La meditación es para gente única
Seguramente la meditación sea para místicos pero… ¿Por qué Osho propone la meditación para la gente única y sus hijos? ¿Sera que todos somos místicos?
OSHO
SOMOS MÍSTICOS DE NACIMIENTO
¿Por qué Osho propone la meditación para la gente única y sus hijos?
Primero, yo nunca me he cruzado con una persona ordinaria; no existen. Han sido creadas solo por la gente egoísta. El egoísta tiene que crear lo ordinario; esa es la única forma en que el ego puede existir, mantenerse. No hay ni un solo ser humano que sea ordinario, porque cada ser humano es único. Cada ser humano es creado por Dios; ¿cómo podría ser ordinario? Dios nunca crea lo ordinario. Toda su creación es poco común. Cada individuo es tan único que no se ha repetido nunca. Tú nunca antes habías sido, y nunca volverás a ser. No puedes encontrar a alguien que sea igual que tú.
Olvídate de los seres humanos... Ni siquiera los animales, ni siquiera los árboles, ni siquiera las piedras de la playa (ni siquiera dos piedras) son iguales. Cuando encuentras la firma de Dios, siempre es lo original, nunca lo ordinario.
Dios no es un fabricante, es un creador. Él no fabrica personas como automóviles en una cadena de producción. Puede haber muchos coches Ford exactamente iguales; esa es la diferencia entre una máquina y un hombre. Una máquina puede ser duplicada, un hombre no puede ser duplicado. Y en cuanto empiezas a duplicar, a imitar, te conviertes más en una máquina; entonces dejas de ser respetuoso con tu humanidad. Así es como se crea la robo patología.
Tú dices: Seguramente la meditación sea para los místicos. Es para los místicos, seguramente, pero todo el mundo es un místico de nacimiento; porque todo el mundo lleva un gran misterio dentro de él que tiene que ser descubierto, todo el mundo lleva un gran potencial que tiene que realizarse. Todo el mundo ha nacido con un futuro. Todo el mundo tiene una esperanza. ¿A qué te refieres cuando dices místico? Místico es aquel que está intentando descubrir el misterio de su vida, que se adentra en lo desconocido, que se aventura en lo inexplorado, cuya vida es una vida de aventura, de exploración.
Pero todos los niños empiezan de esa manera; con asombro, con sorpresa, con una gran interrogación en su corazón. Todos los niños son místicos. En alguna parte de tu así llamado crecimiento pierdes contacto con tu posibilidad interior de ser un místico, y te conviertes en un negociante o en un tendero o en un recaudador, o en un ministro. Te conviertes en otra cosa. Y empiezas a pensar que tú eres eso. Y cuando tú lo crees, así es.
Mi tarea aquí es destruir tus nociones erróneas acerca de ti mismo y liberar tu misticismo. La meditación es una forma de liberar el misticismo, y además es para todo el mundo; sin ninguna excepción, no conoce excepciones.
No hay nadie ordinario, y los niños son los más capaces. Ellos son místicos naturales. Y antes de ser destruidos por la sociedad, antes de ser destruidos por otros autómatas, por otra gente corrupta, es mejor ayudarles a conocer algo de meditación.
La meditación no es un condicionamiento, porque la meditación no es adoctrinamiento. La meditación no da ningún credo. Si le enseñas a tu hijo a ser cristiano, tienes que darle una doctrina; tienes que obligarle a creer cosas que naturalmente parecen absurdas. Tienes que decirle a tu hijo que Jesús nació de una madre virgen; eso es fundamental. Así estás destruyendo la inteligencia natural del niño. Si no te cree, tú te enfadas, y por supuesto tú eres poderoso y puedes castigar al niño. Puedes torturar al niño de muchas maneras. Si te cree a ti va en contra de su inteligencia intrínseca. A él le parece un absurdo, pero tiene que transigir contigo. Y una vez que ha transigido empieza a perder su inteligencia, se vuelve estúpido.
Si enseñas a un niño a ser mahometano, entonces de nuevo tendrás que enseñarle mil y una cosas absurdas. Y lo mismo sucede con el hinduismo y con toda clase de credos y dogmas. Si le enseñas a un niño meditación, no le estás adoctrinando. No le dices que tiene que creer en algo, simplemente le invitas a un experimento de no pensamiento. El no pensamiento no es una doctrina, es una experiencia. Y los niños son muy, muy capaces porque están muy cerca de la fuente. ¡Ellos acaban de venir de Dios! Todavía recuerdan algo de aquel misterio. Acaban de venir del otro mundo, todavía no lo han olvidado por completo. Más tarde o más temprano lo olvidarán, pero la fragancia todavía está a su alrededor. Por eso todos los niños son tan hermosos, tan graciosos. ¿Has visto alguna vez un niño feo?
Entonces ¿qué ocurre con todos esos preciosos niños? ¿Cómo desaparecen? Más tarde en la vida es muy difícil encontrar gente hermosa. Entonces ¿qué ocurre con todos esos preciosos niños? ¿Por qué se convierten en personas feas? ¿Qué accidente, qué calamidad sucede en el camino?
Empiezan a perder su gracia el mismo día en que empiezan a perder su inteligencia. Empiezan a perder su ritmo natural, su elegancia natural, y empiezan a aprender comportamiento plástico. Ya no se ríen espontáneamente, ya no lloran espontáneamente, ya no bailan espontáneamente. Les has obligado a entrar en una jaula, en una camisa de fuerza. Les has encarcelado.
Las cadenas son muy sutiles, no son muy visibles. Las cadenas son de pensamiento: cristiano, hindú, mahometano. Has encadenado al niño y él no puede ver las cadenas, así que no podrá ver cómo ha sido encadenado. Y sufrirá toda su vida. En tal encarcelamiento. No es como poner a un hombre en una cárcel; es crear una cárcel alrededor de un hombre, así que vaya donde vaya la cárcel siempre está a su alrededor. Puede irse al Himalaya y sentarse en una cueva, pero seguirá siendo hindú, seguirá siendo cristiano; y todavía tendrá pensamientos.
La meditación es un camino para ir dentro de nosotros mismos hasta esa profundidad en la que no existen los pensamientos, así que no es adoctrinamiento. No es enseñarte nada, de hecho, es simplemente darte a conocer tu capacidad de estar sin pensamiento, de estar sin mente. Y el mejor momento es cuando el niño todavía no ha sido corrompido.