Clavos y heridas - Carácter

Había un niño con mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia.

JIDDU KRISHNAMURTI

El niño de mal carácter

Una nota sobre el carácter antes de leer a Jiddu Krishnamurti

Cuenta la historia que había un niño con muy mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con alguien…

El primer día clavó 37 clavos, pero durante las siguientes semanas, se esforzó en controlarse y día a día la cantidad de clavos que debía clavar, disminuyó. Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos…

Finalmente, llegó un día en el que ya no necesitó clavar más clavos y satisfecho fue a ver a su padre para decírselo…

Su padre lo felicitó pero le pidió que, a partir de ese momento, quitara un clavo por cada día que no perdiera la paciencia. Los días pasaron y finalmente el niño pudo decir a su padre que los había quitado a todos…

El padre, llevó al niño hasta la cerca y le dijo: Hijo mío, te has comportado muy bien, pero mira todos los agujeros que han quedado… Esta cerca ya nunca será como antes. Lo mismo ocurre con las personas. Cuando discutes con alguien y le dices palabras ofensivas, le dejas una herida como ésta…

Puedes clavar una navaja a un hombre y después retirarla, pero siempre quedará la herida. No importa las veces que le pidas perdón, la herida permanecerá. Una herida provocada con la palabra, hace tanto daño como una herida física.

Los amigos son joyas raras de encontrar. Están listos para escucharte cuando tienes necesidad, te sostienen y te abren su corazón. Enseña a tus amigos cómo los quieres…y mide tus palabras y tus reacciones hacia ellos.

Jiddu Krishnamurti, sobre el carácter

La inteligencia, ¿forma el carácter?

¿Qué entendemos por carácter? ¿Y qué entendemos por inteligencia? Todos los políticos -ya sean de la variedad de Delhi o el voceador local de ustedes- continuamente usan palabras tales como carácter, ideal, inteligencia, religión, Dios. Escuchamos estas palabras con atención absorta porque parecen muy importantes. La mayoría de nosotros vive de palabras; y cuanto más elaboradas y exquisitas son las palabras, más satisfechos nos sentimos. Averigüemos, pues, qué es lo que entendemos por inteligencia y qué entendemos por carácter. No digan que no contesto de una manera definida. Buscar definiciones, conclusiones, es uno de los trucos de la mente y significa que no quieren investigar y comprender, que solo quieren seguir las palabras.

¿Qué es la inteligencia? Si un hombre está atemorizado, ansioso, si siente envidia, codicia, si su mente copia, imita y está repleta con el conocimiento y las experiencias de otras personas, si su pensar se halla limitado y moldeado por la sociedad, por el miedo, ¿es inteligente un hombre así? No lo es, ¿verdad? ¿Y puede tener carácter un hombre temeroso, no inteligente? -siendo el carácter algo original, no la mera repetición de los tradicionales debes y no debes-. ¿Es carácter la respetabilidad?

¿Entienden lo que significa esa palabra respetabilidad? Uno es respetable cuando es estimado, respetado por la mayoría de las personas que lo rodean. ¿Y qué es lo que la mayoría de las personas respetan, qué respetan las personas de la familia, las personas de la masa? Respetan las cosas que ellas mismas desean y que han protegido como una meta, como un ideal; respetan aquello que presumen en contraste con su propio estado inferior. Si uno es rico y poderoso o tiene gran renombre político o ha escrito libros de éxito, es respetado por la mayoría. Lo que uno dice puede ser un completo disparate, pero cuando habla, la gente lo escucha porque lo considera un gran hombre. Y cuando de esa manera te has ganado el respeto de los muchos, el seguimiento de la multitud, eso te da un sentido de respetabilidad, un sentimiento de que has llegado. Pero el así llamado pecador está más cerca de Dios que el hombre respetable, porque el hombre respetable está investido de hipocresía.

¿Es el carácter el resultado de la imitación, de ser controlado por el miedo a lo que la gente dirá o no dirá? ¿Es el mero fortalecimiento de nuestras propias tendencias, de nuestros propios prejuicios? ¿Es el sostenimiento de la tradición, ya sea de la India, de Europa o de América? Eso es lo que generalmente se llama tener carácter: ser una persona fuerte que sostiene la tradición local y así es respetada por los muchos. Pero cuando uno prejuzga, imita, cuando está atado por la tradición, cuando tiene miedo, ¿hay inteligencia, hay carácter? Imitar, seguir, rendir culto, tener ideales... ese camino conduce a la respetabilidad, pero no a la comprensión. Un hombre de ideales es respetable, pero jamás estará cerca de Dios, jamás sabrá lo que es el amor, porque sus ideales son un medio para ocultar su temor, su imitación, su sentimiento de soledad.

Por lo tanto, sin comprendemos a nosotros mismos, sin damos cuenta de todo lo que está operando en nuestra propia mente: cómo pensamos, si estamos imitando, copiando, si tenemos miedo, si estamos buscando el poder, no puede haber inteligencia. Y la que crea el carácter es la inteligencia, no el culto al héroe o la persecución de un ideal. La comprensión de nosotros mismos, de nuestro propio y extraordinariamente complicado yo, es el principio de la inteligencia, la cual revela el carácter.