La iluminación espiritual

Valores falsos

JIDDU KRISHNAMURTI

Imagen; Valores falsos; Jiddu Krishnamurti

Liberación del sufrimiento

El hombre aborda la vida mediante la autoridad y, por esto, es incapaz de comprender el pleno significado de la experiencia; solo esa comprensión puede liberarlo del sufrimiento. Se consuela con los falsos valores de la vida y se convierte meramente en una máquina, una pieza en la estructura social o en el sistema religioso.

Uno no puede descubrir cuál es el valor auténtico en tanto su mente esté buscando consolación; y puesto que nuestras mentes, en su mayoría, buscan consolación, bienestar, seguridad, no pueden descubrir qué es la verdad. Así, muy pocas personas son individuos; son meramente piezas en un sistema. Para mí, un individuo es una persona que, mediante el cuestionamiento, descubre los valores genuinos; y uno puede cuestionar de verdad solo cuando está sufriendo. ¿Saben?, cuando nuestra mente sufre, se vuelve aguda, activa; entonces no teorizamos, y solo en ese estado de la mente podemos preguntarnos cuál es el verdadero valor de los patrones y las normas que la sociedad, la religión y la política han establecido respecto de nosotros. Solo en ese estado podemos cuestionarlos, y cuando cuestionamos, cuando descubrimos los valores genuinos, entonces somos verdaderos individuos, no antes de eso. Es decir, no somos individuos en tanto permanecemos inconscientes de los valores a los que nos hemos acostumbrado a causa de las seguridades, de las religiones, de la persecución de creencias e ideales. Somos meramente máquinas, esclavos de la opinión pública, esclavos de los innumerables ideales que las religiones han fijado respecto a nosotros, esclavos de los sistemas económicos y políticos que aceptamos. Y ya que todos somos piezas en esta maquinaria, jamás podemos descubrir los valores genuinos, perdurables; solo en ellos hay felicidad eterna, eterna realización de la verdad.

Lo primero a comprender, pues, es que tenemos estas barreras, estos valores que hemos recibido. Para descubrir su significado viviente, tenemos que cuestionar, y podemos cuestionar solo cuando nuestras mentes y nuestros corazones están ardiendo con un sufrimiento intenso. Y, de hecho, todos sufrimos; el sufrimiento no es el don de unos pocos. Pero cuando sufrimos buscamos alivio inmediato, consuelo; por lo tanto, no hay más cuestionamiento, no hay más duda, sino mera aceptación. En consecuencia, donde hay deseo no puede haber comprensión de los valores genuinos, que son lo único que puede liberar al hombre y darle la oportunidad de existir como un ser humano completo. Y, como decía, cuando afrontamos la vida parcialmente, con todo este trasfondo tradicional de valores no cuestionados y muertos, es natural que haya conflicto en la vida, y este conflicto crea en cada uno de nosotros la idea de la conciencia del ego. O sea, cuando nuestras mentes prejuzgan a base de una idea o de una creencia o de valores no cuestionados, hay limitación, y esa limitación crea la conciencia de uno mismo, la cual, a su vez, da origen al sufrimiento.

Lo expondré de otra manera: En tanto la mente y el corazón estén presos en los falsos valores que las religiones y las filosofías han establecido respecto a nosotros, en tanto la mente no haya descubierto por sí misma la verdad, los valores vivientes y genuinos, habrá limitación de la conciencia, de la comprensión, y esta limitación origina la idea del yo. Y de esta idea del yo, del hecho de que la conciencia conoce la limitación del tiempo como un comienzo y un final, de esto brota el dolor. Una conciencia semejante, una mente y un corazón semejantes, están presos en el miedo a la muerte y, de aquí, la indagación en el más allá.

La vida puede ser comprendida solo cuando comprendemos esa verdad, cuando descubrimos por nosotros mismos, sin ninguna autoridad, sin imitación, el verdadero significado del sufrimiento, el valor viviente de cada acción; entonces la mente se libera de la conciencia egocéntrico.

Puesto que casi todos nosotros buscamos inconscientemente un refugio, un lugar seguro en el cual no seremos lastimados, puesto que casi todos buscamos en los falsos valores un modo de escapar del continuo conflicto, yo les digo: Tomen conciencia de que, actualmente, todo el proceso del pensamiento es una constante búsqueda de refugio, de autoridad, de patrones a los cuales poder amoldarse, de sistemas a seguir, de métodos a imitar. Cuando nos damos cuenta de que no hay tal cosa como el consuelo, ni tal cosa como la seguridad, ya sea en la posesión de objetos materiales o de ideas, entonces afrontamos la vida tal como es, no con el trasfondo de un intenso anhelo de bienestar. Entonces nos damos cuenta de las cosas, pero sin la constante lucha por darnos cuenta, una lucha que prosigue en tanto nuestra mente y nuestro corazón están buscando continuamente escapar de la vida por medio de ideales, del amoldamiento, de la imitación, de la autoridad. Cuando nos damos cuenta de eso, renunciamos a seguir buscando escapes; entonces somos capaces de enfrentarnos a la vida completamente, desnudamente, totalmente, y en eso hay comprensión; solo gracias a esa comprensión podemos conocer el éxtasis de la vida.

Para expresarle de otro modo: Puesto que durante siglos nuestras mentes y nuestros corazones han sido mutilados por valores falsos, somos incapaces de afrontar la experiencia de una manera total. Si uno es un cristiano, la afronta de cierta manera dictada por sus prejuicios del cristianismo y su educación religiosa. Si es un conservador o un comunista, cada cual la afronta a su propio modo particular. Si se aferra a una creencia determinada, encara la existencia de ese modo determinado y espera comprender la plena significación de la vida por medio de una mente llena de prejuicios. Sólo cuando uno se da cuenta de que la vida ‑ ese movimiento libre, eterno ‑ no puede ser encarada parcialmente y con prejuicios, solo entonces está uno libre sin esfuerzo alguno. Entonces está desembarazado de todas las cosas que posee, por tradición heredada o por conocimiento adquirido. Digo conocimiento, no sabiduría, porque la sabiduría no entra aquí. La sabiduría es natural, espontánea, adviene solo cuando encaramos la vida abiertamente y sin barrera alguna. Para ello, el hombre debe liberarse de todo el conocimiento; no tiene que buscar una explicación del sufrimiento, porque citando busca tal explicación, está atrapado por el temor.

Por lo tanto, repito: Hay un modo de vivir sin esfuerzo, sin la constante tensión del logro y de la lucha por el éxito, sin el constante temor del ganar y perder; digo que hay un modo de vivir armonioso que adviene cuando encaramos cada experiencia, cada acción de manera completa, cuando nuestra mente no está dividida contra sí misma, cuando nuestro corazón no está en conflicto con nuestra mente, o sea, cuando hacemos las cosas de manera total, con unidad completa de mente y corazón. Entonces, en esa riqueza, en esa plenitud, está el deleite de la vida; eso es para mí lo perdurable, eso es para mí lo eterno.


RELACIONADOS

«Valores falsos»