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El sexo y el problema de la energía reprimida

POR: JIDDU KRISHNAMURTI

Imagen; El sexo y el problema de la energía reprimida; Jiddu Krishnamurti

LA ENERGÍA Y EL SEXO

El desperdicio de energía reprimida por el sexo

Todas las religiones nos han dicho que debemos negar el sexo, reprimirlo, porque según ellas es un desperdicio de energía y uno debe tener energía para encontrar a Dios. Pero esta clase de austeridad, de dura represión y ajuste a una norma, ejerce una violencia brutal sobre todos nuestros más finos instintos. Este tipo de cruel austeridad es un desperdicio de energía mayor que el de la indulgencia en el sexo.

¿Por qué ha convertido usted el sexo en un problema?

En realidad no importa en absoluto si se acuesta o no se acuesta con alguien. Siga con ello o déjelo, pero no lo convierta en un problema. El problema surge de esta constante preocupación. Lo que realmente interesa no es si nos acostamos con alguien o no, sino por qué tenemos todos estos fragmentos en nuestras vidas. En un agitado rincón está el sexo con todas sus preocupaciones; en otro rincón hay una clase diferente de agitación; en otro, un esforzarse tras esto o aquello, y en cada rincón está el continuo parloteo de la mente.

¡Hay tantos modos en que la energía se desperdicia!

Si un rincón de mi vida está en desorden, entonces toda mi vida es desordenada. Si en mi vida hay desorden con relación al sexo, entonces el resto de esa vida se halla en desorden. De modo que no debo preguntar cómo puedo poner en orden un rincón, sino por qué he dividido la vida en tantos fragmentos diferentes, fragmentos que llevan el desorden dentro de sí mismos y que se contradicen el uno al otro.

¿Qué puedo hacer cuando veo tantos fragmentos?

Tengo estos fragmentos porque no soy íntegro internamente. Si investigo todo esto sin dar origen a otro fragmento más, si penetro hasta el final mismo de cada fragmento, entonces en esa percepción que es el mirar, no hay fragmentación alguna. Cada fragmento es un placer separado; yo debería preguntarme si voy a permanecer toda mi vida en algún pequeño y sórdido rincón de placer. Examine usted la esclavitud que implica cada placer, cada fragmento, y dígase a sí mismo: Dios mío, soy un esclavo que depende de todos estos pequeños rincones... ¿Es todo lo que hay en mi vida? Permanezca con ello y vea qué ocurre.

REPRESIÓN SEXUAL

El voto de castidad y la energía de negación constante

El hombre, a lo largo de su historia, ha dicho que para encontrar la realidad o Dios, sea el que sea el nombre que le haya dado, debe ser célibe, es decir, tomar votos de castidad, tomar toda esa energía reprimida y controlarse, luchar consigo mismo el resto de su vida para mantener ese voto.

¡Fíjense que pérdida de energía!

También es una pérdida de energía la indulgencia, que es mucho más significativa cuando hay represión. El esfuerzo para reprimir, controlar y negar nuestros deseos distorsiona la mente, y debido a esa distorsión, surge una austeridad que se convierte en severidad. Por favor, escuchen. Obsérvenlo en sí mismos y en la gente que les rodea, observen esa pérdida de energía, esa lucha, no las implicaciones del sexo o el acto en sí mismo, sino los ideales, las imágenes, el placer, observen cómo el constante pensar en ello es una pérdida de energía. La mayoría de la gente pierde energía en negarlo, en tomar votos de castidad o en pensar constantemente en el sexo.

LA MENTE Y EL SEXO

¿Por qué la mente piensa en el sexo?

¿Por qué se ha convertido en el tema central de nuestras vidas? Habiendo tantas cosas que llaman y reclaman nuestra atención, centramos toda nuestra atención en pensar en el sexo, ¿cuál es la razón, por qué ocupamos nuestras mentes con el sexo? Se debe a que es la forma de evasión máxima, ¿verdad?, es la mejor manera de evadirnos completamente, aunque sea por un momento, porque en ese momento, al menos, nos olvidamos de nosotros mismos. No encontramos otra manera mejor, el resto de cosas que hacemos en la vida acentúan el yo, el ego, los negocios, la religión, los dioses, los dirigentes, las acciones políticas y económicas, las evasiones, las actividades sociales, unirse a un partido y abandonar otro, todo eso acentúa y refuerza el yo. Es decir, solo tenemos un único acto en el cual no acentuamos el yo, por eso se convierte en un problema, ¿no es cierto?

Así, pues, el problema sexual que tortura a tanta gente a través del mundo, no puede ser resuelto hasta que la mente sea comprendida. No podemos poner fin al pensamiento; pero éste cesa cuando el pensador cesa, y el pensador solo cesa cuando hay comprensión de todo el proceso.

El temor surge cuando hay división entre el pensador y su pensamiento; solo cuando no hay pensador no hay conflicto en el pensamiento. Lo que está implícito no requiere esfuerzo para comprenderse. El pensador surge del pensamiento; entonces el pensador se empeña por plasmar, por dominar sus pensamientos, o por darles fin. El pensador es un ente ficticio, una ilusión de la mente.

Cuando hay comprensión del pensamiento como un hecho, entonces no hay necesidad de pensar en el hecho.

Si hay simple y alerta captación sin opción, entonces aquello que está implícito en el hecho empieza a revelarse. Termina, por lo tanto, el pensamiento como hecho. Entonces veréis que los problemas que corren nuestro corazón y mente, dos problemas de nuestra estructura social, pueden ser resueltas. Entonces lo sexual ya no es un problema, tiene su lugar apropiado, no es ni una cosa impura ni una cosa pura.

El sexo tiene su lugar, pero cuando la mente le da un lugar predominante, entonces se convierte en un problema.

La mente le da a lo sexual el lugar predominante porque no puede vivir sin algo de felicidad, y así lo sexual se vuelve problema; mas cuando la mente comprende todo el problema y así llega a su fin, es decir, cuando el pensamiento cesa, entonces hay creación; y es esa creación lo que nos hace felices. Estar en ese estado de creación es bienaventuranza, porque es un olvido de uno mismo en el que no hay reacción como del yo. Esta no es una respuesta abstracta al diario problema sexual, es la única respuesta.

La mente desconoce el amor, y sin amor no hay castidad; y es porque no hay amor que hacéis de lo sexual un problema.

EL SEXO COMO ESCAPE

El sexo es la única fuente para olvidarse de uno mismo

En cada área, en cada actividad, se satisfacen y ponen énfasis en sí mismos, en su importancia, su prestigio, su seguridad. Por tanto, solo queda una fuente para olvidarse de sí mismos, a saber el sexo, y por eso la mujer o el hombre se vuelven muy importantes para uno y necesitan poseer. De modo que han creado una sociedad que refuerza la posesión, que les garantiza esa posesión y, como es natural, el sexo se vuelve un problema muy importante ya que en todo lo demás, lo importante es el ‘yo’.

¿Creen, que uno puede vivir en un estado sin contradicción, sin desdicha, sin frustración?

Cuando hay honradez y de verdad no está esa importancia del ‘yo’, tanto en lo religioso como en lo social, entonces el sexo tiene muy poca importancia. Debido a que tenemos miedo de no ser nada en la política, en lo social y en lo religioso, el sexo se convierte en un problema. Sin embargo, si todas estas cosas pierden importancia para uno, si no son nada, verá que el sexo no es un problema en absoluto.

Lo único que nos queda es el sexo

Intelectualmente estamos asfixiados, nunca pensamos por nosotros mismos, de forma original, repetimos, acumulamos conocimiento de los libros, repetimos constantemente frases de la Gita, del Corán, del último escritor, de esto o aquello. De modo que intelectualmente estamos frustrados, asfixiados, dominados, moldeados, no hay descanso intelectual. Ni emocional, emocional en el sentido de no sentimentalismo...

Así que lo único que nos queda es el sexo

Estamos intelectualmente reprimidos, emocionalmente, no hay salida, no hay sensibilidad. Y, como es natural, lo único que nos queda es el sexo. En la oficina, en nuestra vida cotidiana nos ofenden; la fealdad de la vida moderna donde somos una pieza de la enorme máquina social, mírense a sí mismos, por favor. Su esposa, esposo y el sexo, el sexo ha adquirido una tremenda importancia y, por tanto, a partir de esa exageración el sexo se convierte en un problema.

CONCLUSIÓN

Cuando el movimiento del pensar no está ahí, tengo que expresarlo en términos de tiempo, pero el tiempo es pensamiento. Cuando hay pensamiento, hay tiempo. Cuando el pensamiento está presente, está presente el sexo, cuando el pensamiento está presente, está presente Dios. Cuando el pensamiento no está ahí, no hay Dios, no hay sexo, no hay nada ahí.

Resulta difícil aceptar lo anterior, pero vuestra droga de practicar virtudes, la práctica de virtudes, no es de ninguna manera la base de esto. Y la práctica de la abstinencia sexual, la continencia, y el celibato no son caminos hacia esto. Pero si de todas formas quieren involucrarse con eso y sentir que son muy superiores, es asunto suyo. Yo no estoy aquí para reformarlos. No estoy aquí para guiarlos a ninguna parte. Pero esto es un hecho. Tienen que comprender un hecho como un hecho. No es algo que surja de la lógica, no es algo racional para comprenderlo racionalmente.

El placer es algo que hay que examinar. No estamos diciendo que el placer sea malo o bueno, lo que también nos llevaría a varias conclusiones y, por lo tanto, a oposiciones. Más, para la mayoría de nosotros el amor está asociado, íntimamente enlazado con el placer -sexual o de otra índole-. Y si el amor es placer, entonces es dolor. Cuando hay dolor, ¿hay amor? Lógicamente no lo hay, y sin embargo, seguimos con él, día tras día. ¿Puede uno romper con esta estructura -la tradición- en que estamos presos, y descubrir o dar con ese estado de amor que no sea nada de esto? Está más allá, fuera de esta carpa, no está en este lugar, ni dentro de nosotros.


El sexo es cuestión de mente, y todo lo que es de la mente, si no se realiza, causa frustración.

Jiddu Krishnamurti


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Jiddu Krishnamurti explica en este escrito, «El sexo y el problema de la energía reprimida» como es el desperdicio de energía mental con este pensamiento.


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