Amistad de un hombre y sus mascotas
El sencillo cuento de Coelho sobre la amistad de un hombre y sus mascotas nos refuerza los principios éticos y morales, antes que se vayan al olvido.
PAULO COELHO
NO DES EXPLICACIONES
El amigo no la necesita y tu enemigo no te creerá.
Ciertamente hoy en día, en muchas parte del mundo los Valores Morales o Principios éticos de las personas agarraron sus maletas y se fueron al olvido, pero ¡esa es arena de otro costal!. Ahora bien, hay dos relatos sobre la amistad del Novelista y Dramaturgo Brasileño Paulo Coelho. Veamos...
CUENTO DE AMISTAD
La información falsa debe provocar grandes confusiones.
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un enorme árbol, cayo un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales; a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición.
La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba un agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada:
- Buenos días.
- Buenos días -respondió el guardián-.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
- Esto es el Cielo.
- Que bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos.
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera -y el guardián señaló la fuente-.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho -dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero, posiblemente dormía.
- Buenos días -dijo el caminante- El hombre respondió con un gesto con la cabeza.
- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
- Hay una fuente entre aquellas rocas -dijo el hombre- indicando el lugar. Podéis beber tanta agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
- Podéis volver siempre que queráis -Le respondió-
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?
- El Cielo.
- ¿El Cielo?
- ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
- Aquello no era el Cielo, era el Infierno.
El caminante quedó perplejo. ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! ¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos. Jamás abandones a tus verdaderos Amigos, porque: Hacer un amigo es una gracia, tener un amigo es un don, conservar un amigo es una virtud, ser tu amigo. Es un honor…
LA AMISTAD
Era una vez un hombre pobre pero de mucho coraje que se llamaba Ali.
Trabajaba para Ammar, un viejo y rico comerciante. En cierta noche de invierno dice Ammar: Nadie puede pasar una noche así en lo alto de la montaña, sin frazada y sin comida. Pero tu necesitas de dinero y si consigues hacer eso, recibirás una gran recompensa. Si no lo consigues, trabajarás gratis por treinta días.
Ali respondió: Mañana cumpliré esa prueba.
Pero al salir del negocio vio que realmente soplaba un viento helado y tuvo miedo. Resolvió preguntarle a su mejor amigo, Aydi, si no le parecía una locura hacer esa apuesta. Después de reflexionar un poco, Aydi le respondió: Voy a ayudarte. Mañana cuando estés en lo alto de la montaña mira hacia el frente. Yo estaré también en lo alto de la montaña vecina, pasaré la noche entera con una fogata encendida para ti. Mira para el fuego, piensa en nuestra amistad, y eso te mantendrá abrigado. Tu vas a conseguirlo y después yo te pediré algo en cambio.
Ali venció la prueba, tomó el dinero y fue hasta la casa de su amigo: Tu me dijiste que querías algo en pago. Aydi le respondió: Si, pero no en dinero. Prométeme que, si en algún momento el viento frío pasa por mi vida, encenderás para mi el fuego de la amistad.