¿De quien es la culpa?
Somos nuestro propio juez y también asumimos el papel de verdugo, nos condenamos y a veces nos descubrimos haciendo y diciendo cosas que no queremos.
LAURA JIMENEZ BRAVO
LA CULPA
La culpa es la peor de las condenas. Como si de un terrible parásito se tratara, se adueña de nuestro interior, nos devora y nos consume. Cuando revisamos nuestras conductas y acciones y creemos que nos hemos equivocado. Cuando hemos herido a alguien o causado dolor. Entonces aparece, acompañada normalmente de sus amigos el arrepentimiento y el remordimiento, produciendo en nosotros un terrible malestar y un sentimiento de insatisfacción.
Este malestar influye en nuestros pensamientos, decisiones, acciones, sentimientos y las relaciones, tanto con los demás como con nosotros mismos. Aunque la culpa moleste y haga daño, también tiene una misión muy clara e importante en el desarrollo personal. Nos brinda una valiosa información sobre las consecuencias de nuestras acciones y nos ayuda a ponernos límites y nos hace respetar los derechos y libertades de los demás. Nos permite reflexionar, rectificar, salir de nuestra zona de confort y disculparnos.
Pero si no la confrontamos, la culpa puede ser el arma más destructiva del ser humano. Muchas veces, todos nos hemos sentido culpables en ocasiones en las que sabemos que no deberíamos sentirnos así. ¿Verdad?
Una persona que se siente culpable se convierte en su propio verdugo.
Lucio Anneo Séneca
¿Cuántas veces nos sentimos culpables por cosas que creemos que hemos hecho bien –o por las que no hemos hecho?, ¿Cuántas horas hemos invertido en repasar una y otra vez el mismo escenario, haciendo hipótesis y regodeándonos en el traicionero y si…? ¿Cuántas noches nos hemos quedado atrapados en una red de pensamientos repetitivos y tóxicos que no sirven para nada más que castigarnos?
Somos nuestro propio juez y también asumimos el papel de verdugo. Nos condenamos. Y a veces nos descubrimos haciendo y diciendo cosas que no queremos ni sentimos, minando nuestra autoestima y nuestra salud mental. La culpa se dispara cuando creemos que no hemos obrado correctamente, y en ese momento es cuando entra en juego la moral. ¿Quién dice lo que está bien o lo que está mal?. Nuestra educación, nuestros valores y nuestra cultura, en definitiva, son los que determinan finalmente lo que es correcto y lo que no.
En estas situaciones es nuestra mente la que se convierte en nuestra peor enemiga, interpretando la realidad que nos rodea y culpándonos por algo que en dicho escenario se considera que no es correcto. Esto nos pasa porque vivimos rodeados de creencias, las cuales a veces interpretamos como verdades absolutas e inamovibles, pero lo que éstas hacen es atraparnos y limitar nuestro aprendizaje.
Por mucho que tratemos de evitarlo, en un momento u otro tenemos que enfrentarnos a nuestros errores. Lo único que nos libera de la culpa es la responsabilidad. Si nos sentimos culpables por haber cometido un acto que consideramos inaceptable, tan solo nos queda tener el valor de aceptar lo que hemos hecho. Aunque aceptar no significa estar de acuerdo, tampoco se trata de restar importancia al hecho que ha marcado nuestra vida, ni de darle la razón a quien ha provocado esa situación. Simplemente supone dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causan dolor, tristeza o enfado, y nos limitan en nuestro día a día.
El hombre consciente se atribuye la culpa a sí mismo,
el hombre inconsciente la carga sobre los demás.
Confucio
Liberarnos de la culpa pasa por aprender a aceptarnos tal y como somos. Solo cuando somos capaces de ver, aceptar y perdonar lo menos brillante de nosotros mismos nos damos la posibilidad de reconectar con nuestro bienestar. Al fin y al cabo, perdonarnos significa aceptar que no somos perfectos, que estamos en un camino de aprendizaje llamado ‘vida’ y que el único error que existe es no aprender de los errores. Este proceso pasa por cuestionar el condicionamiento que hemos recibido, dejando de asociar el fallo con el fracaso y la derrota. Y apostar por darnos otra oportunidad, perdonando y perdonándonos. Así podremos dejar de vivir buscando culpables para empezar a vivir siendo responsables.