La iluminación espiritual

La iluminación espiritual y la experiencia humana

POR: CORINA VALDANO

Imagen; La iluminación espiritual y la experiencia humana; Corina Valdano

ILUMINACIÓN O DESPERTAR

La iluminación o despertar desde la experiencia humana.

Mucho se escucha hablar en estos tiempos del término iluminación espiritual. Pero ¿Qué es en verdad el iluminación espiritual? ¿Cómo se manifiesta este despertar en la vida cotidiana? Y teniendo en cuenta todo el mito que se ha erguido alrededor ¿Qué no es el iluminación espiritual?

Lo que no es la iluminación espiritual...

La iluminación espiritual no es un estado, una experiencia ni un objetivo que alcanzar en el futuro. Como el Buda enseñó, no es ni un logro ni una aspiración alcanzada por seres sobrehumanos. No tenemos que viajar a la India para despertar. La iluminación no es una piedra filosofal que tenemos que encontrar. No es un estado especial de perfección reservado para seres de otra dimensión. Tampoco es suerte ni privilegio de unos pocos. No ocurre fuera del cuerpo y nada tiene que ver con vivir en una cueva, internarnos en un monasterio, desentendernos de la realidad y alejarnos del mundo entero, como si fuera un ambiente del que tenemos que tomar distancia para que no perturbe nuestra paz ni nos contamine con su superficialidad.

La iluminación espiritual tampoco tiene que ser transmitido por un gurú, un maestro ni un líder espiritual. Aquellas personas a quienes admiramos solo nos sirven de inspiración, pero no tienen nada especial que no tengamos cada uno de nosotros, solo se han dado cuenta antes de lo que todavía otros no.

La iluminación espiritual no puede ser dado, quitado ni perdido, por lo tanto no tenemos que convertirnos ni en maestros ni en discípulos. Corina Valdano

Lo que es la iluminación o el despertar...

La iluminación espiritual es una constante invitación, a través de cada momento de nuestra vida, a abrazarnos tal como somos, con todas nuestras imperfecciones. Es permitirnos ser lo que somos. Nos es mucho más fácil aceptarnos como seres humanos indudablemente imperfectos que no siempre acertamos, que nos equivocamos, que fallamos, que estropeamos y que muchas veces malogramos sin darnos cuenta, lo que más queremos. Esta mirada hacia uno mismo no es auto-indulgencia ni resignación. Puesto que paradójicamente, cuando nos aceptamos tal cual somos sin maltratarnos, nos modificarnos.

La transformación acontece por sí sola cuando hay plena consciencia y aceptación. ¿Por qué? porque en estado de lucidez cualquier ser humano resulta ser su mejor versión.

Despertar es quitarnos los cientos y cientos de capas de condicionamientos, que son como velos que nos restan lucidez para sintonizar con lo más bello de nosotros, nuestra espiritualidad. Cuando nos dormimos a esta realidad, nos acordamos que somos humanos pero nos olvidamos que somos seres, seres espirituales transitando una experiencia humana.

La iluminación espiritual es despertar a esa realidad, es aprender a estar presente, conscientes de la impermanencia y del continuo transcurrir de la vida. Esto supone un volver aprender a estar en el cuerpo, y dejar de habitar solo nuestra mente, que es tan vehemente y sabe tan bien como engañarnos. Digo volver aprender porque cuando niños lo supimos hacer. Al crecer nos vamos llenando de prejuicios, de preocupaciones y de miedos que nos transportan a la cabeza y allí nos quedamos a acampar por siempre. Así, nos acostumbramos más a pensar la vida que a vivirla.

La iluminación espiritual es una apertura radical hacia el regalo extraordinario de haber obtenido una experiencia humana. Corina Valdano

La psicología budista nos dice que vivir una experiencia humana es un privilegio, que involucra además, responsabilidades especiales. Conseguir una vida humana, entre tantas otras formas de vida que habitan este planeta, es inusual, es extraordinario, es un regalo.

A diferencia de todos los demás seres sintientes, disponemos de una consciencia que nos permite elegir entre una y miles de formas de vivir. La consciencia es una herramienta tremendamente poderosa con la que podemos hacer mucho bien pero también mucho mal, podemos contribuir o perjudicar, crear o destruir, amar u odiar. Si la usamos en nuestro beneficio y el de los demás podemos ser felices y favorecer que los demás también lo sean.

La consciencia nos permite además, ser conscientes de la muerte, y a partir de ese reconocimiento decidir cómo queremos invertir nuestro finito tiempo en este planeta.

Con la consciencia podemos acceder a sentimientos más complejos como la compasión, el altruismo, la gratitud, el gozo, la generosidad y la paz.

Despertar es nuestro patrimonio como humanidad del que ya disponemos y con el cual tenemos que sintonizar.

PRINCIPIOS DEL DESPERTAR

Dos principios del despertar:

EL AHORA

Solo existe el ahora

Hay solo esto, la escena presente de la película de nuestra vida. Despertar es salirnos del tiempo y del espacio, del pasado y del futuro, del lamento y la anticipación y de la búsqueda de diferentes estados y experiencias, incluso abandonar la búsqueda de la iluminación espiritual. Estar presentes, supone la ardua tarea de relajar nuestra tendencia habitual a focalizarnos en lo que viene y en lo que aún no está aquí, cosas todas que no podemos controlar. Salirnos de la historia titulada: Mi Vida y permitirnos quedar fascinados por lo que está vivo, aquí, justo ahora.

Ser curiosos observadores de la danza de pensamientos, de sensaciones, de sentimientos e impulsos que están sucediendo en nuestra mente, reconocerlos como apenas eso: contenidos que habitan en nuestra cabeza y si podemos observarlos, claro está que no podemos ser nuestros pensamientos sino solo tenerlos o dejarlos de tener.

El ahora es el único lugar donde las verdaderas respuestas pueden eventualmente emerger. El momento presente es nuestro verdadero hogar, antes del tiempo y del espacio. Es todo lo que hay, no lo que vendrá ni lo que pasó.

El presente es la calma en el medio de la marea mental que nos lleva hacia delante y hacia atrás. Corina Valdano

EL RESISTIR

Resistir y pensar acerca del dolor crea sufrimiento

El dolor no es realmente el problema, el verdadero problema es nuestro pensamiento acerca del dolor, nuestra resistencia hacia él, nuestra reacción al malestar y a la incomodidad, nuestro intento de escapar de todo y de alcanzar un imaginado futuro deseado. El verdadero problema comienza cuando comenzamos a rumiar acerca de nuestra tristeza, de nuestros miedos, de nuestros enojos, a desmenuzar nuestro malestar, rebobinando y avanzando rápidamente la película de nuestras vidas. Masticamos las tristezas del ayer y las que suponemos que vendrán mañana, en lugar de explorar y percatarnos directamente de las experiencias de hoy tales como arriban. De este modo, agregamos capas innecesarias de pensamientos y de resistencia a la vida, y esto es lo que nos genera sufrimiento.

Despertar es estar...

Dejar de buscar lejos y apreciar cerca nuestro, abandonar el esfuerzo de que las cosas no sean como son. Aprender a saborear la vida en crudo, justo ahora, en este preciso instante que estás leyendo. Sin juicio, sin expectación de paz, ni de relajación, ni de iluminación. Conocer y re-conocer este momento en sus propios términos, mirarlo como un regalo que nos fue dado, y que no lo tenemos comprado.

Reconocer nuestra finitud y nuestra vulnerabilidad nos vuelve humildes y agradecidos.​ Corina Valdano

Estar presente no es desentenderse de lo que viene, nada tiene que ver con una actitud desinteresada hacia el futuro. Por el contrario, cuánto más presentes estemos en cada momento, mejores decisiones tomaremos. Y de seguro, nuestro futuro será consecuencia de la suma de determinaciones lúcidas que estemos tomando hoy desde la plena consciencia.


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