
NO SUEÑES, DESPIERTA
La vida es un sueño, interiorizarse es despertarse.
El primer criterio de la espiritualidad es que el hombre manifieste su consciencia de la inconmensurabilidad entre lo Real y lo ilusorio, lo Absoluto y lo relativo, la existencia y el mundo.
El segundo criterio es que el hombre manifieste su elección de lo Real: que comprenda la necesidad imperiosa de una adhesión activa a lo Real; y, por lo tanto, de una relación concreta, operativa y liberadora del Amor.
El tercer criterio es que, sabiendo que lo Real es el Bien Supremo y que, por consiguiente, contiene y proyecta todas las bellezas, el hombre se conforme a ellas con toda su alma; pues lo que sabe que es perfecto, y lo que quiere alcanzar, debe también serlo; y lo es por las virtudes y no de otro modo.
El hombre posee una inteligencia, una voluntad y un alma; una capacidad de comprender, una capacidad de querer y una capacidad de amar. Cada una de estas tres facultades implica una función esencial y suprema que es su razón de ser, sin lo cual no seríamos hombres; una función determinada por lo Real y que contribuye a la liberación.
Conocimiento total, voluntad libre y amor desinteresado; inteligencia capaz de absoluto, voluntad capaz de sacrificio, alma capaz de generosidad. Todos los dogmas, todas las prescripciones y todos los medios de una religión tienen su razón suficiente en las tres vocaciones fundamentales del hombre: en el discernimiento, en la práctica y en la virtud. Y todos los dones y medios de una religión el hombre los lleva en sí mismo, pero ya no tiene acceso a ellos a causa de la caída; de ahí precisamente la necesidad —en principio relativa— de formas externas que despiertan y actualizan las potencialidades espirituales del hombre, pero que corren el riesgo, también, de limitarlas; de ahí, además, la necesidad del esoterismo.
LA BELLEZA
La belleza llama al amor.
La percepción de la belleza, que es una adecuación rigurosa y no una ilusión subjetiva, implica esencialmente, por una parte, una satisfacción de la inteligencia y, por otra, un sentimiento a la vez de seguridad, de infinidad y de amor.
De seguridad: porque la belleza es unitiva y excluye, con una suerte de evidencia musical, las fisuras de la duda y de la inquietud.
De infinidad: porque la belleza, por su propia musicalidad, hace que se fundan los endurecimientos y los límites y libera, así, al alma de sus estrecheces;
De amor: porque la belleza llama al amor, es decir, invita a la unión y por lo tanto a la extinción unitiva.
ILUSIONES SUTILES
Apartan al peregrino espiritual de la vía recta y provocan su caída.
La pobreza es no apegarse en la existencia, ni al sujeto ni al objeto. Se habla mucho de las ilusiones sutiles y de las seducciones que apartan al peregrino espiritual de la vía recta y provocan su caída. Pues bien, estas ilusiones no pueden seducir más que a aquel que desea algún provecho para sí mismo, tal como poderes o dignidades o gloria, o que desea goces interiores o visiones celestiales o voces, y así sucesivamente, o un conocimiento tangible de misterios divinos.
Pero aquel que en la oración no busca nada terrenal, de modo que le es indiferente el ser olvidado por el mundo, y que además no busca ninguna sensación, de modo que le es indiferente no recibir nada sensible, aquél tiene la verdadera pobreza y no se le puede seducir. En la verdadera pobreza no queda más que la existencia pura y simple, y ésta es en su esencia Ser, Consciencia y Beatitud. En la pobreza no le queda al hombre más que lo que es, luego todo lo que es.
EXISTENCIA, VIDA E INTELIGENCIA
En el fondo, no hay más que tres milagros: la existencia, la vida, la inteligencia; con ésta, la curva surgida de la existencia se cierra sobre sí misma, como un anillo que en realidad nunca ha salido del Infinito.
A nuestro alrededor está el mundo del estrépito y de la incertidumbre; y hay encuentros súbitos con lo sorprendente, lo incomprensible, lo absurdo, lo decepcionante. Pero estas cosas no tienen derecho a ser un problema para nosotros, aunque sólo fuera porque todo fenómeno tiene unas causas, las conozcamos o no. Sean cuales sean los fenómenos y sean cuales sean sus causas, siempre está lo que es; y lo que es se sitúa más allá del mundo del estrépito, de las contradicciones y de las decepciones.
Todo lo anterior no puede ser alterado ni disminuido por nada, y Esto es Verdad, Paz y Belleza. Nada lo puede empañar, y nadie puede quitárnoslo. Sean cuales sean los ruidos del mundo o del alma: La Verdad será siempre la Verdad; La Paz será siempre la Paz y la Belleza será siempre la Belleza. Estas realidades son tangibles, están siempre a nuestro alcance inmediato; basta mirar hacia ellas y sumergirse en ellas. Son inherentes a la propia existencia; los accidentes pasan, la substancia permanece. Deja al mundo ser lo que es y toma tu refugio en la Verdad, la Paz y la Belleza, en las cuales no hay ninguna duda ni ninguna tara.