La iluminación espiritual

Despierta a la belleza de la existencia

POR: FRITHJOF SCHUON

Imagen; Despierta a la belleza de la existencia; Frithjof Schuon

NO SUEÑES, DESPIERTA

La vida es un sueño, interiorizarse es despertarse.

El primer criterio de la espiritualidad es que el hombre manifieste su consciencia de la inconmensurabilidad entre lo Real y lo ilusorio, lo Absoluto y lo relativo, la existencia y el mundo.

El segundo criterio es que el hombre manifieste su elección de lo Real: que comprenda la necesidad imperiosa de una adhesión activa a lo Real; y, por lo tanto, de una relación concreta, operativa y liberadora del Amor.

El tercer criterio es que, sabiendo que lo Real es el Bien Supremo y que, por consiguiente, contiene y proyecta todas las bellezas, el hombre se conforme a ellas con toda su alma; pues lo que sabe que es perfecto, y lo que quiere alcanzar, debe también serlo; y lo es por las virtudes y no de otro modo.

El hombre posee una inteligencia, una voluntad y un alma; una capacidad de comprender, una capacidad de querer y una capacidad de amar. Cada una de estas tres facultades implica una función esencial y suprema que es su razón de ser, sin lo cual no seríamos hombres; una función determinada por lo Real y que contribuye a la liberación.

Conocimiento total, voluntad libre y amor desinteresado; inteligencia capaz de absoluto, voluntad capaz de sacrificio, alma capaz de generosidad. Todos los dogmas, todas las prescripciones y todos los medios de una religión tienen su razón suficiente en las tres vocaciones fundamentales del hombre: en el discernimiento, en la práctica y en la virtud. Y todos los dones y medios de una religión el hombre los lleva en sí mismo, pero ya no tiene acceso a ellos a causa de la caída; de ahí precisamente la necesidad —en principio relativa— de formas externas que despiertan y actualizan las potencialidades espirituales del hombre, pero que corren el riesgo, también, de limitarlas; de ahí, además, la necesidad del esoterismo.

LA BELLEZA

La belleza llama al amor.

La percepción de la belleza, que es una adecuación rigurosa y no una ilusión subjetiva, implica esencialmente, por una parte, una satisfacción de la inteligencia y, por otra, un sentimiento a la vez de seguridad, de infinidad y de amor.

De seguridad: porque la belleza es unitiva y excluye, con una suerte de evidencia musical, las fisuras de la duda y de la inquietud.

De infinidad: porque la belleza, por su propia musicalidad, hace que se fundan los endurecimientos y los límites y libera, así, al alma de sus estrecheces;

De amor: porque la belleza llama al amor, es decir, invita a la unión y por lo tanto a la extinción unitiva.

ILUSIONES SUTILES

Apartan al peregrino espiritual de la vía recta y provocan su caída.

La pobreza es no apegarse en la existencia, ni al sujeto ni al objeto. Se habla mucho de las ilusiones sutiles y de las seducciones que apartan al peregrino espiritual de la vía recta y provocan su caída. Pues bien, estas ilusiones no pueden seducir más que a aquel que desea algún provecho para sí mismo, tal como poderes o dignidades o gloria, o que desea goces interiores o visiones celestiales o voces, y así sucesivamente, o un conocimiento tangible de misterios divinos.

Pero aquel que en la oración no busca nada terrenal, de modo que le es indiferente el ser olvidado por el mundo, y que además no busca ninguna sensación, de modo que le es indiferente no recibir nada sensible, aquél tiene la verdadera pobreza y no se le puede seducir. En la verdadera pobreza no queda más que la existencia pura y simple, y ésta es en su esencia Ser, Consciencia y Beatitud. En la pobreza no le queda al hombre más que lo que es, luego todo lo que es.

EXISTENCIA, VIDA E INTELIGENCIA

En el fondo, no hay más que tres milagros: la existencia, la vida, la inteligencia; con ésta, la curva surgida de la existencia se cierra sobre sí misma, como un anillo que en realidad nunca ha salido del Infinito.

A nuestro alrededor está el mundo del estrépito y de la incertidumbre; y hay encuentros súbitos con lo sorprendente, lo incomprensible, lo absurdo, lo decepcionante. Pero estas cosas no tienen derecho a ser un problema para nosotros, aunque solo fuera porque todo fenómeno tiene unas causas, las conozcamos o no. Sean cuales sean los fenómenos y sean cuales sean sus causas, siempre está lo que es; y lo que es se sitúa más allá del mundo del estrépito, de las contradicciones y de las decepciones.

Todo lo anterior no puede ser alterado ni disminuido por nada, y Esto es Verdad, Paz y Belleza. Nada lo puede empañar, y nadie puede quitárnoslo. Sean cuales sean los ruidos del mundo o del alma: La Verdad será siempre la Verdad; La Paz será siempre la Paz y la Belleza será siempre la Belleza. Estas realidades son tangibles, están siempre a nuestro alcance inmediato; basta mirar hacia ellas y sumergirse en ellas. Son inherentes a la propia existencia; los accidentes pasan, la substancia permanece. Deja al mundo ser lo que es y toma tu refugio en la Verdad, la Paz y la Belleza, en las cuales no hay ninguna duda ni ninguna tara.


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