Ya perdonamos
El perdón es agua fresca en medio del desierto, el perdón es la llave para entrar al reino de la armonía. Para perdonar, necesitas estar con Dios.
GONZALO GALLO
Ingrid Betancourt
Estas dos palabras de Ingrid Betancourt, valen oro y son una hermosa lección para todos los colombianos. Al pronunciarlas miró a sus compañeros de cautiverio en un gesto de unión y coincidencia con ellos. Todo lo que ella y los policías y soldados dijeron llegó al corazón de cada persona, cuando narraron sus pesadillas y dejaron fluir entre lágrimas y sonrisas su gratitud y sus anhelos de paz.
Sin embargo, es bien importante insistir en esa afirmación de perdón que fue fortalecida con otra: "Le pido a Alfonso Cano, que perdone a los secuestrados que allá siguen y a los guerrilleros, porque nadie tuvo la culpa de lo que pasó". Si este perdón está en el corazón de todos los rehenes liberados, Colombia está cada día más cerca de la paz, ya que solo con la magia del perdón, la paz es posible y también la convivencia fraterna.
El perdón es agua fresca en medio del desierto, el perdón es la llave maestra para entrar al reino de la armonía. Para perdonar, necesitas estar con Dios y entender que quien te ofende es su hijo y tu hermano. Es un espíritu en la inconsciencia y por eso hace daño, es solo un ser aún en kínder espiritual. Si perdonas te liberas, respiras aire puro y te quitas de encima el peso oprímete del odio. Piénsalo bien y descubre todo lo que ganas perdonando y todo lo que pierdes alimentando rencores.
Con odio, culpa o rabia el pasado te sigue atormentando, te daña el presente y te cierra el porvenir. Ámate y expulsa la rabia contenida, siente a Dios y elige ser compasivo y misericordioso. El perdón te ennoblece y te calma, te da vida y mejora todo en tu vida, incluso tu salud física y emocional.
Cuando inviertes tu energía en culpar, juzgar o acusar, el ego está de protagonista, que es lo que le gusta. Nunca ganas nada con el juicio o la culpa, pero sí pierdes lo más valioso: tu paz interior.
Necesitas serenarte, buscar el equilibrio y entender que cada persona vive su propio proceso. La compasión te da ojos de misericordia para ver los vacíos de los demás y entender sus carencias afectivas. Siente a Dios en tu interior, apela a lo mejor de ti y busca lo que une, no lo que enfrenta. Todos andamos en distintos niveles de inconsciencia y tu papel no es el de actuar como juez. Cuánta razón tuvo Jesús, cuando dijo en su hermoso Sermón del monte: "No juzgues y no serás juzgado, perdona y serás perdonado".
Los seres humanos se hacen bastante daño guardando por meses o por años la basura emocional. No caen en la cuenta de que el odio, la agresividad, los celos y la envidia son toxinas para el alma. Por eso, la declaración de perdón de Ingrid y sus compañeros es tan valiosa para todos, y nos invita a comprender y ayudar y perdonar de corazón. Tu espíritu vuela cuando eliges ser compasivo, tolerante, generoso y alegremente humilde.