La iluminación espiritual

Psicología Budista frente a los freudianos

LA PSICOLOGÍA DE LOS BUDAS

La psicología de los budistas no es un análisis ni una síntesis; es trascendencia, va más allá de la mente. Los freudianos se limitan solo a la mente.

Sigmund Freud introdujo el psicoanálisis en el mundo. Se basa en analizar la mente. Está confinado a la mente. No se sale de la mente, ni una pulgada siquiera. Por el contrario, profundiza en la mente, en las capas ocultas de la mente, en el inconsciente, para encontrar formas y medios a través de los cuales la mente del hombre por lo menos pueda ser normal.

La meta del psicoanálisis freudiano no es muy elevada.

La meta es mantener a la gente normal. Pero la normalidad no es suficiente. Ser simplemente normal no tiene ninguna importancia. Significa la rutina normal de la vida y tu capacidad para soportarla. No te da significado, no te da importancia. No te da una visión de la realidad de las cosas. No te lleva más allá del tiempo, más allá de la muerte. Como mucho, es un mecanismo útil para aquellos que se han vuelto tan anormales que les es imposible soportar su vida cotidiana; que no pueden vivir con la gente, que no pueden trabajar, que se han quedado encerrados. La psicoterapia les proporciona cierto equilibrio; no de integridad, no te vayas a creer, sino tan solo de un cierto equilibrio. Los empaqueta. Continúan estando fragmentados. Nada se cristaliza en ellos, no nace un alma. No se vuelven felices, tan solo se sienten menos infelices, menos desgraciados.

La psicología les ayuda a aceptar la desgracia.

Les ayuda a aceptar que eso es lo único que la vida puede darte, así que no pidas más. En cierto modo, es peligroso para su crecimiento interior, porque el crecimiento interior solo ocurre cuando existe un descontento divino. Cuando estás absolutamente insatisfecho con las cosas tal como son, y solo entonces, entras en una búsqueda, solo entonces empiezas a elevarte más, solo entonces te esfuerzas para salirte del lodo.

Jung llegó un poco más lejos en el inconsciente. Pasó al inconsciente colectivo. Eso es meterse cada vez más en terreno fangoso, y no será de ninguna ayuda.

Assagioli se fue al otro extremo. Viendo el fracaso del psicoanálisis inventó la psicosíntesis. Pero se basa en la misma idea. En vez de enfatizar el análisis, él enfatiza la síntesis.

La psicología de los budas no es ni un análisis ni una síntesis; es trascendencia, es ir más allá de la mente, no es trabajar dentro de la mente, es trabajo que te saca fuera de la mente. Ese es exactamente el significado de la palabra éxtasis: estar fuera.

Cuando eres capaz de salirte de tu propia mente, cuando eres capaz de crear una distancia entre tu mente y tu ser, has dado el primer paso en la psicología de los budas. Y entonces ocurre un milagro: cuando te sales de la mente, todos los problemas de la mente desaparecen, porque la propia mente desaparece; pierde su agarre en ti.

El psicoanálisis es como podar las hojas de un árbol, pero volverán a salir nuevas hojas. No es cortar desde las raíces. Y la psicosíntesis es volver a poner en el árbol las hojas caídas. Tampoco eso les dará vida. Simplemente, se verán feas; no estarán vivas, no estarán verdes; no serán parte del árbol, sino que estarán pegadas de algún modo.

La psicología de los budas corta desde las mismas raíces del árbol que crea toda clase de neurosis, psicosis, que crea al hombre fragmentado, al hombre mecánico, al hombre que es como un robot. Y la manera es sencilla...

El psicoanálisis lleva años, y aun así el hombre sigue igual. Es una renovación de la vieja estructura, es poner un parche aquí y otro allá, una lavada de cara a toda la casa. Pero es la misma casa, nada ha cambiado radicalmente. No ha transformado la consciencia del hombre.

La psicología de los budas no trabaja con la mente. No tiene interés en analizar o en sintetizar. Simplemente te ayuda a salir de la mente para que puedas echar un vistazo desde afuera. Y el propio vistazo es una transformación. En cuanto puedes mirar tu mente como un objeto y desligarte de ella, te desidentificas de ella; se crea una distancia, y las raíces se cortan.

¿Por qué se cortan las raíces de esta forma? Porque eres tú quien alimenta a la mente; si tú no te identificas con ella, dejas de alimentarla. Cae muerta por su propio peso.

Hay una preciosa historia. A mí me encanta...

Un día Buda estaba pasando por un bosque. Era un caluroso día de verano y Buda tenía sed. Le dijo a Ananda, su discípulo principal: Ananda, regresa. Tan solo tres o cuatro millas atrás hemos pasado una pequeña corriente de agua. Tráeme un poco de agua; toma mi escudilla de mendicante. Me siento muy cansado y tengo mucha sed. Había envejecido.

Ananda regresó, pero cuando llegó al arroyo, unas carretas acababan de pasar y habían dejado el agua muy turbia. Se habían removido las hojas que había en el fondo; ya no era posible beber esa agua; estaba demasiado sucia. Regresó con las manos vacías, y dijo: Tendrás que esperar un poco. Iré más adelante. He oído que tan solo a dos o tres millas de aquí hay un gran río. Traeré agua de allí.

Pero Buda insistió. Dijo: Regresa y trae agua del mismo arroyo.

Ananda no podía entender la insistencia, pero si el maestro lo dice, el discípulo tiene que obedecer. Aun viendo lo absurdo del asunto (tener que caminar de nuevo tres, cuatro millas, y sabiendo que el agua no se podía beber), fue.

Cuando se iba, Buda le dijo: Y no regreses si el agua todavía está sucia, simplemente siéntate en la orilla en silencio. No hagas nada, no te metas en la corriente. Siéntate en silencio en la orilla y observa. Mas tarde o más temprano el agua volverá a estar clara, entonces llena la escudilla y regresa.

Ananda llegó allí de nuevo. Buda tenía razón: el agua ya estaba casi clara, las hojas se habían separado, el polvo se había posado. Pero todavía no estaba absolutamente clara, así que Ananda se sentó en la orilla simplemente observando el fluir del río. Poco a poco, se volvió cristalina. Regresó bailando. Entonces comprendió por qué Buda era tan insistente. Había cierto mensaje en ello para él, y él comprendió el mensaje. Le dio el agua a Buda, le dio las gracias y tocó sus pies.

Buda dijo: ¿Qué estás haciendo? Soy yo quien debería darte las gracias por haberme traído el agua.

Ananda contestó: Ahora lo comprendo. Al principio estaba enojado; no me daba cuenta, pero estaba enojado porque era absurdo volver hasta allí. Pero ahora he comprendido el mensaje. Eso es lo que yo en realidad necesitaba en ese momento. Lo mismo ocurre con la mente; sentado en la orilla de ese arroyuelo, me di cuenta de que me pasa lo mismo con la mente. Si salto a la corriente volveré a ensuciarla. Si salto a la mente se crea más ruido, empiezan a surgir, a salir a la superficie más problemas. Sentado al lado aprendí la técnica. Ahora también me sentaré al lado de mi mente, observándola con todas sus suciedades, problemas, hojas viejas, golpes, heridas, memorias y deseos. Indiferente, me sentaré a la orilla y esperaré el momento en que todo esté claro.

Y ocurre por sí solo, porque en cuanto te sientas en la orilla de tu mente dejas de darle energía. Eso es la verdadera meditación. La meditación es el arte de la trascendencia.

Freud habla del psicoanálisis, Assagioli de la síntesis. Buda siempre ha hablado de la meditación, de la consciencia.

¿Cuál es la singularidad de esta tercera psicología? La meditación, la consciencia, la observación, el presenciar: esa es su singularidad. No se necesita ningún psicoanalista. Puedes hacerlo por ti mismo; de hecho, tienes que hacerlo por ti mismo. No se necesitan directrices, es un proceso muy simple; simple si lo haces; si no lo haces, parece muy complicado. Incluso la palabra meditación asusta a muchas personas. Piensan que es algo muy difícil, arduo. Sí, si no lo haces es difícil y arduo. Es como nadar. Es muy difícil si no sabes, pero si sabes, sabes que es un proceso muy simple. Nada puede ser más sencillo que nadar. No es un arte en absoluto; es algo espontáneo y natural.

Sé más consciente de tu mente. Y siendo consciente de tu mente te harás consciente del hecho de que tú no eres la mente, y ese es el comienzo de la revolución. Tú has empezado a fluir cada vez más elevado. Ya no estás atado a la mente. La mente funciona como una roca y te mantiene. Te mantiene en el campo de gravedad. En cuanto no estás apegado a la mente, entras en el campo de los budas. Entrar en el campo de los budas significa entrar en el mundo de la levitación. Empiezas a flotar hacia arriba. La mente va tirando de ti hacia abajo.

Así que no se trata de una cuestión de analizar ni sintetizar. Se trata simplemente de volverse consciente. Por eso en Oriente no hemos desarrollado una psicoterapia como la de Freud, la de Jung o la de Adler; y hoy en día hay muchas en el mercado. No hemos desarrollado ni una sola psicoterapia porque nosotros sabemos que las psicoterapias no pueden curar. La curación llega cuando ya no estás atado a la mente. Cuando estás desconectado de la mente, desidentificado, absolutamente desligado, cuando el cautiverio se ha acabado, entonces ocurre la sanación.

La trascendencia es la verdadera terapia, y no solo es psicoterapia. No solo es un fenómeno limitado a tu psicología, es mucho más que eso. Es espiritual. Cura tu mismísimo ser.