La iluminación espiritual

La Inteligencia Espiritual y la enfermedad

ENFERMEDAD ESPIRITUAL

La enfermedad espiritual esta relacionado con el centro profundo del ser.

Todo lo real está en el centro de la tierra. Pero si el centro de la tierra se topa con la superficie de la tierra, el planeta se puede hacer pedazos. Así mismo, nosotros nos podemos fragmentar o romper psicológicamente o rompernos al estar espiritualmente enfermos o desconcertados.

El psicoanálisis freudiano se refiere a psicopatologías; es decir, modos en que la psique se desequilibra o se lesiona debido a furias, miedos, obsesiones, represiones, compulsiones, etc. Sigmund Freud opinaba: Las patologías son resultado de un desequilibrio entre la energía psíquica, el ego y el superego, un desequilibrio entre el ego consciente y racional y las exigencias de un ámbito generalmente subconsciente. Los casos incluían a padres que no estimaban lo suficiente a sus hijos, esperaban demasiado de ellos o les enseñaban a reprimir sus instintos y, así, les provocaban problemas sexuales; además, los códigos morales de la sociedad aplastaban los instintos naturales.

La enfermedad espiritual y la reducción de la inteligencia espiritual son resultado de problemas relacionados con el centro profundo del ser. Son causados por estar apartado de las raíces nutrientes que trascienden el ego personal y la cultura asociativa y se extienden al mismo territorio del ser. Algunos la denominan enfermedad existencial.

A Carl Gustav Jung le preocuparon mucho estas enfermedades espirituales o existenciales y señaló que cualquier neurosis debe ser considerada en última instancia como un alma sufriente que aún no ha encontrado su propio sentido.

El irlandés Michael Kearney denomina dolencia anímica a esta clase de trastorno: Se produce cuando un individuo se separa de o tiene conflictos con las partes más profundas de sí mismo. Y así como el contacto con el alma puede originar un sentido de totalidad y trascendencia, la dolencia anímica produce una experiencia de fragmentación, alienación y carencia de sentido. Michael Kearney, que trabaja con desahuciados en un hospital de Dublín, afirma que la dolencia anímica está en la raíz y es la causa de numerosas enfermedades físicas.

Existen tres maneras de enfermar espiritualmente:

  • No haber desarrollado ningún aspecto del ser.
  • Desarrollar sin proporción aspectos destructivos.
  • Relación conflicta entre los aspectos del ser.

La enfermedad espiritual reside en el estar aislado y separado de la unidad y de los aspectos de la personalidad, separado de o rodeado por la zona media que son los símbolos y las mitologías comunes de la cultura influyente y, lo más importante, aislado de las fuerzas integradoras del centro vitalizador.

Una patología espiritual se manifiesta como las enfermedades que tratan la psicología y la psiquiatría predominantes como las manías depresivas, adicciones, paranoia, etc., pero la diferencia estriba en que nosotros atribuimos esas condiciones a problemas de significado y valor y a la consiguiente incapacidad de integrar y equilibrar la personalidad.

Una patología espiritual nos lleva a terrenos que normalmente no son tenidos en cuenta por la psicología y psiquiatría: la desesperación, el lado anulado u oscuro del ser, la posesión demoníaca y el mal.

ESQUIZOFRENIA ESPIRITUAL

La esquizofrenia es la enfermedad típica originada por problemas en el centro y un índice de inteligencia espiritual crónicamente bajo.

El esquizofrénico no puede integrarse a sí mismo ni en su mundo. Sus experiencias, emociones y percepciones parecen fuera de contexto. Lo que los psiquiatras consideran componentes psicológicos de la esquizofrenia los efectos del entorno, las relaciones, las reacciones y opciones personales; pueden ser mejor descritos, a mi entender, como componentes espirituales. En resumidas cuentas son la incapacidad del paciente esquizofrénico de ponerse en contacto y usar las energías revitalizantes e integradoras del centro.

Muchos se siente fascinados por el centro, pero al mismo tiempo le aterroriza que haga contacto con su superficie, es decir, con su ego consciente. Con toda esta parafernalia se ilustra perfectamente lo que significa la calidad espiritual de una vida humana y cómo esa vida puede resultar deteriorada por la carencia de inteligencia espiritual.

El enfermo espiritual sufre esporádicos ataques esquizofrénicos que lo incapacitan para afrontar las exigencias de la vida cotidiana. Entra en un aletargamiento y se pierde en conversaciones consigo mismo, duerme muy poco, extravía o regala el dinero o cualquier posesión, consigue amigos estrafalarios y a veces peligrosos y habla con un torrente de asociaciones disparatadas pero profundamente significativas.

El enfermo espiritual durante la infancia, su desarrollo emocional se ve severamente limitado si es criado sin los adecuados estímulos intelectuales que requiere su alto índice de inteligencia racional. Presenta problemas de comportamiento y busca nuevos entornos intelectualmente ricos y por lo general termina buscando refugio en libros, en los que pueda descubrir sus emociones intelectuales. En todas esas etapas debe afrontar el reto de entrar en el mundo real y sufrir su primera crisis de esquizofrenia.

DIFERENTES PERSONALIDADES

Diferencias de personalidad y capacidad según esté normal o no.

El enfermo espiritual cuando está normal, es frío y poco emotivo y habla de temas intelectuales abstractos. Es perceptivo de los demás, pero de un modo despegado e insensible. Parece casi carente de personalidad. Aunque es sumamente atractivo, no rezuma ninguna energía sexual y da la sensación de no pertenecer a su cuerpo. Jamás habla de sentimientos.

Pero cuando el enfermo espiritual sufre una crisis, su alto coeficiente de inteligencia racional no le sirve de mucho porque los ataques le disocian de su pensamiento racional, lógico y práctico. Sin embargo, el resto de su personalidad emerge dando lugar a una sorprendente inteligencia emocional. Transmite vitalidad y carisma. Todos sus pensamientos presentan una profunda capa arquetípica y están impregnados de un significado mayor; su intuición es aguda y expresa libremente sus emociones y su vulnerabilidad. Desprende energía sexual y parece estar a gusto con su cuerpo. Se relaciona bien con los demás, se abre y se muestra intensamente simpático y de buen humor.

CONCLUSIÓN

Si imaginamos el alma como un canal entre nuestra personalidad exterior y un mundo interior de mayor significado, podemos decir que el alma de un enfermo espiritual está rota. Se trata de un ser dividido entre su ego exterior sano y precario y una vida interior cálida, intuitiva y hondamente significativa a la que solo tiene acceso por medio de la locura.

Solo en estado de locura está en contacto con su espíritu.

Estas dos patologías opuestas de lo espiritual, dos formas extremas en que los problemas de significado pueden enfermarnos. Cuando se está sano, queda totalmente fuera de contacto con su centro espiritual. No puede tomar contacto con su sentido existencial. Pero cuando se está enfermo, es imbuido por ese sentido. Lo que necesita es una mezcla de ambos extremos.

Todo lo anterior nos permite entender que el universo ha evolucionado, durante miles de millones de años, hasta producir en el cerebro el instrumento que capacita al ser humano para percibir la presencia de Dios, que siempre estaba allí, aunque de un modo no perceptible conscientemente. La existencia de este punto Dios representa una ventaja evolutiva de nuestra especie. Es una referencia de sentido para nuestra vida. La espiritualidad pertenece a lo humano y no es un monopolio de las religiones. Antes bien, las religiones son una de las expresiones de ese punto de Dios.

En conclusión, el cerebro emana sincrónicas oscilaciones neuronales de 40 Hz que funcionan por todo el cerebro. Estas oscilaciones son el centro del ser, la fuente neurológica de donde emerge el yo. Representan el trasfondo neurológico de nuestra inteligencia espiritual unificadora, contextualizadora y transformadora.

La inteligencia espiritual permite que los seres humanos sean creativos, cambien las reglas o alteren las situaciones. Nos permiten jugar con las limitaciones y vivir un juego infinito.

La inteligencia espiritual es una forma profunda de espontaneidad, una respuesta a ese centro profundo del ser y al espacio donde está arraigado. Cuando la persona es profundamente espontánea, está con toda naturalidad en contacto con su propio ser interior, con todo lo que forma parte de ese centro. La inteligencia espiritual nos hace aptos para entrar y salir de estados de conciencia como la conciencia cósmica, la contemplación profunda, la práctica de la oración y el ejercicio de la meditación.


Somos los pensamientos de Dios, cada uno de nosotros es una expresión absolutamente única del vacío cuántico, una ondulación sin parangón con otra.

Danah Zohar