La iluminación espiritual

El ideal de la Iluminación espiritual

POR: SANGHARAKSHITA

Imagen; El ideal de la Iluminación espiritual; Sangharakshita

EL IDEAL DE LA ILUMINACIÓN

¿De dónde proviene el Ideal de la iluminación?

El ideal de iluminación tiene sus orígenes en la vida misma, en la historia humana; y de hecho no podría venir de ninguna otra fuente. Evidentemente, el ideal del ser humano debe nacer de sí mismo. Si miramos el pasado y examinamos nuestra historia podremos distinguir varios personajes que alcanzaron el estado de iluminación, que cruzaron el abismo entre lo real y lo ideal. Personajes que lograron desarrollar completamente esas facultades espirituales, que en la mayoría de las personas se encuentran en forma germinal. En nuestra historia podemos encontrar ejemplos de individuos, que han sido en vida la perfecta personificación del ideal de la iluminación.

BUDA Y LA ILUMINACIÓN Ó BODHI

En particular, al examinar la historia oriental -la historia de la India- notamos la figura del Buda. Vemos la figura de un joven hindú, quien, hace unos 2,500 años, alcanzó el estado de iluminación o Bodhi, como se le conoce en las escrituras budistas, y que significa Conocimiento o Despertar. El fue quien, después de alcanzar la iluminación, inició la gran revolución, la gran tradición espiritual que ahora conocemos como budismo.

A estas alturas me gustaría aclarar ciertos malentendidos que existen con relación al Buda y al budismo. Al comienzo he dicho que aún muchas personas que no son budistas conocen, por lo menos, la imagen del Buda, y que tal vez ésta ya les resulte bastante familiar. Sin embargo, el que se haya visto la figura muchas veces no implica que se sepa claramente lo que ella representa.

Hay muchos que conocen la figura del Buda sin saber quien o que fue; de hecho, ha habido mucha confusión y graves malentendidos con respecto al Buda. Existen dos tipos de opinión errónea, que merecen nuestra atención: la primera nos dice que el Buda fue un hombre común y la segunda que el Buda fue un Dios. Ambos malentendidos provienen de un tipo de enfoque cristiano o al menos teísta; es decir, en donde se concibe la existencia de un Dios personal, un ser Supremo Creador del Universo, que gobierna todo con su providencia.

DIOS Y EL CRISTIANISMO ORTODOXO

En todo el cristianismo ortodoxo, como sabemos, Dios y el hombre son dos seres totalmente diferentes; Dios se encuentra allá arriba, en tanto que el hombre está aquí abajo, y entre ellos existe un abismo insuperable. Dios es el creador, ha creado al hombre del polvo para llevarlo a la existencia. Según ciertas versiones, el hombre ha sido creado de una manera muy similar a la forma que crea una vasija el alfarero. Además, Dios es puro, Dios es sagrado, sin pecado; por el contrario el hombre es pecador y nunca podrá llegar a ser como Dios; esto sería absurdo para el cristiano ortodoxo. Incluso Dios no puede llegar a ser hombre, con la única excepción de Jesucristo, que en el cristianismo, es la encarnación misma de Dios.

Entonces, desde el punto de vista cristiano, solo existen tres categorías para distinguir a los seres: Dios, el hombre -es decir el hombre pecador- y Jesucristo -la encarnación de Dios-. Ahora bien, ¿en qué categoría está el Buda? ¿Cómo aplica su criterio el cristiano ortodoxo al encontrarse con el Buda? Evidentemente para el cristiano ortodoxo el Buda no puede ser Dios, ya que para él, Dios hay solo uno; tampoco puede ser una encarnación de Dios, porque Dios se encarnó solo una vez para que naciera Jesucristo. Así que solamente queda una alternativa: la del hombre. Por lo tanto el cristiano ortodoxo al enfrentarse con el Buda, lo considera como un hombre normal, esencialmente igual que todos; tal vez, mejor que la mayoría. Pero por más bueno que haya sido se le sigue considerando inferior a Dios y a Jesucristo. Entonces este es el primer malentendido con el Buda.

Pasemos ahora a examinar el segundo, que se deriva del primero. Los eruditos cristianos sostienen que aunque el Buda haya sido tan solo un hombre ordinario, sus seguidores lo convirtieron en un Dios. A veces pueden hasta encontrarse libros en la época moderna, donde se afirma que el Buda fue deificado por sus seguidores después de su muerte. Nos dicen que esto lo indica el hecho de que los budistas veneran al Buda, y evidentemente, solo puede venerarse a un Dios. Para el cristiano venerar a alguien o a algo implica convertirlo en un Dios.

Ahora bien, ambos malentendidos se resuelven muy fácilmente. Lo único que tenemos que hacer es librarnos de nuestro condicionamiento cristiano que afecta, al menos inconscientemente, hasta a aquellos que ya no se consideran cristianos. Tenemos que abandonar esa tendencia de ver al Buda desde puntos de vista que no son budistas. Debemos recordar que el budismo es una tradición atea, es decir, que no concibe la existencia de un supremo ser creador del universo; de hecho, la tradición budista desmiente abiertamente la existencia de tal ser. De hecho el Buda consideró que la creencia de un Dios personal era un obstáculo para la vida espiritual.

¿QUIÉN O QUÉ FUE EL BUDA?

Veamos ahora las siguientes cuestiones: ¿Quién o qué fue el Buda? ¿Cuál es la actitud de los budistas hacia él? ¿Cómo se vio el Buda a sí mismo? En primer lugar, el Buda fue un hombre, un ser humano, pero no un ser humano ordinario sino un hombre iluminado. Un hombre que llego a ser en vida la personificación del Conocimiento perfecto, el Amor y Compasión infinitos y la Energía inagotable. Pero él no nació siendo un hombre extraordinario, alcanzó la iluminación como resultado de su propio esfuerzo, desarrollando al máximo su potencial, que tan solo era una semilla. De modo que el budismo reconoce dos categorías de seres humanos: un ser humano ordinario y un ser humano iluminado.

Ahora bien, aunque la distancia entre ellos no sea insuperable como lo es entre Dios y la persona, para el cristiano, es una distancia enorme y para atravesarla se requiere de un esfuerzo tremendo. De hecho hay budistas que creen que para alcanzar la iluminación es necesario mantener un esfuerzo constante a través de toda una sucesión de vidas, ya sea en la tierra o en otros planos superiores de la existencia.

Por esta razón se considera que el hombre iluminado pertenece a una categoría de ser independiente. Desde el punto de vista budista, el ser iluminado es el ser más sublime de todo el universo, más aún que los dioses, y por esta razón se le venera. Se le venera en agradecimiento por habernos indicado el camino, por habernos dado el ejemplo, por habernos demostrado lo que es posible, lo que nosotros también podemos llegar a ser. En otras palabras, el Buda es venerado no como Dios, sino como maestro, como Ser Ejemplar, y como Guía.

Cabe notar que Gautama Buda es muchas veces llamado Lokajyestha. En Occidente Gautama Buda se conoce simplemente como Buda, no obstante en Oriente hay una serie de títulos con que puede aludírsele. Entonces al Buda se le conoce también como Tathagata, Bhagavan, Arahant, Lokajyestha, etcétera. El término Lokajyestha quiere decir hermano mayor del mundo o hermano mayor de la humanidad. El Buda es llamado Lokajyestha porque, espiritualmente, fue el primero en nacer.

En las escrituras budistas a veces se presenta al Buda diciéndole a sus discípulos: vosotros sois mis verdaderos hijos, nacidos de mi boca, nacidos de las Enseñanzas; herederos de riquezas espirituales, no herederos de cosas mundanas. En otras ocasiones en la Vinaya Pitaka, o Cesta de la Disciplina, se compara al Buda con el primer pollo que emerge en un nido de huevos. Este, al nacer, comienza a picotear las cáscaras de los otros huevos, ayudando a los otros pollos a terminar de nacer. Así, nos dicen, es el Buda el primero en salir de la cáscara de la ignorancia, la cáscara de la ceguera y oscuridad espiritual, despertándonos con sus Enseñanzas y ayudándonos a surgir.

De todo lo anterior podemos deducir la concepción budista del ser iluminado. El Buda pertenece a una categoría de ser para la que no tenemos equivalente en el pensamiento o en las tradiciones religiosas occidentales. No es ni Dios, ni hombre en el sentido cristiano, ni siquiera hombre sin Dios; es decir hombre por sí mismo. El Buda es una categoría de ser entre Dios y el hombre, y al mismo tiempo superior a ambos.

Quizás podremos entender mejor lo que es el ser iluminado desde el punto de vista del proceso evolutivo. El hombre es un animal, pero no un animal ordinario. Digamos que es, por falta de términos más apropiados, un animal racional. El hombre representa una nueva especie, una nueva mutación, una nueva categoría de ser: es un animal, pero al mismo tiempo mucho más que un animal, es un ser humano. De la misma manera, un Buda es un ser humano, pero no uno ordinario, un Buda es un ser humano iluminado. El también representa una nueva especie, una nueva mutación, una nueva categoría de ser; es un ser humano, pero al mismo tiempo infinitamente más que un ser humano, es un ser humano iluminado, un Buda.

BUDA Y EL BUDISMO

Así, pasamos ahora a los malentendidos que hay con respecto al budismo. Estos, como es de esperar se encuentran muy relacionados con ideas erróneas sobre el Buda. Dado que el budismo es una religión atea, no puede considerársele realmente una religión, en el sentido occidental. Hay muchas personas que encuentran dificultad para entender esto porque siempre han considerado el budismo como una religión. Tal vez lo han visto concebido de estos modos en una enciclopedia o en la televisión, y sin duda se adhieren a la vaga idea de que religión significa creer en Dios. Por lo tanto piensan que el budismo debe profesar una creencia en Dios. Pero esto no es mas que un pensamiento confuso. Algunos piensan que el Budismo debe tener un Dios en alguna parte, y se esfuerzan exageradamente por encontrarlo; además acusan al budista de haberlo extraviado o perdido, y hasta de estar escondiéndolo.

Entonces, si el budismo no es una religión en el sentido cristiano ¿qué es? Podemos responder a esta pregunta volviendo a nuestra distinción entre lo real y lo ideal, entre el ser humano ordinario y el ser humano iluminado. El budismo, o lo que se conoce tradicionalmente como Dharma, es todo aquello que nos ayuda a transformar lo real en lo ideal, es todo aquello que nos ayuda a reducir el abismo que existe entre el estado de la ignorancia y el estado de la iluminación. Dicho de otra manera, el budismo es todo aquello que nos ayuda a desarrollarnos, todo lo que nos ayuda a madurar.

Por anterior razón, vemos al Buda diciéndole a Mahaprajapati Gautami, su tía y madre adoptiva, que: Toda enseñanza que conduzca a erradicar las pasiones, al desapego, a disminuir las riquezas mundanas, a la frugalidad, a estar contento, a la soledad, a más energía, al deleite en todo lo bueno; puedes estar segura que estas enseñanzas son las mismas que las del Buda. De modo que el criterio no es nada teórico sino mas bien práctico. En el curso de su larga historia, el budismo ha creado muchas y muy variadas filosofías, instituciones y métodos; todo con el solo propósito de asistir al ser humano individual en su desarrollo, desde el estado ordinario hasta el estado del ser humano iluminado o Buda.

Concluimos de este modo como empezamos: con la figura del Buda sentado bajo el árbol Bodhi, a escasas semanas de su gran despertar. Según una de las versiones más antiguas, en aquel momento el Buda extendió la mirada sobre el mundo, sobre toda la humanidad, no con su visión material, sino con lo que llaman su visión espiritual. Y al mirar de esta manera, vio la humanidad como un lecho de flores de loto sobre un lago, algunas estaban sumergidas en el lodo, mientras que otras apenas emergían y otras estaban completamente fuera del agua. En otras palabras el Buda vio esas flores, los seres humanos, como seres en diferentes etapas de crecimiento, en diferentes etapas de desarrollo.

Podemos decir entonces que de esta forma el budismo ha visto a la humanidad desde entonces: como un lecho de plantas capaces de producir brotes, como brotes capaces de producir capullos, como capullos capaces de convertirse en flores, en flores de loto, y más aún, capaces de convertirse en la flor de loto de mil pétalos. Sin embargo para que los seres humanos crezcan y se desarrollen necesitan de un guía; su crecimiento no puede efectuarse inconscientemente, como en el caso de las plantas: los seres humanos solo pueden crecer por medio de un esfuerzo consciente. De hecho, podríamos decir que para los seres humanos el crecimiento implica el desarrollo de la conciencia.

LOS IDEALES HUMANOS

Por las razones anteriores el humano necesita un ideal. No un ideal de su ser parcial, ni un ideal que solo tome en cuenta ciertas relaciones con la vida, sino un ideal para sí mismo, como ser humano. Además, este ideal ha de ser un ideal natural, no uno artificial; no puede imponérsele desde el exterior, sino que debe encontrarse implícito en su propia naturaleza, en las profundidades mismas de su ser. Debe ser un ideal que, de hecho, represente la culminación del desarrollo de su potencial, en el más amplio y profundo sentido. Este es, por lo tanto, el ideal que he tratado de comunicarles, el Ideal de la iluminación Humana.

No obstante, debemos reconocer que en la actualidad hay muchas personas que no creen en ideales, y menos aún en ideales espirituales. Hay muchos que no creen en la posibilidad de transformar lo real en lo ideal. En cambio, en la tradición budista no se duda de esta posibilidad; en el budismo se tiene fe en los ideales, se tiene fe en el ideal espiritual, el Ideal de la iluminación Humana. Y se tiene fe en este ideal porque se tiene fe en el ser humano, en su potencial creativo. Y debido a esto se le pide que tenga fe en sí mismo, no se le exige que crea en el budismo, mas bien se le pide que tome el Ideal de la iluminación Humana como una hipótesis práctica. En el budismo se le pide que experimente, que pruebe por sí mismo.


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