La iluminación espiritual

Como obtenemos las proteínas

POR: JEBUNA

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EDIFICANDO PROTEÍNAS

La editorial de hoy la publico más por necesidad que por deseo. La información sobre las proteínas es algo que se debe tener muy claro para todos aquellos que inician los caminos amorosos de la alimentación protegiendo la vida de nuestros hermanos los animales. La próxima vez que alguien le pregunte de donde obtiene las proteínas sabrás responder con esta sabia enseñanza. La autoría de este escrito siempre ha estado en duda, de todas maneras, doy agradecimientos a tan excelente artículo.

La dieta vegetariana/vegana no tiene absolutamente ningún problema con las proteínas, esto es solo un grave desconocimiento de nutricionistas y dietistas clásicos. Incluso el problema de las dietas normales es precisamente el exceso de proteínas, sobre todo de origen animal.

Antes de continuar, déjame que te cite un pequeño cuento...

Dos hombres necesitaron fabricar sus casas. El primero compró una construcción vieja, la demolió, tomó todos los ladrillos quebrados y los molió.

El polvo que obtuvo lo remojó y lo amasó durante mucho tiempo para obtener barro. Al barro tuvo que quitarle los pedazos de cemento que le habían caído y partes de escombros de la antigua construcción.

Esto produjo mucha basura y le costó mucho trabajo deshacerse de ella. Después de muchos días de trabajo comenzó a moldear el barro para convertirlo en ladrillos nuevos.

De pronto se dio cuenta de que el compañero, que también comenzó a hacer la casa el mismo día, ya la había terminado. Resulta que este hombre, más inteligente que el primero, en vez de tumbar escombros, moler ladrillos viejos y amasarlos, fue por barro nuevo y fabricó los ladrillos de una vez evitándose el trabajo tan inoficioso que hizo el primer hombre poco inteligente.

Al igual que el primer hombre, las personas que comen carne para obtener ladrillos —perdón, proteínas— ponen a trabajar el organismo inoficiosamente, haciéndolo moler, remojar y amasar las proteínas animales, que son complejas, hasta desdoblarlas en aminoácidos, los cuales se pudieran haber obtenido de una manera más fácil y sin recargar el organismo con otros escombros perjudiciales.

El hombre no necesita proteínas sino aminoácidos; los aminoácidos de las frutas y vegetales se dejan transformar fácilmente en proteínas sin recargar el organismo y nos brindan absolutamente todos los elementos esenciales que requerimos.

Además, la proteína de la carne es de segunda mano (o de segundo orden), pues se obtiene primero de los vegetales, pasa al animal y luego a los estómagos-cementerios de las personas que comen cadáveres.

Como los aminoácidos son muy termolábiles, el fuego a que está sometida la carne los destruye en su mayor parte y no son utilizados por el cuerpo.

Si bien la dietética clásica ha hecho énfasis en los efectos nocivos de las grandes privaciones del consumo de proteínas, extrañamente no ha prestado mucha atención a los efectos del exceso del consumo de las mismas (debido a intereses económicos y de consumo).

Si bien es cierto que los déficit reales de proteínas traen una serie de efectos negativos estos no son tan frecuentes debido a que el organismo es capaz de reciclar los aminoácidos, este es un hecho muy conocido presente en cualquier texto de fisiología o bioquímica médica.

Los seres humanos en las condiciones normales de nuestro modo de vida, somos capaces de reciclar el setenta por ciento de los aminoácidos y de seguro que al estudiar las condiciones de privación este porcentaje de reciclaje aumenta.

Como dije antes, lo que sí es frecuente es lo contrario:
los efectos dañinos del consumo excesivo de proteínas.

Existe una gran cantidad de información verificable que muestra claramente la relación existente entre las dietas de alto contenido de proteínas y las enfermedades cardíacas, la hipertensión arterial, el cáncer, la artritis, la osteoporosis, la gota y muchas otras enfermedades.

Las cantidades de proteínas que realmente requerimos al día son realmente pocas, tal como dice Arthur Guyton en su texto de Fisiología Médica: No necesitamos tanta proteína como se nos ha hecho creer (Edición en inglés 1981).


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