La iluminación espiritual

Restauremos el mundo con el perdón

EL MUNDO QUE PERDONA

El mundo de perdón es una práctica viva.

Crear un mundo de perdón no requiere pasar la vida contemplando los valores y virtudes del perdón. Crear un mundo de perdón es una práctica viva. Tú puedes crear hoy un mundo de perdón en tu hogar. Perdona a tu hijo por llegar tarde a casa o por gritarte una vez más. Perdona a tu pareja por las palabras hirientes que te dijo. Perdona a tu vecino por no dejarte dormir con una fiesta ruidosa cuando mañana tienes que trabajar temprano. Perdona al desconocido que robó tu casa. Perdona al novio que te abandona. Debes saber que todos tenemos defectos y pugnamos simplemente por hallar nuestro lugar bajo el sol, un lugar donde podamos ser reconocidos y validados por lo que somos.

Cultiva el perdón con tus amigos, con tu familia, con desconocidos y contigo mismo. Recuerda que cada persona con que te topas lleva una pena y una lucha. Reconoce que todos compartimos una humanidad esencial. Sirve de modelo a tus hijos en el recorrido del camino del perdón. Enséñales la curación que procede de dejar de pensar en la venganza, olvidar rencillas y reconciliar relaciones rotas o dañadas. Si lastimas a alguien, enséñales a tus hijos cómo admitir el agravio, pedir perdón y reparar el daño.

Enseñemos a nuestros hijos el proceso del perdón. Alejémoslos del ciclo de la venganza y recompensémoslos cuando sigan el ciclo del perdón.

EL PERDÓN RESTAURA EL MUNDO

Restaurar el mundo con un sistema diferente de ojo por ojo.

Nacional y globalmente, tenemos un dilema: justicia restaurativa o retributiva.

Hay quienes creen que una injusticia solo puede repararse haciendo pagar a alguien el daño que causó. Dicen: Te perdonaré siempre y cuando recibas una paliza por lo que hiciste y se te haga pagar caro el daño que me causaste. Éste no es el medio para crear un mundo de perdón, ni el de la verdadera justicia.

Actualmente el sistema de ojo por ojo es la base de la justicia retributiva.

En muchos países, y especialmente en Occidente, el sistema de justicia penal controla el crimen y el castigo. Los delincuentes son responsables únicamente ante el Estado. Las personas declaradas culpables reciben su justo castigo, decidido por el Estado y acorde con las leyes implantadas por él. Cuando una ley se infringe, constituye un delito contra el Estado. El delito es entendido como un acto individual con consecuencias para el delincuente individual. El castigo se impone, y el delincuente es definido por su culpa. En este sistema de justicia, se cree que el castigo disuade el delito y cambia la conducta futura. Lamentablemente, cárceles sobrepobladas y altos índices de reincidencia cuentan una historia distinta.

La justicia restaurativa, por otro lado, se basa en la premisa de que un delito no es un acto contra el Estado, sino contra otra persona y la comunidad. En este modelo de justicia, la responsabilidad se funda en que el infractor la asuma tanto respecto al daño que causó como para repararlo. Las víctimas no ocupan la periferia de este proceso de justicia. En el modelo de justicia restaurativa, las víctimas desempeñan un papel integral en la decisión de qué se necesita para reparar el daño que se les hizo. La atención está puesta en el diálogo, la resolución de problemas, la reconciliación de relaciones, la reparación del daño y el remiendo de la tela comunitaria. La justicia restaurativa busca reconocer la humanidad en cada uno de nosotros, seamos víctimas o perpetradores. Pugna asimismo por llevar curación real y verdadera justicia a individuos y comunidades.

El perdón no suele desempeñar ningún papel en la justicia retributiva, pero es central en la restaurativa. En este contexto, el perdón dice: Te daré una segunda oportunidad. Espero que la uses para mejorar. Si yo no estuviera presente en el patrón de daño que has creado, el ciclo de la venganza podría continuar hasta el infinito. Sin perdón para romper el ciclo del agravio y la venganza, sentaríamos las bases de enemistades familiares que duran generaciones enteras. Sin perdón, crearíamos patrones de violencia y perjuicio que se repetirían durante décadas, y aun siglos, en barrios y ciudades, y entre países.

EN EL PERDÓN TODO IMPORTA

Si te tiendes frente a mí abatido y sangrante, no puedo pedirte que perdones.

No puedo decirte nada, ya que eres el abatido. Si has perdido a un ser querido, no te puedo decir que perdones. Eres quien perdió a un ser querido. Si tu pareja te traicionó, si de niño abusaron de ti, si has soportado alguno entre los miles de agravios que los seres humanos podemos infligirnos unos a otros, no puedo decirte qué hacer. Pero puedo decirte que todo importa. Sea que amemos u odiemos, ayudemos o perjudiquemos, todo importa. Puedo decirte, si soy el abatido y sangrante, que espero poder perdonar y pedir por mi agresor. Espero poder reconocerlo como mi hermano, y como un hijo precioso de Dios. Espero no renunciar nunca a la realidad de que todos podemos cambiar.

No podemos crear un mundo sin dolor, pérdida, conflicto o sensación de agravio, pero podemos crear un mundo de perdón. Podemos crear un mundo de perdón que nos permita sanar de esas pérdidas y ese dolor y recomponer nuestras relaciones. El sendero del perdón comparte el camino para hallar el perdón, pero en definitiva nadie puede decirte que perdones. Te podemos pedir que lo hagas. Te podemos invitar al viaje. Podemos enseñarte lo que les ha dado resultado a otros. Decirte que la curación que hemos visto en quienes han seguido el camino del perdón que es transformadora, y una lección de humildad.

Todos debemos andar nuestros propios caminos, a nuestro ritmo. Todos andamos a diario nuestro propio camino del perdón. ¿Qué contendrá el tuyo? ¿Una historia de esperanza y redención, o de desdicha y resentimiento? Al final, el perdón que buscas, sea de otro o de ti mismo, no estará jamás en la imitación. Lo llevas en tu corazón. Está descrito por tu humanidad. Solo necesitas mirar dentro de ti para descubrirlo: descubrir que puede cambiar tu vida y nuestro mundo. 


Hay dos simples verdades: no hay nada que no pueda perdonarse, y no hay nadie que no merezca el perdón..

Desmond Tutu