tienen mucho carbón o petróleo bajo su suelo, se vuelven multimillonarios porque lo utilizan. Y los que no saben utilizarlo, se queman. De la misma manera, la energía sexual es una fuerza que el ser humano debe aprender a utilizar para iluminar, calentar y hacer funcionar todo dentro de sí mismo.

Ya sea que si escogemos estar solteros o en una relación, la sublimación de la fuerza sexual es un trabajo que entrega inconmensurables recompensas. Tanto la represión como la promiscuidad tienen consecuencias indeseables, pero hay una tercera solución. Comprometiéndonos con un elevado ideal espiritual, y uniéndonos a nuestra alma y espíritu, podemos transformar nuestra energía sexual para desarrollar nuestro potencial más completo como seres humanos, y para traer el cielo a la tierra.

Para dominar la fuerza sexual hay que tener ideal elevado, un inmenso amor por la perfección, por la pureza, por la belleza. Si no tienen este ideal, si no aman la vida divina, la vida perfecta, no luchen contra la energía sexual: serán destrozados.

La represión no es una solución al problema de la sexualidad, porque la represión no es otra cosa que negarse a dar a la energía sexual su salida habitual, sin tener una idea en la cabeza, un ideal que realice en los planos superiores un trabajo para sublimar esta energía.

ESPIRITUALIDAD SEXUAL

El desarrollo espiritual y la energía sexual

Los órganos sexuales son el resumen de toda la creación. La fuerza escondida en el ser humano es una fuerza divina, sagrada, gracias a la cual podemos obtenerlo todo.

Como la presión del agua en un edificio

Consideren esta una imagen: habitan en el quinto piso de una casa y el agua debe subir hasta ahí para tener suministro. Necesita, pues, de cierta presión. Si suprimen esta presión, no subirá a todos los pisos.

Pero los seres humanos hacen todo lo posible para disminuir esta presión, para hacerla caer a cero. No la soportan. Sin embargo, sería necesario que esta energía pudiese elevarse hasta el cerebro recorriendo todos los pisos. La presión le hace elevarse y pueden servirse de ella. Pero la mayoría la hace desaparecer en todo momento, y por eso nunca disponen de ella en los planos superiores.

No teman esta energía – la fuerza de todas las fuerzas

En este sentido, le gustaba hablar de la belleza del trabajo de los grandes Iniciados que aprendieron a servirse de esta energía -sin malgastarla- para crear una luz deslumbrante en el cerebro, un estado divino en el alma. Él mismo escogió el celibato y la continencia para consagrar su vida a ayudar a la humanidad; nunca temió a esta fuerza a la que llama, como Hermes Trismegisto, La fuerza fuerte de todas las fuerzas

Su espiritualidad y su comportamiento nunca estuvieron inspirados por un rechazo a la fuerza sexual, al contrario: para él, la energía sexual, puesta en el ser humano por la Inteligencia cósmica, contiene grandes promesas de evolución y de superación.

EVOLUCIÓN SEXUAL

Evolución y energía sexual

Aprendamos a dirigir estas energías a las esferas más elevadas

La santidad tiene una relación estrecha con el dominio sexual: el ser humano solo puede llegar a ser perfecto cuando ha logrado controlar y dirigir hacia arriba estas energías particulares. Y solo puede lograrlo adoptando el alto ideal de llegar a ser como el Padre celestial y la Madre divina, extendiendo su amor, en espíritu, a todos los seres de la Tierra:

El amor es un intercambio, y los intercambios no solo existen en el plano físico. Dos seres pueden hacer intercambios a distancia, con la mirada, con el pensamiento, con la palabra, sin abrazarse, sin tocarse. (…) Cuando hablo del amor pienso en este amor que es la vida misma, que es la luz, que es la belleza, que es un intercambio con las criaturas divinas. En él pienso día y noche, y recibo las bendiciones de este amor.

No renuncien, muevan su placer del plano físico al espiritual

Sin embargo, la renuncia sin sustitución no tiene sentido para él. Como dijo a menudo a lo largo de su vida, él no renunció a nada, solo transpuso los placeres del plano físico al plano espiritual, lo que le aportó un gozo profundo alimentado por experiencias místicas. La belleza de la infancia, la dulzura de la naturaleza a la salida del sol, el esplendor de las estrellas de los océanos y de las montañas, todo eso le hablaba de la perfección de Dios.