La iluminación espiritual

¿Cuánto cuesta ser santo?

SANTOS MILLONARIOS

Como todo, el proceso de canonización viene con un precio en monedas contantes y sonantes.

Y no es poco.

Hace unos meses, de manera discreta, el cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos en el Vaticano, anunció que a partir de el año 2014 los procesos de beatificación y canonización en la iglesia católica se realizarán con un "precio de referencia". Es decir, una tarifa fija.

Esta medida, parte de la campaña del papa Francisco I para revertir la imagen de fasto y boato con la que es percibida su institución, puso sobre el tapete un tema en el que con frecuencia no se piensa, pero que no carece de importancia: consagrar un santo tiene un costo monetario, y ese costo no es bajo.

Los cambios anunciados por Amato tienen como objetivo controlar la tendencia a la alza en los procedimientos, o "causas", de santificación. Y no tanto para las causas referidas a figuras de enorme importancia mediática, como Juan Pablo II o Juan XXIII, los dos papas que fueron canonizados, sino para personajes menores.

Como anotó recientemente la agencia noticiosa Catholic News Service (que no depende del Vaticano), el costo de la santidad puede fácilmente ascender a $250,000. Un cuarto de millón de dólares que no está necesariamente al alance de los promotores de una causa que puede ser popular pero quizá no esté bien financiada.

Estos costos mayormente van a cubrir el trabajo de expertos, como los "postuladores", que conocen al dedillo las leyes canónicas y pueden presentar los argumentos necesarios ante los tribunales eclesiásticos especializados en el tema.

Y estos postuladores no son, por lo general, baratos. Según reportó hace poco la revista británica The Economist, este grupo pequeño de personas altamente especializadas (y mayormente italianas) ha tenido por mucho tiempo un incentivo para mantener las reglas de su trabajo arcanas, y la estructura de sus costos opacas.

Los gastos por lo general incluyen la recopilación y traducción de testimonios y documentos, la exhumación de los restos del candidato (y la verificación de su lugar de entierro, si es necesario), la preparación de una biografía y posicionamiento del candidato hacia la santidad (se conoce como "positio"), pago de consultores teológicos, históricos y médicos, y las ceremonias de beatificación y canonización propiamente dichas.

Por supuesto, los costos varían según cada caso. Hay candidatos que cuentan con el trabajo voluntario de postuladores y otros expertos. Hay candidatos para los cuáles buena parte de la investigación ya se ha realizado. Hay otros a los que se les beatifica o canoniza de manera más expeditiva, pues la iglesia tiene algún interés en su consagración.

Pero aún así, el precio es alto. Y a él hay que sumar los costos de una campaña bien llevada, que hoy en día pueden incluir el desarrollo de páginas Web y trabajo en redes sociales, difusión mediática y otras tareas de mercadotecnia. Además, hay que añadir costos de viaje, celebraciones, e incluso los regalos en metálico al Vaticano y a algunos de sus funcionarios, incluido el papa, que a veces acompañan estos procesos. En total, ese cuarto de millón puede llegar a convertirse en hasta un millón entero.

Así, las causas hacia la santidad-las más comunes, digamos, no las "especiales", como las de estos días-requieren de un esfuerzo financiero que quizá no sea el determinante para su éxito o fracaso, pero sin duda tiene gran importancia.