La iluminación espiritual

El árbol como el Maestro

AKASHICOS

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Los árboles

¿Habéis visto los árboles a través del sendero? Ellos son como la sustancia alimentadora, nutriente de la existencia como otras especies de los diferentes reinos de la vida.

Ellos son parte importante e imprescindible en todo orden de cosas, mirad los árboles ellos no claman, no lloran, no se afligen, pero ahí están fuertes y erguidos, cumpliendo su misión día a día, como la de purificar vuestro aire entre otras actividades.

Esos son los árboles. Miradlos, apreciadlos y veréis la similitud que existe y como se acercan en concepto al maestro.

Ellos han vivido siglos y siglos, eternidades, en base a nuestra apreciación del tiempo, aun así no piden nada a cambio y cumplen su misión a cabalidad, pero nosotros los humanos no los hemos respetado, los hemos dejado en el olvido, esperando que la lluvia sustente sus ropajes verdes de diferentes tonalidades.

Pero nosotros los hemos talado, cercenado, y una vez listos, comercializado para llenar nuestros bolsillos. No está mal, pero con prudencia este ecosistema sería distinto. Sin embargo el afán y las metas económicas nada altruistas, nos han transformado en sus peores enemigos.

Creemos que el árbol solo ha de cumplir su misión, mas no precisa nada, absolutamente nada y le dejamos a su suerte o que la existencia se encargue de un vegetal, que puede perecer con el tiempo.

¿Qué precisa un árbol? sería la pregunta obligada o ¿qué podemos darle, proporcionarle? Estas son interrogantes imprescindibles, mas la respuesta salta a la vista: cuidado, agua, nutrientes, poca o nada de contaminación y lo más importante: amor y respeto. Un valorar a estos seres que limpian día a día nuestros aires.

Entonces no precisan nada de nada y sin embargo nos dan todo de sí. Esos son los árboles, imponentes y majestuosos, ellos limpian y purifican. Gracias a ellos tú puedes respirar, respirar y respirar.

¿Qué relación tiene todo esto?, ¿en qué se asemeja a un maestro de corte espiritual? Mucho, porque un maestro no pide nada, lo da todo, te sustenta, te nutre con su sabiduría y lo hemos olvidado: Siddhartha Gautama, el maestro Jesús, Teresa de Calcuta, Osho, Saint Germain, Krisnhamurti, El Moya, Kuthumi y tantos más pasaron, dejaron su huella, mas los hemos olvidado.

Ellos no pidieron nada, no esperaron nada, nutrieron a la humanidad, asistieron al deseoso de conocimiento y sabiduría, sanaron y amaron al desvalido, mas no pidieron nada, pero los hemos olvidado.

En su momento los despreciamos, no los valoramos, fuimos indiferentes y hasta los traicionamos, pero ellos erguidos y pacientes, nos han seguido amando.

Entonces existe relación entre un árbol y un maestro figuradamente hablando. Imaginaos al maestro como ese árbol, no pide nada a cambio pero todo lo da, cumple su misión a cabalidad, así son y nosotros esperamos que nos den, nos den, gratuitamente si es posible, nos den, pero ni siquiera nos preocupamos de su sustento. Al árbol con sus semillas al viento, precisa lo que ya nombramos. El maestro por deducción precisa lo que precisa y así como el árbol necesita de nosotros, el maestro se encuentra en iguales condiciones.

¿Cómo no lo vamos a valorar? Ellos precisan de lo básico por lo menos y del respeto y la valoración que podemos darle, sobre todo si ese maestro está encarnado como el árbol. Cuando ellos desencarnen, no precisarán nada por que sus ropajes los han dejado, pero mientras estén encarnados es otro el cuento. Sacad por deducción y veréis que precisan de todo nuestro respeto, admiración y por sobre todo un valorarlos sin ni siquiera rozar la adoración fanática y sobre dimensionada.

Si un simple árbol necesita de su sustento para seguir erguidamente brindando y cumpliendo su misión, un maestro espiritual de igual forma que un árbol, precisa de lo mismo. No nos quejemos al momento de pagar una cuota, un dinero, porque serán como el riego, los nutrientes y el cuidado que precisa todo árbol. Pensadlo, solo elucubradlo, gracias.


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