El optimismo
El saludo de un indígena maya era: In lakech, que significa yo soy otro tú, o tú y yo somos uno, todos somos uno. Optimismo que satisface plenamente.
GONZALO GALLO
YO SOY COMO TÚ
El saludo de un indígena maya era: "In lake ch", que significa "yo soy otro tú", o "tú y yo somos uno, todos somos uno". A este hermoso saludo el otro contestaba: "Hala ken". Algo así como "tú eres otro yo".
Este saludo refleja la misma comprensión unitaria de muchos orientales y de los místicos que no ven separación.
Según esta visión todos somos lo mismo, somos uno en distintos cuerpos y distintos procesos. Lo que le hago al otro me lo hago a mí mismo, sea que lo odie o lo ame, lo atraiga o lo rechace. Cada ser es una chispa de la divinidad, somos hermanos como hijos del mismo Dios Padre y Madre. Sentirte uno con todos, derriba los muros de la intolerancia y te pone en un estado de gracia: amas con amorosa compasión. Ya no puedes juzgar con ligereza, entiendes a todos y al que falla lo ves como un ser inconsciente.
Cuando inviertes tu energía en culpar, juzgar o acusar, el ego está de protagonista, que es lo que le gusta. Nunca ganas nada con el juicio o la culpa, pero sí pierdes lo más valioso: tu paz interior.
Necesitas serenarte, buscar el equilibrio y entender que cada persona vive su propio proceso.
La compasión te da ojos de misericordia para ver los vacíos de los demás y entender sus carencias afectivas. Siente a Dios en tu interior, apela a lo mejor de ti y busca lo que une, no lo que enfrenta. Todos andamos en distintos niveles de inconsciencia y tu papel no es el de actuar como juez. Cuanta razón tuvo Jesús cuando dijo en su hermoso Sermón del monte: no juzgues y no serás juzgado. Invierte tu energía en comprender y ayudar, en ser flexible y tolerante, en perdonar de corazón.
El río de los conflictos cambia su curso cuando decides no culpar a los demás en cuanto a tus relaciones. En lugar de culparlos eliges examinar tu propia conducta y hacer cambios en tu interior.
Al mismo tiempo decides ponerte en su lugar para poder entender por qué actúan de determinada manera. Es una sabia elección que borra los juicios despiadados y te permite crecer en compasión. Culpando no solo no arreglas nada, sino que te envenenas y echas leña en la hoguera de la intolerancia. La vida ya te habrá demostrado que cuando tú haces cambios positivos todo se transforma. Aunque suene extraño, cada persona hace lo mejor que puede con sus dones y sus limitantes.
Tu papel no es erigirte en juez de los otros, es comprender, perdonar y, en casos graves, poner límites.
Toma hoy tres buenas decisiones por la paz de tu alma y la armonía en tu hogar y tu trabajo:
- Me comprometo a no hablar más de problemas, solo de aprendizajes y pruebas necesarias.
- Me comprometo a buscar soluciones, no a buscar culpables.
- Me comprometo a ser compasivo y no juzgar. Sé fiel en tu propósito y estarás en la cumbre respirando aire fresco.