La iluminación espiritual

Explorando la naturaleza de la falsa religión

LA NATURALEZA DE LA RELIGIÓN

Ser inteligentes, si exploramos la naturaleza de la religión.

Cuando usted oye esa palabra religión, si usted es intelectual en sumo grado, y vive en este moderno, sofisticado mundo, obviamente dirá: ¿Qué tonterías está diciendo? ¿Por qué trae usted aquí esa palabra? Esa palabra no es más que una distracción, una invención de los sacerdotes y de los capitalistas. De modo que esa palabra religión -estamos hablando de meras palabras- despierta en la mente de usted cierto contenido, cierta forma, que usted acepta o rechaza; para el que habla, sin embargo, no tiene ningún sentido en absoluto.

La palabra religión ha sido usada por el hombre en busca de algo permanente durante miles de años. Dice el hombre: Vivo en este mundo de cosas pasajeras, en este mundo transitorio, de caos, desorden, agresión, violencia, guerras y opresión, en que todo muere; tiene que haber algo que sea eterno. Y así busca con el motivo de encontrar alguna cosa permanente, imperecedera, que le dé esperanzas, porque en este mundo hay desesperación, agonía, y a veces, alegría pasajera; su motivo es hallar alguna clase de consuelo perdurable. Y así encontrará lo que busca, porque ya tiene predeterminado lo que quiere hallar. Esto es bastante sencillo. Cuando uno hace la pregunta qué es religión, a fin de explorar lo que es, al usar la palabra, ésta no ha de llevar consigo ningún deseo, no debe estar cargada de contenido. Esto también está bastante claro.

LA ENERGÍA Y LA RELIGIÓN FALSA

Energía manipulada por la creencia organizada, mal llamada religión.

Al preguntar ¿Qué es la religión?, en el sentido de querer, el hombre encuentra una realidad o dos maneras de mirar la pregunta: la forma negativa y la positiva. Uno tiene que negar por completo aquello que la religión no es. De otra manera, uno ya tiene una respuesta, ya está condicionado, porque uno se siente totalmente perdido, al no tener dónde agarrarse de forma intelectual, verbal o emocional. No es posible entonces explorar, ya que vivimos en un mundo de incomprensión creado por uno mismo. Y si el que habla dice: vamos a examinar esta pregunta, entremos en ella sin ningún prejuicio, y usted no rechaza lo que no es la religión, entonces vive en un mundo de falsos conceptos, y por eso se aleja de aquí con cierta confusión, esperando descubrir la verdad por medio de otra persona. Si esto está claro, entremos en el asunto.

Ante todo, el hombre -desde el mono hasta el individuo más civilizado- se ha preguntado siempre si hay alguna otra cosa fuera de este mundo; este mundo donde hay trabajo, trastorno, desdicha, confusión, pena incesante, conflicto que aumenta y aumenta y aumenta, problema tras problema, guerras, una nación contra otra, un grupo ideológico opuesto a otro. Y así, ve todo esto en lo exterior, y también ve su propia confusión interna, su desdicha, su completa soledad, el ocasional gozo fugaz y el fastidio de la vida.

Solo imagínese un hombre que se pasa 40 años o más yendo todos los días a la oficina; ¡qué completo aburrimiento tiene que ser eso para él, aunque le ofrezca también una extraordinaria forma de escape de sí mismo, de la familia, de la lucha diaria! Ahí está, bien encerrado en competencia con otros, cosa que disfruta, ya que esa es su vida. Y al ver todo esto, desde el principio mismo del tiempo, como los antiguos egipcios, etc., siempre ha preguntado si hay alguna cosa más allá, algo más, algo que pueda llamarse la Verdad, a lo cual se pueda dar un nombre.

Este hombre salió a buscar algo, queriendo encontrarlo, y vinieron los sacerdotes, los teólogos, que le dijeron: sí, eso existe. O tenían un salvador, un maestro, que les decía lo que hay. Y esa energía que empleó en buscar queriendo encontrar, fue aprisionada y organizada, se creó una imagen que llego a ser encarnación de la realidad, etc. La energía que es necesaria para descubrir fue aprisionada, puesta en un marco de creencia organizada, llamada religión -con sus rituales, sus sacerdotes, su excitación, su entretenimiento, sus imágenes.

En conclusión, eso llego a ser el medio que tuvo que utilizar el hombre para descubrir lo que evidentemente eso no es religión. Ver eso con toda claridad y negarlo por completo, requiere energía. ¿Podemos hacer esto? Como dijimos antes, hay que negar lo que es falso para descubrir lo verdadero. Usted no puede tener un pie en lo falso y vagamente sacar el otro pie para descubrir la verdad. Podemos ver muy bien que el miedo ha producido esta estructura. la estructura de lo que se llama la vida religiosa el temor de este mundo y de lo que va a pasar después que uno muera, el miedo a la inseguridad.

Como la vida es incierta, nada está seguro, nada es permanente, ni la esposa, ni el marido, ni la familia, ni la nación; aunque tengamos una buena cuenta bancaria, nos durará solo mientras vivamos. Comprende uno, pues, que no existe en absoluto nada que sea permanente. ninguna relación, nada y de ahí nace el temor. El temor es una forma de energía, y esta energía es apresada por los que prometen y dicen: yo sé y usted no sabe, he tenido la experiencia y usted no, esto es real y eso no lo es, siga este sistema y encontrará lo que busca. Pues bien, para ver todo eso como lo falso por completo, usted ha de tener energía, y esa energía se disipa cuando no ha comprendido usted el temor. Cuando hay una parte de usted que tiene miedo y otra que dice he de tener algo perdurable, surge la contradicción, y esto es un desperdicio de energía.

¿Puede uno, entonces, rechazar completamente toda forma de eso que se llama organización o creencia religiosa? -lo que se ha convertido en un medio de entretenimiento, en una distracción. Cuando uno ve esto con claridad, ¿puede desecharlo por completo, para no ser explotado por nadie que prometa o que diga: he tenido esta experiencia, que es suprema, soy el salvador, de modo que tenga uno la energía y el estado mental que no teme descubrir y que, por lo tanto, no acepta ninguna autoridad, sea la que fuere, incluso la del que ahora habla?

LO QUE NO ES RELIGIÓN

Así que al negar por completo lo que es falso, lo que no es religión, entonces usted puede proceder a averiguar, a explorar lo que podría ser, lo que es -no como una idea- sino lo que es; no de acuerdo conmigo, con usted o con cualquier otro. Si es de acuerdo con el que les habla, entonces usted vive en un mundo de incomprensión que él trata de comunicarle, creando de ese modo más incomprensión. ¿Está esto bastante claro? ¿O se está volviendo algo complicado?

Mire usted, toda forma de conversación o de comunicación es muy difícil, especialmente cuando se trata de algo que es más bien sutil, de la estructura psicológica del pensamiento y sentimiento humanos. A menos que esté consciente internamente, escuchando mientras hablamos, entonces lo que decimos se convierte en insensata verbosidad. Estamos hablando del contenido total de la vida, no solo de un segmento; estamos hablando de todo el campo de la acción, no de la acción fragmentada.

La religión es una acción completa, total, que abarca toda la vida -no dividida en vida de los negocios, vida sexual, científica y religiosa. Jiddu Krishnamurti

Vivimos en un mundo de acciones fragmentadas, que se contradicen unas a otras, y eso no es vida religiosa, eso crea antagonismo, desdicha, confusión, dolor. Por eso uno tiene que explorar y averiguar por sí mismo, no como individuo separado, sino como ser humano, lo que es esta acción completa, cada minuto, donde quiera que se realice -ya sea en la familia o en el mundo de los negocios, o lo que sea, al pintar, al hablar- una acción completa, total, sin ninguna contradicción en sí misma: por lo tanto, una acción que no engendra desdicha. Ese es un modo de vida religioso. Ese es el aspecto positivo. Hemos negado lo que no es la religión y estamos diciendo lo que es. Entonces, si hay tal acción, hay una vida de armonía, una vida en que se logra la unidad entre hombre y hombre, y no la contradicción ni odio, ni antagonismo. Esto último, según vemos, es lo que las religiones han creado, aunque hablen del amor, aunque hablen de la paz.

EL OBSERVADOR Y LA RELIGIÓN

La religión como acción total es un modo de vida en que hay armonía interior, un sentimiento de unidad completa. Jiddu Krishnamurti

Como dijimos antes, cuando usted camina por los bosques en silencio, mientras la luz del sol poniente cubre lo alto de las montañas o una hoja, se establece una completa unión entre usted y el paisaje. No existe usted en absoluto, no hay palabra, no hay observador (que es la palabra y el contenido de la misma, su imagen), no existe el observador en absoluto, por lo tanto, no hay contradicción Por favor, no se lance usted a algún estado emocional, especulativo. Esto implica una labor muy intensa: ver con mucha claridad cómo estamos viviendo fragmentariamente, en oposición, en antagonismo mutuo, despertando en el otro agresión, violencia, odio. En ese estado no es posible la unidad, y ésta unidad significa amor. Así, un modo religioso de vivir es por la acción total en que no hay nada de fragmentación, la fragmentación que ocurre cuando existe el observador, la palabra, el contenido de ésta, su imagen y toda la memoria. Mientras exista esa entidad, el observador, tiene que haber contradicción en la acción.

No es posible terminar con el odio por medio de su propio opuesto. ¿Comprende usted lo que significa? Si odio a alguien y a causa de este odio, digo: No tengo que odiar, tengo que amar, el amor será el resultado de aquel odio. Todo opuesto tiene sus raíces en el propio opuesto.

Vivimos en un mundo, no solo en lo exterior; también internamente, junto a cosas conocidas. Es decir, conozco el pasado de mi propia actividad, conozco a través de mi pasado condicionado; vivo en lo conocido es un hecho evidente que no necesita gran explicación. Lo intelectual, lo científico, los negocios, la vida cotidiana, están dentro del campo de lo conocido. Tememos salir de esa dimensión. Sentimos que hay una dimensión distinta, que no es lo conocido. Le tenemos miedo a esto y le tenemos miedo a dejar que se nos vaya lo conocido, lo pasado, lo familiar, lo habitual.

Tememos lo desconocido; ¿podemos estar libres de ese miedo y estar con lo desconocido -¿estar? Si le da miedo lo que no conoce, empieza a crear imágenes de ello, tanto externa como internamente. Y entonces hay división: su imagen y la mía, por muy sutil que sea. ¿Puede, pues, la mente permanecer, estar, con lo desconocido, vivir en ello? Porque solo entonces hay renovación de la vida, sucede algo nuevo. Pero si vive usted siempre en lo conocido -como lo hacemos la mayoría de nosotros- lo conocido proyectado hacia el mañana, y llamándolo usted lo desconocido, entonces no lo es, sigue siendo lo conocido como idea. En ese campo de lo conocido hay repetición, imitación, conformismo, y por eso hay siempre contradicción.

El observador es lo conocido...

Cuando miramos un árbol, siempre lo miramos con la imagen de ese árbol, como determinada especie, como algo conocido. Usted mira a su esposa, o a su marido, o a su vecino, con la imagen de lo conocido. Nunca dice: No conozco a mi esposa o a mi marido. Sin embargo, permanezca en ese estado en que dice: En realidad no conozco, y vea lo que ocurre en esa relación con su esposa. Entonces usted no acepta, está sensible y alerta a todas las cosas que le están ocurriendo a usted y a ella. En tal caso la relación es del todo diferente, no hay imagen que haya sido creada por hábito, por toda forma de experiencia, etc., por lo conocido. Y, cuando se vive con otro en un estado mental sin imagen, un estado en que yo no le conozco a usted y usted no me conoce a mí, la relación llega a ser extraordinariamente creadora. No hay conflicto. Entonces la relación despierta la más alta forma de sensibilidad e inteligencia.

LA VIDA RELIGIOSA

La vida religiosa es la existencia de lo desconocido: No sé, no conozco.

Me pregunto si se habrá dicho usted alguna vez: En realidad no sé nada. Usted puede saber algo por medio del conocimiento técnico, usted puede saber leer, etc., pero internamente, psicológicamente, ¿ha dicho usted alguna vez: No sé, en serio, sin haberse puesto neurótico por ello? Si usted lo ha dicho alguna vez, no verbalmente, sino de hecho, entonces habrá visto que desaparece todo condicionamiento. Decirse no sé y vivir ese estado requiere inmensa energía, porque todos los que están a su alrededor actúan en lo conocido, su esposa, su marido, todo lo que le rodea está dentro de lo conocido. Cuando usted dice que no conoce, siempre está en peligro y necesita mucha energía e inteligencia para permanecer en ese estado. Por eso la mente siempre está aprendiendo: y aprender no es acumular.

La vida es acción, vivir significa actuar. Jiddu Krishnamurti

La vida religiosa es una vida de acción, no conforme a un patrón determinado, sino acción en que no hay contradicción, acción que no está segmentada, dividida en vida de negocios, vida social, vida política, vida religiosa, vida familiar, etc., ni vida como conservador ni como liberal. Ver que existe una acción que no está fragmentada, que es total, completa; y vivir de esa manera, es vivir la vida religiosa. Usted solo puede actuar de ese modo cuando hay amor -amar. Y el amor no es placer cultivado y nutrido por el pensamiento; el amor no es cosa para cultivarse. Es solo el amor lo que produce esta acción total y que puede posiblemente traer este completo sentido de unidad.

Lo desconocido no es algo extraordinario...

Al vivir con lo conocido se convierte lo desconocido en su opuesto, algo que es contradictorio. Más cuando usted comprende la naturaleza de lo conocido, las pasadas experiencias, las imágenes que uno ha creado del mundo, como las naciones, las razas, la diferenciación entre las distintas creencias religiosas dogmáticas -todas esas cosas componen lo conocido- y si la mente no está presa en ello, puede haber amor; de lo contrario, haga usted lo que haga, y aunque tenga innumerables organizaciones para traer la paz al mundo, no habrá paz.

Después sigue uno preguntando: ¿Puede un ser humano, usted y yo, u otro, podemos alcanzar una vida en que no haya muerte? ¿Podemos dar con una vida que realmente esté fuera del tiempo? una vida en la cual termine el pensamiento, que crea el tiempo psicológico, como sus temores. El pensamiento tiene su propia importancia, pero psicológicamente no tiene ninguna en absoluto. El pensamiento es dañino, está siempre buscando el placer internamente. El amor no es placer, el amor es bienaventuranza, algo enteramente distinto. Y cuando todo esto se vea con mucha claridad y uno viva de esa manera, -no verbalmente ni en un mundo de incomprensión, sino cuando todo eso sea muy claro, muy sencillo- entonces tal vez haya una vida sin principio ni fin, una vida eterna.