El gran dilema de la paz

No soy nacionalista, pienso que solo debiera haber un país para todos La Tierra; Sin embargo, nací en Colombia y a regañadientes me someto a sus leyes.

JEBUNA

PAZ, PAZ, GUERRA PARA ATRÁS

No soy nacionalista, pienso que solo debiera haber un país para todos La Tierra. Sin embargo, nací en Colombia y a regañadientes me debo someter a sus leyes, a su corrupción, a sus injusticias. En mi terruño, los políticos llenan sus arcas para poder cumplirle al pueblo y hurtar. Qué ironía. Casi todos los países padecen de este mal. Los gobernantes prefieren aumentar los impuestos en lugar de dejar de ser corruptos, prefieren vender la conciencia de un pueblo a cambio de unas migajas de tranquilidad.

Sueño el día que las leyes del amor rijan a todos.

Confieso que quiero apoyar el SI por la Paz. No quiero más asesinatos, no más niños inocentes cargando un fusil, no más mujeres violadas, no más desplazados. Para los que estamos cansados con la guerra, es una ganancia suficiente para poder respirar tranquilidad pensando que, si todo sale mal y los pillos terminan gobernando, de alguna manera no las arreglaremos para ajustar las cargas en el futuro. Es mejor guerrearla sin la muerte a cuestas.

Les cuento que el plebiscito por la Paz me está generando un conflicto de conciencia porque por el otro lado no quiero que gobiernen seres sin escrúpulos que solo saben vivir de la guerra y el narcotráfico, -de la muerte-. Pienso que la guerrilla intimido a Colombia y le dijo: El poder o la vida y cobardemente estamos cediendo a sus exigencias. ¿Eso es PAZ? No es la que yo anhelo. Deseo una Paz donde el malo se convierta en bueno de forma unilateral, ese es el verdadero camino que conduce al bienestar social, al amor.

Conclusión

Votaré por el Si porque la vida y la libertad son sagradas. Mientras evitemos que un hermano nuestro sea asesinado o secuestrado y un niño sea esclavizado, será suficiente pretexto para hacerlo. Además, es la única paz que podemos alcanzar y es la mejor que se ha propuesto hasta el momento. Muy lejos de la que anhelamos, pero es la única que podemos pretender.