LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
Un ser despierto permanece neutral ante la alabanza y el reproche.
Las palabras de alabanza y celebridad sólo sirven para engañarnos.
Mucho me engaño o raras son en nuestros días las personas muy celebradas cuyas alabanzas no hayan comenzado en su propia boca.
La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuando es malo y vicioso el que alaba.
Alabanza y culpa, ganancia y pérdida, placer y dolor; van y vienen como el viento. Para ser feliz, descansa como un árbol gigante en medio de todo eso.
Así como una roca sólida es inquebrantable por el viento, los sabios son inquebrantables por la alabanza o la culpa.
Viviendo una vida de paz y virtud, sé indiferente tanto a la alabanza como a la censura de los hombres.
El cuerpo es verdadero vestido del espíritu, el cual posee una voz viviente, para que de esta manera el cuerpo con el alma, use su voz para cantar las alabanzas de Dios.
¡Aniquilado sea quien aflija a mi Bienamado! Allí donde se cantan Sus alabanzas, allí vivo yo.
De mi boca ya no salen palabras impuras. Día y noche canto Sus alabanzas.
Si uno se acerca a Dios con alabanza y oración, incluso medio pie de cubo, Dios irá veinte leguas a su encuentro.
La propia alabanza, discípulo, es a manera de una torre elevada, a la cual ha subido un loco presuntuoso, que permanece allí en orgullosa soledad e inadvertido de todos, excepto de él mismo.
El sentido radical y paradójico de Jesús de quién podía y quién no podía entrar en el Reino se ilustra aún más claramente con su famosa alabanza a los niños.
Así como una roca sólida es inamovible por el viento, los sabios son inquebrantables por la alabanza o la culpa.
En el mejor de los casos, es necesario el elogio o la alabanza de las relaciones más sencillas y amistosas, al igual que la grasa es necesaria para mantener las ruedas girando.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible
La alabanza y la culpa, el ganar y el perder, el placer y el dolor vienen y se van como el viento. Para ser feliz, descansa como un gran árbol en medio de todo esto.
Canten alabanzas, alégrense juntos, lugares desolados de Jerusalén. Porque Jehová ha consolado su pueblo, ha redimido a Jerusalén. Isaías 52:9.
Un ser despierto permanece neutral ante ambos, la alabanza y el reproche.
Las tristes almas de aquellos que vivieron sin fallas y sin alabanzas.
Se callan, es bastante alabanza.
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