POR: SAINT GERMAIN
Somos cada uno una esponja en un océano de vida.
Uno de los aspectos de Dios, o de aquello que llamamos Dios, es la verdadera vida. Dios es vida; entre tantas otras cosas, Dios es nuestra vida y la de todo lo que existe.
La verdadera vida toda es una sola, la tuya, la mía, la de las plantas, el insecto, el ave, etc. No nos pertenece individualmente. Es una inmensa vida en la cual estamos nosotros flotando.
Estamos acostumbrados a pensar que cada uno aisladamente posee una cantidad de vida, y que esta, como el agua en un pocito, rodeado de tierra, se va evaporando y secando, y que le puede caer algo sucio o algo que le infecte y la contamine. No. A ella, a ese manantial inmenso, inagotable e indestructible, no le puede ocurrir absolutamente nada. Ella no puede morir. Es un manantial de energía que fluye a través de nosotros, que nos penetra y que por lo tanto, nos mantiene vivientes; o sea que nosotros somos seres vivientes porque estamos en ella.
Como la raza íntegra cree que el ser humano es un pocito de vida separado y aislado, que es susceptible a la enfermedad, al desgaste por los años, y a la muerte, toda la raza manifiesta esa creencia; pero cuando se borre esa opinión, a fuerza de negarla y afirmar la verdad, dejarán de enfermarse, de envejecer y de morir. Mientras más se piense y medite la verdad, más pronto se librará el ser humano de esas falsas creencias, porque la verdad es acumulativa.
Dijo Jesús: Conocer la verdad y ella os hará libres y El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue fermentado. Más claro no puede estar. El reino de los cielos no es aquello que nos han ofrecido para otro plano si nos portamos bien. El reino de los cielos es el estado de dicha, armonía y adelanto que estamos buscando aquí. Esta meditación que les está aclarando algo que ustedes no conocían; que les está removiendo células que estaban dormidas, es la levadura a la que Jesús se refiere.
La verdad que escuchan hoy continuará trabajando en ustedes, hasta que un día de pronto se les ilumine la idea como un todo. Porque habrá fermentado toda la masa.
Estamos habituados y tan endurecidos por la costumbre, a vernos los unos a los otros, que no nos asombra el milagro que representa un personaje que, habla, piensa, se mueve, oye y vive solo por si mismo, sin ningún cable que lo conecte a una corriente eléctrica; sin que esté sembrando en la tierra; ¿y ese otro milagro que ocurre a cada minuto?, un niño que al ser separado de la madre que le comunica su verdadera vida, continua viviendo. Y nada de esto nos llama la atención. Cuando todo esto nos debería provocar constante asombro y contemplación. ¿Qué es eso?, ¿Cómo es eso?, ¿O es que ustedes creen que esa maravilla, ese milagro lo hace la taza de café con leche?. La comida y el comer son resabios que nos quedan del reino animal, son instintos animales.
VIBRAR EN LA VIDA
Los que no piensan ni reaccionan aún, no tienen intuición sino instinto. Aún los rige la célula aquella primitiva que era un estómago, o deseo rudimentario. Ellos obedecen ciegamente al principio de generación y a la ley de evolución que ordena la combinación de los elementos y la alteración paulatina de vibraciones.
El hombre ya es pensante, racional e intuitivo. Sus vibraciones se intensifican al pensar en las más altas. Al escuchar, comprender y aceptar la verdad de todas las cosas, acelera su frecuencia y por supuesto se eleva de plano.
La meditación, como es pensar profunda y determinadamente en estos altos conceptos, adelanta al ser rápidamente. Por eso recomiendo meditar.
Nosotros somos hijos de Dios, hechos de su propia sustancia. Somos esponjas en un océano de verdadera vida. No necesitamos alimento exterior. Cuando nos compenetramos bien de esta verdad y la realizamos, nos encontramos comiendo menos y menos, automáticamente sin hacer ningún esfuerzo ni sacrificio. La levadura de la verdad habrá penetrado toda la masa; las células del cuerpo estarán vibrando a altas frecuencias. La vida es ella misma alimento. Ella es salud, energía, belleza. Es vida.
¡Ah...!, no te pongas a elucubrar respecto a la manera de como se te van a dar, porque esto es contraproducente.
La Gran Fuerza Espiritual está más allá de tu comprensión humana. Acepta lo que te da con gratitud, no la interrumpas ni la cohíbas. ¡Simplemente vibra con ella!
Lo que pasa es que la Gran Fuerza Espiritual, cuyo nombre verdadero es La Ley de Precipitación es completamente impersonal y coloca sus dones en los lugares más armoniosos y más naturales, aprovechando los canales ya establecidos en tu propia verdadera vida. A ella no le interesa el exhibicionismo ni la sorpresa.
Solo cumple con su cometido de dar lo que tú pidas, donde mejor convenga.
VIBRAR EN EL SENDERO DE LA VIDA
15 puntos para saber si estoy vibrando en el sendero de la vida.
Para poder demostrar armonía y perfección de todo en tu vida, pregúntate una vez por semana si estás vibrando con todos estos puntos.
Podemos insertar la oración de la llama violeta:
Yo Soy la Ley del Perdón y la llama transmutadora de todos los errores cometidos por mi y por toda la humanidad.
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La búsqueda de la Verdad es consustancial al avance de la conciencia. Aunque la Verdad absoluta es única retazos de verdad alcanzan a cada buscador.
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