La iluminación espiritual

Aprender a trabajar con la luz y el amor

POR: OMRAAM MIKHAEL

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TRABAJAR CON LA LUZ

Los seres humanos desconocen como trabajar con la luz

Muchos andarán una hora, dos horas arrastrando innumerables problemas, pero seguirán en este estado durante todo el día. Ni siquiera se les ocurrirá la idea de detenerse en un parque para tratar de cambiar su estado de espíritu mediante el contacto con los árboles, las flores, las fuentes… Se irán, más bien, a una taberna, en donde beberán algo mirando a los transeúntes, y después se marcharán — siempre con sus problemas —, y cuando vuelvan a su casa, los transmitirán a su mujer, que les espera: ¿ Qué tal querida ? Y entonces le da un beso con el que va a comunicarle todas sus oscuridades. Y la mujer las comunicará, a continuación, a los hijos…

...así es como los humanos viven en la inconsciencia.

Incluso hablándoles así, no estoy seguro de que se animen a concentrarse en la luz, de que vean cómo puede trabajar con la luz sobre ustedes para modelarles, purificarles, vivificarles, resucitarles. El contacto con los árboles, las flores, las fuentes o cualquier emanación de luz, es válido en todas las circunstancias de la vida: tanto si cocinan como si escriben cartas, se lavan, se visten o se desvisten, pueden, durante unos segundos, imaginar esta luz en la cual se baña el universo entero. Algunos clarividentes la han visto; han visto que todas las criaturas, todos los objetos, incluso las piedras, se bañan en la luz y emanan luz. Esta luz ha sido llamada primeramente luz astral, porque es comparable a la luz de las estrellas.

Pero, por encima de esta luz existe otra, aún más sutil. Cuando meditan o se encuentran en un estado de elevada espiritualidad, han podido, a veces, sentir que todo en ustedes se vuelve luminoso como si un sol les iluminase desde el interior, como si hubiese lámparas encendidas, y sienten, incluso, que esta luz irradia a través de vuestro rostro.

En cuanto se elevan hacia los grados superiores de la bondad, de la generosidad, de la dulzura, de la pureza, surge la luz en ustedes, la ven, y entonces todo se ilumina. Mientras que si se dejan llevar por sentimientos de celos, de egoísmo, de codicia, ni siquiera es necesario que se miren en un espejo para darse cuenta: sienten físicamente la oscuridad en vuestro rostro.

Ahora bien, no hay que generalizar. Cuando ven una sombra en el rostro de alguien, no deben imaginarse que está necesariamente animada por malos sentimientos o malas intenciones. No, si no tienen otros conocimientos para juzgar, se pueden equivocar: puede ocurrir que otro ser esté proyectando una sombra en el rostro de esta persona; no es ella la que está en la oscuridad, sino que puede tratarse de una nube pasajera o de un objeto que proyecta su sombra. Y, a veces, si su rostro brilla, puede ser debido a que alguien está jugando con los espejos, y que éstos proyecten un destello sobre su rostro. No es la persona en sí la que ha sabido crear esta luz: vino una entidad a divertirse unos momentos con ella y, cuando aquella se va, la luz desaparece.

Para discernir el rostro de alguien, hay que ser capaz de ver más allá de las apariencias. Pero, de todos modos, tomen como criterio lo siguiente: según sean sus pensamientos, sus sentimientos, sus deseos, sus proyectos, sus intenciones, así será la luz en ustedes.

AMOR Y LUZ

Obtener luz interior es comprender el amor

El amor tiene un rol extremadamente importante en la obtención de la luz interior: para llegar a poseer esta luz, hay que comprender el amor correctamente. Cuando comprenden el amor, cuando saben cómo manifestarlo, cómo dejarlo fluir a través vuestro, entonces irradian luz. Dirán que no ven la relación… Pues bien, se las voy a mostrar. Ustedes saben cómo encendían el fuego los primitivos: tomaban, por ejemplo, dos pedazos de madera y los frotaban entre sí; este frotamiento producía calor, y después aparecía el fuego.

Hay, pues, tres etapas: movimiento, calor y luz.

Si interpretamos este fenómeno, encontraremos que el movimiento corresponde a la actividad producida por la voluntad; el calor corresponde al sentimiento producido por el corazón; y el fuego, la luz, corresponde al pensamiento producido por el intelecto. Simbólicamente, se puede decir que en el campo del amor, los humanos solo manifiestan movimiento. Naturalmente, este movimiento produce calor, pero deben superar este estado simplemente sensitivo para ir más lejos, hasta la luz, la comprensión, a fin de penetrar en los misterios del universo.

El amor puede llevarles a ello, siempre que dejen de considerarlo exclusivamente como una efervescencia agradable. Existe una ciencia que enseña al discípulo cómo producir la luz, pero, para conseguirlo, no debe buscar únicamente el placer, porque el placer absorbe todas sus energías e impide que fluya la luz.

Cuando nos reunimos y meditamos en silencio, dejen de lado todas vuestras preocupaciones y concéntrense en la luz como si vuestra vida dependiese de ella. Piensen, por ejemplo, que éste es vuestro último momento, que van a tener que dejar la tierra y que solo la luz puede salvarles: y se conectan con ella. La luz… es lo único que debería importarles. Este es el ejercicio más maravilloso que existe.

Pueden imaginar esta luz blanca, incandescente, y entonces pueden decir con los Iniciados: Soy una partícula de las partículas del Alma incandescente… Pueden imaginarla violeta, azul, verde, amarilla, naranja o roja. Pero es preferible que sea blanca, porque la luz blanca resume y reúne a todas las demás. Gracias a esta luz blanca pueden tener la omnipotencia del violeta, la paz y la verdad del azul, la riqueza y el eterno rejuvenecimiento del verde, la sabiduría y el conocimiento del amarillo, la salud, el vigor y la vitalidad del naranja, la fuerza, la actividad y el dinamismo del rojo.

Pero primeramente que sea blanca. Cuando hayan llegado a concentrarse en la luz, cuando la sientan como un océano que vibra, que palpita, que se estremece, en el que todo es paz, felicidad y gozo, entonces empezarán a sentir también que esta luz es un perfume y una música, esa música cósmica llamada la música de las esferas, el canto de todo lo que existe en el universo.

LAS SIETE LUCES

¡Cuántas personas quisieran que se les revelase el mundo divino, sentirse inspiradas, vivir en éxtasis! Pero se imaginan que es extremadamente difícil conseguirlo. En realidad es muy sencillo, tan sencillo que si se les dice cómo puede conseguirse, no lo creerán : con lo cual no harán nada para lograrlo y no conocerán jamás el esplendor del mundo divino.

Hace años, cuando era todavía un discípulo muy joven del Maestro Peter Deunov, le hice esta pregunta : ¿Cuál es el medio más eficaz de unirse a Dios y desarrollar las facultades y las virtudes espirituales? Me respondió: Hay que pensar en la luz, concentrarse en ella, imaginar que todo el universo está sumergido en la luz.

Durante mucho tiempo, he trabajado con esta imagen de la luz, y he aprendido mucho. En realidad Dios no es luz, es mucho más; no podemos conocerle, ni siquiera imaginarle. Por otra parte, si en el Génesis se dice que el primer día creó la luz, ello significa que El no es la luz, pero que creó el universo con la luz.

Ahora que saben más sobre el trabajo con la luz, asegúrense de dedicar más y más tiempo a ello. Es la única actividad que realmente les puede hacer ricos y sanos. Créanme, cualquier otra actividad, incluso aquella que les entregue algunas ventajas materiales, les quita muchos otras cosas, que son mucho más preciosas.

Mi papel consiste en darles normas que os permitan transformar vuestra vida, es decir, acceder a una nueva vida. Continuaré, pues, presentándoles las grandes leyes que pueden ayudar a los seres humanos a sentar la cabeza para volver a encontrar el camino hacia su patria celestial.

Estas siete luces son los siete colores, y a cada uno de ellos corresponde una virtud: al violeta el sacrificio, al índigo la fuerza, al azul la verdad, al verde la esperanza, al amarillo la sabiduría, al naranja la santidad, y al rojo el amor. Pero debemos saber que cada falta cometida por el hombre disminuye el poder correspondiente a uno de estos siete colores.

Prácticamente inútil trabajar con la luz y los colores para obtener poderes espirituales, si no los sustentamos en nosotros con las virtudes correspondientes.

Quienes se imaginan que van a convertirse en grandes magos dedicándose únicamente a tal o cual práctica sin mejorar su vida interior, se equivocan. Los seres superiores no ceden ante estas tentativas, y solo se acercan los seres de los niveles más bajos, los elementales. Si quieren atraer a los ángeles y a los arcángeles, tan solo lo conseguirán gracias a vuestras virtudes, porque las entidades superiores solo responden a los que saben manifestar la verdadera luz, es decir, la pureza, el amor, la sabiduría, la verdad.


En la nueva filosofía de Cristo el significado real de dar la otra mejilla es el otro lado de ustedes mismos, el del espíritu, el del poder de la luz.

Omraam Mikhael


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