La iluminación espiritual

Siembra amor y recogerás unión

EL AMOR Y LA UNIÓN

El amor está hecho de intercambios. Ahora bien, los intercambios que hacen los seres no consisten únicamente en encontrarse en el plano físico, pueden hacerlos también a distancia, con la palabra, con la mirada, con el pensamiento, sin tocarse, sin ni siquiera verse. Por eso, aunque no hayáis encontrado aún al hombre o la mujer que os inspiren suficientemente para uniros a él o a ella, no es razón suficiente para sentiros solos y privados de amor.

El amor es una energía cósmica que circula por todas partes en el universo. Por eso podéis encontrarlo en las piedras, en las plantas, en los animales... y también en el agua, en el aire, en el sol, en las estrellas... Sí, ¿por qué debéis sufrir por no tener a un hombre o a una mujer en vuestros brazos?... No es el cuerpo, no es la carne lo que os dará el amor, porque el amor no se encuentra ahí.

El amor puede servirse del cuerpo físico como soporte, pero él mismo está en otra parte, está por todas partes: es una luz, un néctar, una ambrosía que llenan el espacio.

El amor divino

El Maestro Peter Deunov decía: Si alimentáis en vosotros la idea del amor en su forma más sublime, obtendréis la ayuda de miles y miles de almas amantes, porque el amor sobreentiende el trabajo colectivo de una multitud de almas unidas entre sí, por esta idea del amor. El amor divino es la mayor fuerza que existe. No dudéis nunca de esta verdad, para que las almas que trabajan en su nombre habiten siempre cerca de vosotros.

Estas palabras merecen ser meditadas, masticadas, digeridas, porque nos abren horizontes extraordinarios. Cuando consigamos esta concepción divina del amor, atraeremos de arriba miles de almas que vendrán a ayudarnos, a sostenernos. El lenguaje humano es débil para expresar la alegría de aquellos que reciben la visita de un semejante amor. Les basta con percibir, mientras pasan, el rostro de un hombre o de una mujer para sentirse en la plenitud.

Amor verdadero

Recompensa dada a aquel que ha aprendido a elevarse hasta la fuente divina.

Los humanos viven el amor como un sentimiento, como una pasión, o incluso a veces como un delirio, una enfermedad… ¡y una enfermedad incurable! El verdadero amor no es nada de todo eso: es un estado de conciencia al que accedemos después de haber andado durante mucho tiempo por el camino del perfeccionamiento interior.

El verdadero amor es la recompensa dada a aquel que ha comprendido que, para ser plenamente feliz, debe acercarse cada día más al mundo de la pureza, de la armonía y de la luz… al mundo de Dios mismo. Y como Dios es la fuente del amor, esforzándose en elevarse hasta Él, recibe el mayor regalo que pueda existir: siente que se vuelve capaz de extender su amor al mundo entero, a todas las criaturas, a toda la creación. Ya no concentra más su atención y sus pensamientos en una sola criatura humana esperando que ésta satisfaga sus deseos y sus necesidades, lo que conlleva necesariamente sufrimientos y decepciones. Se acerca cada día al amor divino, el único que puede llenar su corazón y su alma.

La Siembra

Por: Luis Fallas

Siembra amor, y recogerás unión,
Siembra uniones, y recogerás paz,
Siembra paz, y recogerás armonía,
Siembra armonías, y recogerás ilusión.

Siembra ilusiones, y recogerás vida,
Siembra la vida, y recogerás regalos,
Siembra regalos, y recogerás alegría
Siembra alegría y recogerás la fe perdida.

Siembra la fe, y recogerás esperanza,
Siembra esperanza, y recogerás confianza
Siembra confianza, y recogerás unidad,
Siembra unidad, y recogerás felicidad.

Siembra felicidad, y recogerás carácter,
Siembra acciones, y recogerás hábito,
Siembra hábitos, y recogerás carácter,
Siembra un carácter, y recogerás destino.

Y con esa ilusión, crecerá tu sueño,
con ese sueño, crecerá tu realidad,
con esa realidad, crecerá tu verdad,
y si sembraste todo lo anterior...
podrá crecer Dios en tu corazón.