La iluminación espiritual

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Todo surgió una tarde en que llegue a casa, mi esposa me comento que nuestra hija había llorado la tarde entera y no había querido salir a comer y tampoco quería hablar con nadie, le dije deja descanso un poco y pienso y veo que hacer al respecto.

La abrace y trate como de reforzarle aquellas palabras sencillas que le decía, -de igual forma, muchas veces estamos los tres y por las dificultades del trabajo de tu madre, el mío, tu estudio y el cansancio que llega con todo ello, has notado que casi ni decimos palabras- me miraba y asentaba con la cabeza lo que decía, como si cayese en cuenta de que las veía pasar y no hacíamos nada por ello, pero un domingo, un día de semana cualquiera, puedes levantarte más temprano y hacer el desayuno por ejemplo para tu mama, cosa que no se tenga que levantar para hacernos el desayuno y lo haces tú, en algunas ocasiones lo hice con las dos y podrías decirle que duerma un poco más y que luego de levantarse, se bañe y desayune porque tu hiciste el desayuno, la podrás abrazar, decirle que la amas y permitir que vaya al trabajo con una mejor disposición, le arreglas el día, eso es lo que yo llamo “abrir espacios” y cada vez que necesites hacerlo, solo piensa que tipo de espacio abrirás para demostrarle a una persona que la amas-.

Seguimos de cerca los minutos, las horas hasta que cuajo el hecho de aquella tarea que tenía entre manos y que llevo a feliz término, luego de que quedamos en casa los tres celebramos con un poco de refresco y mientras tanto seguiré pensando que es una bonita forma de llegarle a las personas en cualquier momento y ese instante es ahora.

Paso algún tiempo y decidí tocar a la puerta de su cuarto, de mi esposa y yo siempre Teffy como le decía, era un diminutivo de Steffanny, no hubo respuesta a lo que volví a insistir y con voz queda y y nada entendible creí escuchar que decía – dígame- - tesoro mama está muy preocupada por ti y hace un rato he llegado y trato de pensar que te ha pasado, pero no logro concluir algo, si es el colegio dímelo o si es otra cosa te ruego que confíes en mi- hubo un silencio que me pareció eterno, y pensé en retirarme y de pronto el clic de la puerta sonó y se abrió despacio, el cuarto a oscuras, pues las cortinas que caían pesadamente sobre el piso, cubrían el total de la ventana de su cuarto, entre en silencio, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, mi hija me pedía que cerrara la puerta nuevamente y casi sin hacer algún ruido la cerré.

Se paró, peino su cabello y sin mirarme y decirme algo, me abrazo en silencio, luego me abrazo más fuerte, mientras me decía: -¡te amo papá, sé que siempre tendrás un consejo en ti, para darme!- y Salí como dejando que el vuelo de las horas dejara germinar esas palabras en su corazoncito y disfrutara de los preparativos de su regalo.

No pienso que sea el escritor consumado, más bien esto lo hago como una experiencia de vida que comencé con mi hija a sus 14 años, me pasaba horas leyendo cada vez que podía, mucha literatura universal, libros juveniles entre otros, muchas veces pensaba en las cosas que sucedían en casa habitualmente y me dedique a tejer cosas y las escribía entre una gran variedad de cuadernos que tenía y cada uno manejaba diferentes temas de mi interés.