Profundizando las dos verdades

Nagarjuna hace comprender que la verdad absoluta es la verdad de la total ausencia, en cualquier espacio, de cualquier forma de existencia inherente.

NAGARJUNA

LAS DOS VERDADES DE NAGARJUNA

¿Recuerdas la historia del rey Midas?

Midas, rey de Lidia, se hinchó de orgullo al principio cuando se dio cuenta de que podía transformar todo lo que tocaba en oro; pero cuando vio que su comida se quedaba rígida y su bebida se solidificaba en forma de hielo dorado, comprendió que su don era una ruina y, lleno de aversión al oro, maldijo su plegaria.

Ahora imagina que tú (y todos los demás, excepto los que han despertado) sufres de una condición similar –solo que en tu caso no conviertes en oro las cosas de ahí fuera al tocarlas… Conviertes las ilusiones que hay en tu mente en delusiones al darles Nombre y Forma y creer que son reales. Estas delusiones quizá no parezcan tan amenazadoras para la vida como el don del rey Midas, pero son la raíz del sufrimiento y de todas las calamidades que salen de ahí.

Ahora bien, es importante tener presente que, con independencia de lo que ocurra dentro de tu cabeza, lo que está ahí fuera no cambia en respuesta a tus pensamientos. Sigue siendo la misma masa vacía, unitaria y cambiante (la podemos llamar energía, si quieres), ya sea que la tomes por ilusión o, por el contrario, creas que es sustancial, separada y duradera.

El problema con cualquier enseñanza es que, al usar Nombre y Forma para explicar cómo funcionan las cosas, corremos el riesgo de contaminarlas con la delusión de la existencia separada que a menudo va asociada con los nombres y las formas. No obstante, una vez más, esta contaminación solo ocurre dentro de nuestras mentes, no ahí fuera, en el mundo del samsara, que permanece básicamente igual, sin verse afectado.

¿Qué hizo el Buda y Nagarjuna también para sortear este dilema, que es un obstáculo común en el camino espiritual?

Emplear una expresión como ni existencia ni no-existencia. Ambos reconocían dos niveles de verdad (es decir, dos niveles de experiencia humana): el provisional y el definitivo. Sin embargo, eso no quiere decir que reconocieran dos niveles de realidad o existencia. No hay tal cosa como una existencia convencional por un lado y una existencia definitiva por otro; solo hay algo que se puede llamar ni existencia ni no-existencia. De hecho, incluso llamarlo algo puede que sea excesivo, pero si no usamos palabras la comunicación se viene abajo, así que tenemos que apañarnos con la mínima cognición y verbalización posibles.

Ten cuidado de no confundir las dos verdades (que no son más que una herramienta para que entiendas lo que sucede dentro de tu mente) con dos realidades separadas. Si lo haces, caes sin darte cuenta en la trampa de la dualidad al exportar las delusiones de tu mente y proyectarlas sobre el mundo de ahí fuera. Recuerda: solo hay lo que hay, llámalo como quieras, pero la mente humana puede experimentarlo como una ilusión natural y correcta (el samsara) o bien como una delusión contaminada (el samsara manchado). La elección es nuestra.

Todo es una ilusión, incluso la mente que aparentemente percibe la ilusión, y lo más que podemos acercarnos a experimentar su verdadera naturaleza, por así decir, es a través del despertar –que, si recuerdas las enseñanzas, ocurre de forma subliminal en el hemisferio derecho del cerebro y luego también se contamina en cuanto se convierte en objeto de la conciencia en el izquierdo.

Así pues, una vez más, no le concedas una realidad artificial a las explicaciones verbales que uso solo para ayudarte a entender mejor cómo funcionan las ilusiones del samsara, que son naturales y correctas. No podemos escapar de la ilusión mientras vivamos en este cuerpo-mente humano, con su limitado aparato sensorial; pero podemos experimentar esta ilusión como algo correcto y natural, que promueve la vida en armonía y equilibrio, o bien como algo manchado y torcido, que daña la fuerza de vida natural dentro de uno mismo y de todos los seres vivos.

Por favor, esfuérzate en entenderlo; no es ninguna tontería. Todo es ilusión, desde luego, pero puede ser una ilusión magnífica y grandiosa, en unión con todos los aparentes seres vivos del universo. La elección está en tus manos… y en tu mente.

Dicho de otro modo, la doctrina de las Dos Verdades sostiene que la verdad existe de manera convencional y última, y que ambas maneras son coexistentes. La doctrina es un elemento especialmente importante del Budismo y fue expresada por primera vez de forma completa y moderna por Nagarjuna, basándose en el Sutra Kaccayana Gotta.

Algunas escuelas, como el Dzogchen, sostienen que las Dos Verdades se resuelven al final dentro de la No-Dualidad como experiencia vívida y no son diferentes entre sí. Esto es semejante al concepto de coexistencia. No niegan las Dos Verdades sino que permiten que exista una presencia primordial como una No-Dualidad perpetua constantemente. Sin embargo, es un error, que cometen muchos de dominancia intelectual, el tratar de morar con esta Presencia perpetua, rechazando al mismo tiempo las Dos Verdades que son sus ingredientes.

TODO DEPENDE DE CONDICIONES

De acuerdo con Nagarjuna, el mundo de los fenómenos solo existe y tiene significado en un sentido convencional (o relativo). El mundo convencional es Real. Aun cuando no sea una invención de nuestra imaginación, es radicalmente impermanente. Los fenómenos carecen de existencia inherente, todo depende de condiciones pasajeras. En el nivel relativo, tiene mucho sentido decir que una propuesta determinada es verdadera o falsa y, en este nivel, el mundo fenoménico, incluyendo todas las enseñanzas del Buda, tiene validez. Tal es el mundo de la verdad relativa. Por otro lado, la verdad absoluta es la verdad de la total ausencia, en cualquier espacio, de cualquier forma de existencia inherente. Comprender esto significa soltar todo apego ilusorio y lograr el nirvana, la liberación completa. Sin embargo, no se trata de un mero asunto intelectual y solo puede ocurrir mediante una ardua práctica espiritual. Esta práctica sucede dentro del contexto del mundo convencional. Por lo tanto, abordamos lo absoluto por medio de lo relativo, cuyo valor, en consecuencia, es inestimable.

Aquéllos que no conocen la diferencia entre las dos verdades no podrán entender la profunda naturaleza de las enseñanzas del Buda. Si no nos apoyamos en las prácticas cotidianas comunes (es decir, en las verdades relativas) no se podrá expresar la verdad absoluta. Si no nos aproximamos a la verdad absoluta no alcanzaremos el nirvana. Un shúnyata concebido erróneamente puede arruinar a un necio. Sería como sujetar mal a una víbora o efectuar un hechizo de manera equivocada.

LAS DOS VERDADES

El Dalai Lama expone su punto de vista sobre las dos verdades.

Esta forma de considerar la esencia de las enseñanzas del Buda como enseñanzas sobre sabiduría y método concuerda maravillosamente con las palabras de Nagarjuna, cuando dijo que todas las enseñanzas del Buda deben ser comprendidas dentro del marco de las dos verdades: la verdad convencional y la verdad última. Las enseñanzas esenciales de las Cuatro Nobles Verdades han de entenderse en términos de estas dos verdades. No obstante, cuando hablamos de comprender la naturaleza de las dos verdades, debemos recordar que no son dos reinos o niveles de existencia independientes, diferentes e inconexos.

Existen diversas escuelas filosóficas con distintos niveles de comprensión de las enseñanzas sobre las dos verdades. Mi comprensión sobre las dos verdades está basada en la perspectiva de los pensadores indios de la escuela madiamika, por quienes tengo una preferencia particular que está asentada en la admiración.

Desde el punto de vista madiamika, la realidad a nivel de la existencia convencional está constituida por la experiencia ordinaria en el reino de causa y efecto, que es el reino de la multiplicidad y la diversidad en donde vemos funcionar las numerosas leyes de la realidad. Este nivel de la realidad se denomina realidad convencional o verdad convencional, porque la verdad de tales experiencias y percepciones es esencialmente específica de ese nivel convencional de comprender el mundo.

No obstante, si examinamos la realidad con mayor profundidad, encontramos la naturaleza última de la realidad, a saber, que ningún fenómeno o evento, ni siquiera el propio yo, existe dentro de una realidad independiente e intrínseca. Lo que encontramos, cuando observamos más profundamente la naturaleza de la realidad, es que la causación del origen de todos y cada uno de los fenómenos es resultado de una agregación de numerosas causas y condiciones. ¿Qué nos indica esta naturaleza interdependiente y causal de la realidad? Que no hay nada, ningún evento, ni siquiera el propio yo, que posea una realidad independiente, autónoma y diferente. Las cosas y los acontecimientos son, en cierto sentido, dependientes; surgen dependiendo de múltiples factores. Se dice que la verdad última es esta ausencia de todo tipo de realidad independiente y autónoma. La razón por la que se la llama verdad última es que no es obvia para nosotros, en nuestro nivel ordinario de percepción y comprensión del mundo. Necesitamos investigar más profundamente para encontrarla.

Estas dos verdades son, ciertamente, dos lados de una misma cosa, dos perspectivas sobre un mismo mundo. El principio de las dos verdades es muy importante, porque afecta directamente a nuestra comprensión de la relación entre nuestra percepción y la realidad del mundo.

En la literatura budista india encontramos una tremenda cantidad de explicaciones, debates y análisis concernientes al modo en el que percibe el mundo la mente o la consciencia. Se plantean preguntas como: ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre nuestra experiencia subjetiva y el mundo objetivo? y, ¿en qué medida nuestras experiencias están constituidas por el mundo que percibimos?. Creo que la razón por la que han habido tantas discusiones, debates y análisis sobre tales cuestiones es que la comprensión de estos temas juega un papel crucial en el desarrollo y adiestramiento de la propia mente