La iluminación espiritual

Se llamaba ali

El fuego de la amistad

Era una vez un hombre pobre, pero de mucho coraje, que se llamaba Ali. Trabajaba para Ammar, un viejo y rico comerciante.

Cierta noche de invierno dice Ammar: Nadie puede pasar una noche así en lo alto de la montaña, sin manta y sin comida. Pero tú necesitas dinero y si consigues hacer eso, recibirás una gran recompensa. Si no lo consigues, trabajarás gratis durante treinta días. Ali respondió: Mañana cumpliré esa prueba.

Pero al salir del negocio vio que realmente soplaba un viento helado y tuvo miedo. Decidió preguntarle a su mejor amigo, Aydi, si no le parecía una locura hacer esa apuesta. Después de contarle el desafío que estaba presto a realizar, le preguntó si acaso era una locura... a lo que su amigo, después de reflexionar un poco le responde: No es una locura, necesitas el dinero, si yo pudiera dártelo y ahorrarte tal sacrificio lo haría, sin embargo, no puedo hacerlo, pero eso no quita que si te pueda ayudar con tu desafío. Mañana, cuando estés en lo alto de la montaña, mira hacia adelante. Yo estaré en la montaña vecina. Pasaré la noche entera con una fogata encendida para ti. Mira el fuego, piensa en nuestra amistad, y busca en ello la calidez necesaria para soportar el frío de la noche. Sé que vas a lograrlo, y cuando lo hagas, yo te pediré algo a cambio.

Todo sucedió como se había planeado, y el hombre superó la prueba. Al recibir el dinero, fue inmediatamente a ver a su amigo.

  • Ya está, gracias a tu ayuda y compañía pude soportar el frío de la noche, y gracias a eso hoy tengo mi dinero. Dijiste que cuando lo hiciera me pedirías algo a cambio, así que vengo a pagarte-.
  • Me alegro mucho amigo mío, sé cuanto necesitabas ese dinero- dijo su amigo.- Sin embargo, no es dinero lo que quiero a cambio, solo quiero que me prometas, que si en algún momento el viento frío pasara por mi vida, tu estarías ahí para encender para mí el fuego de la amistad.