La iluminación espiritual

Los relatos de la princesa Mirabai de Rashput

MIRABAI (1498-1546)

Princesa de Rashput, poetisa, compositora y asceta hinduista.

Mirabai era una princesa de Rashput, la única hija de Ratan Singh, hermano menor del soberano de Merta. Mística y poetisa hindú, cuyas composiciones líricas de devoción al dios Krishna son muy populares en el norte de la India.

La princesa Mirabai aparecía en ocasiones como una rebelde, y sus sentimientos religiosos no se consideraban adecuados para una princesa de Rashput viuda. Pasó la mayor parte de su vida en su templo privado dedicado al dios Krishna, recibiendo a los hombres santos y a los peregrinos que llegaban de toda la India, y componiendo poemas religiosos, no exentos de detalles autobiográficos.

Así, encontramos relatos con alusiones a la serpiente venenosa que le fue enviada en un cesto de flores, que se transformó en la estatua del dios en su presencia, o al veneno que bebió de una copa y que no le causó daño alguno.

Mirabai pertenece a una fuerte tradición de poesía devocional en la India medieval, que expresa el amor a Dios comparándolo con los sentimientos humanos (el amor de una madre por su hijo, de un amigo por su amigo, de una mujer por su amado). La poesía de Mirabai refleja su profundo amor por Krishna, especialmente por el uso del simbolismo romántico del matrimonio místico entre ella y su Señor.

El amor es a veces feliz, en presencia de su Amado, pero otras veces supone el dolor profundo de la separación de su Amado.

ÍNDICE

  • Relatos de Mirabai
    • Mirabai con Krishna
    • Mirabai con Goswami
    • Mirabai con Akbar
    • Mirabai con Teresa

RELATOS DE MIRABAI

El relato biográfico más antiguo fue en 1712.

Sin embargo, hay muchas relatos orales, que dan una idea de esta poeta y santa única de la India. Mirabai mientras cantaba plegarias devocionales, con frecuencia perdía la conciencia del mundo, entrando en estados de éxtasis y trance...

Ve a ese reino impenetrable
Que la muerte misma tiembla al mirarla.
Allí se toca la fuente del amor
Con cisnes que se divierten en sus aguas.

MIRABAI Y KRISHNA

Relato de Mirabai con Krishna.

Me colgué de tu mirada, me quedé con tu sonrisa, si te vas no existe nada si te vas, y ahora sé solo sé, te cruzaste en mi camino me encontré el paraíso y me quedé.

Cuando Mirabai tenía 3 años de edad, un asceta hindú llegó a su hogar y le dio a su padre una pequeña deidad de Krishna. Su padre lo consideró una bendición especial, e instaló a la deidad en el altar familiar. Mirabai quedó profundamente apegada a esa deidad, y se negó a comer hasta que la deidad le fue entregada. Convirtió a Krishna en su muñeco y solo vivía para él, lo vestía, solo comía la comida que antes le había ofrecido en un plato. Resolvió convertir a Krishna en su único amigo, amante y esposo. A lo largo de su turbulenta vida, nunca olvidó esta relación con su estatuilla.

Mirabai era una poeta nato. Expresó su profunda devoción a Krishna. Con su imagen en la mano, cantó cientos de kirtans (su gran poder te puede conducir a los picos más altos de la experiencia espiritual y a tener una visión de lo divino), llenos de piedad, amor y dedicación. Incluso hoy en día mucha gente todavía cantan sus kirtans. Aunque ella era una reina que lo tenía todo, abandono todas sus riquezas para adorar a Krishna.

MIRABAI Y GOSWANI

Relato de Mirabai con Goswami.

El Asceta Goswami le negó el ingreso al templo a la princesa Mirabai por su condición de mujer. Ante la injusticia, Mirabai no se quedó callada e increpó al santón: ¿Acaso no somos todos nosotros almas enamoradas de Dios y buscamos reunirnos con nuestro Amado?. Goswami reflexionó un momento, asintió con la cabeza y dejó entrar a Mirabai al santuario.

La puerta del templo está abierta para todos.

Para negros, blancos y amarillos, para mujeres y hombres, para heterosexuales y homosexuales, para izquierdistas y derechistas, para cristianos, hindúes, musulmanes, taoístas y también para los ateos y los agnósticos. Para ricos y pobres. Para todos, sin exclusiones.

MIRABAI Y AKBAR

Relato de Mirabai con Akbar.

La fama de Mirabai se extendió por todas partes, y sus cantos devocionales fueron cantados por todo el norte de la India.

En un relato se dice que la fama y la espiritualidad de Mirabai llegaron a oídos del emperador Akbar. Él era tremendamente poderoso, pero también estaba muy interesado en los diferentes caminos religiosos.

El problema era que él y la familia de Mirabai eran los peores enemigos; visitar a Mirabai le causaría problemas tanto a él como a Mirabai. Pero Akbar estaba decidido a ver a Mirabai, la princesa santa. Disfrazado con la ropa de los mendigos, viajó para visitar a Mirabai. Akbar estaba tan enamorado de su música conmovedora y su canto devocional que puso a sus pies un collar de incalculable valor antes de irse.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la visita de Akbar llegó a oídos del marido de Mirabai. Estaba furioso porque un musulmán y su propio enemigo puso los ojos en su esposa. Ordenó a Mirabai que se suicidara ahogándose en un río. Mirabai tenía la intención de cumplir la orden de su marido, pero cuando ella estaba entrando en el río, Krishna se le apareció y le ordenó que se fuera a Brindaban, donde podría adorarle en paz.

Así que con unos pocos seguidores, Mirabai se fue a Brindaban, donde pasó su tiempo en devoción a Krishna. Después de un tiempo su esposo se arrepintió, sintiendo que su esposa era realmente una santa. Así pues, viajó a Brindaban y le pidió que volviera. Mirabai estuvo de acuerdo, para disgusto del resto de su familia.

Sin embargo, poco después su marido murió luchando en batallas con los emperadores Moghul. Esto empeoró aún más la situación de Mirabai. Su suegro, vio la muerte de su marido como una forma de deshacerse de Mirabai.

Le ordenó que cometiera Satí (cuando la esposa se suicida arrojándose sobre la pira funeraria de su marido). Sin embargo, Mirabai, con la seguridad interior directa de su amado Krishna, dijo que no haría esto. Su verdadero esposo, Krishna no había muerto. Más tarde diría en su poesía.

No voy a cometer Satí. Cantaré las canciones de Krishna, y no me volveré Satí porque mi corazón está enamorado de Krishna.

Después de esta experiencia, su familia continuó torturándola. Restringieron sus movimientos y trataron de hacer su vida lo más incómoda posible. Ante todas estas pruebas y tribulaciones, se mantuvo alejada de su sufrimiento físico.

No había nada que pudiera perturbar su conexión interna con Krishna.

Se dice que dos veces su familia trató de matarla, una a través de una serpiente venenosa y otra a través de una bebida venenosa. En ambas ocasiones, se dice que Mirabai, protegido por la Gracia de Krishna, no sufrió ningún daño.

MIRABAI Y TERESA

Relato de Mirabai con Teresa de Ávila.

Para muchos, el nombre de Mirabai del Rajasthan quizá sea totalmente desconocido. Sin embargo, hay aspectos en la vida y la experiencia religiosa de esta mujer, contemporánea de Teresa de Ávila -si bien proveniente de un universo cultural muy diverso- que nos permiten poner a ambas en relación.

¿Qué une a estas dos mujeres, Teresa y Mirabai?

Las dos entienden la fe como una experiencia vital, no como una colección de dogmas. Ambas carecían de una educación teológica formal, pero también en ambas la teología fue fruto de su experiencia personal.

Hay en Teresa y en Mirabai una clara conciencia de la presencia envolvente de Dios, pero, más allá de la certeza de la trascendencia divina, para las dos, la experiencia es la de un Dios encarnado. El acento se pone en la humanidad de Dios (Cristo/Krishna). Y también en las dos encontramos la simbólica nupcial para referirse a su relación con Dios-Esposo.

Para ambas mujeres, el camino de la unión con Dios es el amor.

La experiencia de ser previamente amadas por Dios que las atrae intensamente las lleva a desprenderse de cualquier otra cosa: riqueza, honor o poder son despreciados y considerados nada en relación con la belleza del Señor.

Teresa de Ávila, usa la imagen del feo gusano de seda que muere para convertirse en una mariposita blanca, muy graciosa.

Mirabai del Rajasthan, por su parte, presenta la imagen de la mariposa nocturna que ofrece su cuerpo a la lámpara, muriendo para unirse a su luz.

En ambos casos, se trata de abandonar el falso yo, la identificación con el estatus, la riqueza y el honor y crecer en un auténtico conocimiento de sí mismo (humildad, en términos teresianos).

Para ambas, el proceso de unión con Dios no se limita al esfuerzo personal, sino que es, ante todo, gracia. La santidad no tiene que ver, para ellas, con rituales externos, sino con la interior transformación del corazón.

Mi Maestro me ha revelado
el espejo dentro de mí;
ahora cantaré y bailaré en éxtasis.

Al verdadero Señor he llegado a ver
mas nadie sabe de este tesoro
que yace dentro de mi propio ser


No olvides el amor; traerá toda la locura que necesitas para desplegarte a través del universo.

Mirabai