La iluminación espiritual

Varios cuentos sobre Dios

Evolución interior

Los que conocieron de cerca a Tony de Mello, saben, y seguramente recordarán, que su misterio pasó por distintas etapas, de acuerdo en parte, con las necesidades de las personas a las que sirvió en cada una de ellas, pero también de acuerdo con las exigencias de su propia evolución interior. Externamente, podría hablarse de sus sucesivas fases de director espiritual, terapeuta, gurú, etc.; internamente, en cambio, un íntimo amigo suyo ha hablado de una progresión de valores desde la santidad hasta la libertad, pasando por el amor.

El Canto De Dios

Se reunió en sabio Gurú con sus discípulos como lo hacía todas las mañanas. Dios era el tema de aquel día y la discusión estaba supremamente interesante, entonces, cansado ya de paráfrasis filosófica un discípulo preguntó a quemarropa:

  • Maestro sublime, dinos pues, porqué crees tu que existe Dios?

El Gurú dirigió su mirada risueña al horizonte y oyendo el bello canto del ruiseñor contestó:

  • Dios es como esa ave que se esconde tras el árbol: no podemos verla, pero sabemos que está allí porque oímos su canto.
  • Dios mora tras todas las cosas y su canto lo entonan todas las cosas, pero es muy pronunciada la sordera del hombre, que escucha más el estruendo de los coches que los latidos de su corazón.

-Anthony de Mello-

Sobre Rezos y Rezadores

  • La abuela: ¿Ya rezas tus oraciones cada noche?
  • El nieto: ¡Por supuesto!
  • La abuela: Y por las mañanas?
  • El nieto: No. Durante el día no tengo miedo

-Anthony de Mello-

Soy una falsa moneda

Había un viejo Sufi que se ganaba la vida vendiendo toda clase de baratijas. Parecía como si aquel hombre no tuviera entendimiento, porque la gente la pegaba muchas veces con monedas falsas que él aceptaba sin ninguna protesta, y otras veces afirmaban haberle pagado, cuando en realidad no lo habían hecho, y él aceptaba su palabra.

Cuando le llegó la hora de morir, alzó sus ojos al cielo y dijo: ¡Oh, Alá! He aceptado de la gente muchas moneda falsas, pero ni una vez he juzgado a ninguna de esas personas en mi corazón, sino que daba por supuesto que no sabían lo que hacían. Yo también soy una falsa moneda. No me juzgues, por favor.

Y se oyó una voz que decía: ¿Cómo es posible juzgar a alguien que no ha juzgado a los demás?

Muchos pueden actuar amorosamente.

Pero es rara la persona que piensa amorosamente.

-Anthony de Mello-

Ata a tu Camello

Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí afuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman.

Pues sal fuera y ata tu camello estúpido! le dijo el maestro. Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo.

-Anthony de Mello-

La Ayuda de Dios en el Desierto

Un hombre se perdió en el desierto. Y más tarde, refiriendo su experiencia a sus amigos, les contó cómo, absolutamente desesperado, se había puesto de rodillas y había implorado la ayuda de Dios.

¿Y respondió Dios tu plegaria?, le preguntaron.

¡ Oh, no! Antes de que pudiera hacerlo, apareció un explorador y me indicó el camino.

-Anthony de Mello-

Tres pequeños arboles

Erase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos soñando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo, Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo!. El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino al océano y dijo, Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí.

Yo seré el barco más imponente del mundo!. El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba abajo de la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo, y dijo Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca.

Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantarán su mirada al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo!.

Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron alto. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo, Qué árbol tan hermoso es éste!, y con la arremetida de su hacha brillante el primer árbol cayó. Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos!, dijo el primer árbol.

El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo, Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí. Y con la arremetida de su hacha brillante, el segundo árbol cayó. Ahora deberé navegar aguas temibles!, pensó el segundo árbol Deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos.

El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miró. El árbol se paró derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba y dijo, Cualquier árbol es bueno para mí. Y con la arremetida de su hacha brillante el tercer árbol cayó.

El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquél árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de cortadora y llenado con alimento para animales de granja hambrientos.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido a un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago.

El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un almacén de madera. Que estará pasando, fue lo que se preguntó el árbol, Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios.

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. -Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé, le dijo su esposo a la mujer, la madre sonrío mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo, -Este pesebre es hermoso. Y de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía la fuerza para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levantó, se paró, y alzando su mano dijo: -Calma. La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y de repente el segundo árbol supo que él llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes en la mañana el tercer árbol se extraño cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.

-Anthony de Mello-

La Fortuna

Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo, buscó la casa del zapatero y le dijo: Hermano, soy muy pobre, no tengo una sola moneda en la bolsa y éstas son mis únicas sandalias, están rotas, si tu me haces el favor. El zapatero le dijo, estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar. El Señor le dijo, yo puedo darte lo que tú necesitas. El zapatero desconfiado viendo un mendigo le preguntó. ¿Tú podrías darme el millón de dólares que necesito para ser feliz? El Señor le dijo: yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo.

El zapatero preguntó ¿ a cambió de qué? A cambio de tus piernas. El zapatero respondió para qué quiero diez millones de dólares si no puedo caminar. Entonces el Señor le dijo, bueno, puedo darte cien millones de dólares a cambio de tus brazos. El zapatero respondió ¿para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera puedo comer solo? Entonces el Señor le dijo, bueno, puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos. El zapatero pensó poco ¿para qué quiero mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos? Entonces el Señor le dijo:

¡Ah, hermano! Qué fortuna tienes y no te das cuenta.

-Facundo Cabral-