La iluminación espiritual

El alma encarna para aprender la compasión

POR: ROBERT SCHWARTZ

Imagen; El alma encarna para aprender la compasión; Robert Schwartz

EL ALMA COMPASIVA

La compasión aumenta la capacidad de servir al bien superior.

En mis muchas sesiones con los médiums, la compasión ha sido una de las lecciones vitales que el Espíritu ha mencionado más a menudo, así como la empatía y el amor incondicional por uno mismo y por los demás. Como almas eternas buscamos descubrirnos como compasión. Este conocimiento de uno mismo, que es realmente el sentimiento de la compasión como un regalo entregado y un regalo recibido, viene a nosotros y se profundiza por su misma expresión en el plano físico.

La sociedad ve la sordera como una imperfección. Ser visto como imperfecto por los demás garantiza la oportunidad de sentir compasión por todos aquellos que han sido apartados por la sociedad como si fueran menos que los demás. Un contraste de este tipo no existe en el reino espiritual, donde todos son iguales y la belleza iridiscente de cada alma es evidente e incuestionable. Ningún alma es menos que las demás; el mismo concepto es absurdo. En el reino físico, esta noción absurda y vacía se reviste temporalmente de un ilusorio significado, el cual nos permite comprender y experimentar compasión de un modo que de otra forma sería imposible.

Penélope, cuenta como su alma planeó la experiencia de la sordera en parte para conocer la compasión. Siente una gran compasión, no solo por los sordos si no por todos los que son rechazados por cualquier motivo. Busca fortalecer la conexión entre el mundo de los oyentes y el de los sordos, entre grupos opuestos, entre culturas encontradas. Su compasión habla a voz en grito al mundo mientras tiende estos puentes.

No es coincidencia que Penélope eligiera ser mujer y afroamericana. Además de su deseo de comprender la compasión, eligió ser miembro de dos grupos que a menudo lidian con la falta de compasión. Cada vez que es tratada sin compasión, sea cual sea la razón, su apreciación de ésta, y el deseo de la misma, se fortalecen.

Las mujeres, las minorías étnicas y las personas que son sordas o discapacitadas auditivas han estado históricamente privadas de poder. Cuando oí hablar a Penélope, me sorprendió la disparidad entre el considerable deseo que sentía por efectuar cambios en el mundo, y la relativa falta de poder de los grupos a los que pertenecía. Sumergiéndose en circunstancias en las que carece de poder externo, creó una posibilidad para desarrollar el poder interno.

Penélope diseñó una vida de aprendizaje a través de los opuestos, un plan que es habitual en el plano terrenal, y un camino de profundo crecimiento espiritual. Si no hubiera elegido las circunstancias en las que experimentaría una falta de compasión, seguramente habría tenido menos oportunidades y menos motivación para cultivar la compasión que ahora ofrece a otros. Si no hubiera elegido circunstancias en las que careciera de un poder patente, nunca habría sabido lo poderosamente que ella podría afectar al mundo.

Expresar compasión en el mundo físico, donde el ego crea una sensación de separación de los demás, y donde el miedo a veces se lleva lo mejor de nosotros puede resultar un desafío. Esto no ocurre cuando estamos en el mundo espiritual. En la sesión de planificación de Penélope, por ejemplo, había compasión hacia el alma que asesinó a la madre de Penélope en la vida anterior. No había ira, odio, o ansia de venganza; en lugar de ello, vimos perdón y comprensión. Hay que señalar, también, la compasión y la ausencia de juicio respecto al suicidio de Penélope en una vida anterior. En ningún momento fue criticada o condenada. No pudo completar el aprendizaje planeado para esa encarnación, pero los presentes solo sintieron compasión respecto a las dificultades que la condujeron a terminar con su vida.

Como almas no nos juzgamos los unos a los otros. El único juicio en el reino del espíritu es el juicio propio que surgirá en la revisión de la vida. Nos juzgamos a nosotros mismos, y somos los únicos que lo hacemos. Nuestros espíritus guía se sientan con nosotros cuando revisamos nuestras vidas, y ocasionalmente señalan momentos ante los que podríamos haber expresado una mayor compasión, pero incluso estas indicaciones se hacen de un modo amoroso y sin juzgar. Solo cuando estamos en un cuerpo, y aparentemente separados unos de otros, expresamos falta de compasión en nuestros juicios. Esos juicios, lejos de ser el resultado de la separación percibida, son realmente la causa de ésta. Abandonar nuestros prejuicios y amar con compasión indiscriminada es recordar quiénes somos realmente.

Igual que la compasión fue un tema importante en la sesión prenatal de Penélope, también lo fue el deseo de servir de ayuda. Como almas, el amor nos motiva a ayudar a la evolución de los demás, y la sesión de planificación de Penélope estaba llena de almas que deseaban servir de este modo. Penélope diseñó una vida en la que serviría a la humanidad, centrándose principalmente en la comunidad sorda. La madre de Penélope quería ser de ayuda para ella, proporcionándole el amor y el afecto físico que fue cortado de tajo en su vida anterior. La vecina buscaba ayudar a Penélope al darle la oportunidad de expresar compasión, por ello, acordó asumir discapacidades físicas. El alma que asesinó a la madre de Penélope tenía un deseo tan fuerte de ayudar a Penélope que aceptó no encarnarse esta vez, dejando de lado su propio crecimiento y el equilibrio de su karma. El amor, expresado como un deseo de ayudar a los demás, fluyó en la sesión de planificación prenatal de Penélope.

Y lo mismo ocurrió en la planificación de la vida anterior. Cuando la madre de Penélope diseñó esa vida, sabía que el alma que se convertiría en su pareja sentimental podría actuar violentamente, pero quiso darle la oportunidad de desarrollar sentimientos de su propia valía mientras estaba en el cuerpo. A nivel del alma, su deseo de serle de ayuda no se vio disminuido por su historial de encarnaciones en las que había expresado ira. Con toda seguridad, estas dos almas planearán otra encarnación juntos, una vida en la que él tendrá otra oportunidad de elegir el amor por encima de la ira.

Amamos a las almas con las que planeamos nuestras vidas. Durante nuestra existencia terrenal, podrían ser personas que compliquen las cosas, que nos provoquen estrés o preocupación, o incluso que se conviertan en nuestros enemigos. Cuando no encarnan a los esposos separados, al padre maltratador y al hijo descuidado, o a los ex compañeros de trabajo en pie de guerra, son amigos que se quieren. Se preocupan profundamente uno por el otro, y con frecuencia se reencarnan juntos para completar las lecciones que quedaron sin terminar en vidas previas.

Las almas no necesitan encarnarse para servir en el reino físico. Almas que no se habían encarnado fueron de gran ayuda para Penélope en sus vidas anteriores. Las almas que están en el mundo espiritual son de gran ayuda en nuestros sueños, y cuando estamos despiertos llegan a nosotros a través de las emociones. Aquellos que nos aman están con nosotros siempre, se encarnen o no junto a nosotros. Los lazos del corazón son eternos.

La vecina de la vida anterior jugará un importante papel en la vida actual de Penélope, como lo hará cualquier alma que permita a Penélope expresar compasión. Aprender a aceptar el amor y la compasión es tan importante como aprender a expresarlos. El alma planea vidas que incorporan accidentes físicos, enfermedades, y discapacidades físicas y mentales (por ejemplo, la discapacidad que nos confina en una silla de ruedas) para crear circunstancias en las que, literalmente, no pueda huir de alguien que está expresándole amor. En vidas pasadas, estas almas podrían haber tenido dificultades para aceptar el cuidado y la ternura de otros. Y planean sus siguientes vidas para aprender esa lección.

Las almas también eligen vivencias para superar el miedo. Penélope quería vencer el miedo que aún albergaba de su vida anterior. En esta encarnación, ese miedo está en un nivel subconsciente, y su sanación está teniendo lugar en ese nivel. Cuando diseñamos nuestras vidas, buscamos la sanación de muchos tipos, incluyendo la curación de emociones negativas como el miedo.

Durante el trascurso de mi investigación, me encontré con un joven que en meditación había contactado con su futuro ser, es decir, con una encarnación de su alma en un tiempo futuro. Su yo futuro le contó que la gente del futuro se refiere a esta época de la Tierra como La Edad del Miedo. Date cuenta de la importancia de esta denominación. De los nombres casi infinitos que podrían haberse aplicado a nuestra época, eligieron la palabra miedo. El miedo es la emoción predominante de nuestro tiempo. Es una parte de nuestra existencia diaria que tendemos a no observar. Transportado desde cientos de encarnaciones previas, el miedo que no ha sido sanado está profundamente instalado en la conciencia individual y colectiva. Para sanar el miedo y seguir adelante sin él necesitamos experimentarlo (la resistencia a cualquier energía solo la hace más fuerte). Los desafíos de la vida nos presentan una oportunidad para sanar los miedos, tanto conscientes como inconscientes.

Como el miedo y otras emociones negativas, las falsas creencias también exigen sanación. Si, por ejemplo, el alma que asesinó a la madre de Penélope, mientras estuvo en un cuerpo dio forma a una creencia de que se merecía ser despreciado, de que es menos que los demás, esa alma diseñará encarnaciones futuras para aprender lo contrario.

Menos que los demás no es una etiqueta más cierta cuando se aplica a uno mismo que cuando se aplica a los demás. Las vidas subsiguientes usarán planes de aprendizaje en los que el ser que se encarna reflejará esa carencia de autoestima.

Hemos remarcado lo que estaba presente en la planificación prenatal de Penélope, pero lo que no estaba es igualmente notable: cualquier sensación de que la sordera sea negativa, mala, o una forma de castigo. Penélope sabía que la sordera no es ninguna de estas cosas. Fue lo suficientemente inteligente para reconocer la sordera como una valiosa oportunidad de aprendizaje. De hecho, estaba tan ansiosa por elegir este desafío vital que su espíritu guía demoró el proceso para asegurarse de que lo que deseaba era la sordera. En ningún momento se quejó o buscó un desafío menos difícil. En ningún momento, el resto de almas, expresaron pena por el reto al que se enfrentaría. Al igual que Penélope, lo vieron como una oportunidad de crecimiento, y se sintieron ansiosos por apoyarla en su búsqueda.

Incluso ahora, mientras está en el cuerpo, Penélope ve el crecimiento que se deriva de esta experiencia, y se siente agradecida por su evolución espiritual. La importancia de la gratitud es enorme. Dos violines afinados con una frecuencia similar sonarán con una resonancia parecida; es decir, vibrarán al unísono. Del mismo modo, la gratitud es una alineación del yo con la frecuencia de la Mente Divina. La gratitud es una vibración elevada, incluso sagrada, del mismo tipo que el amor, el perdón, la alegría y la compasión. Estar agradecidos no significa que estemos contentos al sufrir. Significa que encontramos un aspecto o una consecuencia de un desafío vital que apreciamos. A pesar de la naturaleza o del grado de nuestras dificultades, el crecimiento y el aprendizaje siempre ocurre. Esta expansión del ser debe ser reconocida, y apreciada.

La mayoría de nosotros oímos con nuestros oídos. Penélope buscó conocerse a sí misma como compasión, y por eso eligió una vida en la que escucharía con el corazón. El corazón tiene su propio lenguaje, y Penélope está aprendiendo de su cadencia. Muchos de nosotros escuchamos voces exteriores, las voces de la gente que nos dicen quiénes somos y qué debemos pensar, hacer, y ser. Penélope planeó una vida en la que solo escucharía su voz interior, la voz de su alma. Atendió a esa llamada, y es más rica por ello. Los desafíos vitales como la sordera agujerean el velo que parece separarnos de nuestra divinidad. Cuando aceptamos nuestros desafíos, emergemos del viaje amnésico con un conocimiento de nosotros mismos más profundo. La sordera de Penélope la está llevando hacia su Hogar, hacia esta verdad.

ERES UN ALMA VALIENTE

Todo el universo te honra y te reverencia.

Independientemente de si tu camino ha sido llano o pedregoso, tu vida apacible o traumática, puedes estar seguro de que eres una de las almas más valientes del universo. Si eso no fuera cierto, no estarías aquí ahora. Tu decisión de encarnar, tu acuerdo voluntario de embarcarte en el viaje planeado por tu alma, fue un acto de profunda valentía. Tu búsqueda de un significado más profundo para ese viaje es otro acto de gran valor. Y tu decisión de sanar, otro más. Eres honrado y reverenciado en todo el universo.

También puedes estar seguro de esto: estás sanando. Sanas cuando llegas a comprender que existe un profundo significado en tus experiencias. Conforme logras ver ese significado, te liberas de la tendencia reflexiva de sentirte victimizado y te das cuenta de que eres el poderoso creador de tu vida. Te liberas del hábito aprendido de juzgar y, en lugar de hacerlo, confías en tu saber instintivo de que todo está realmente bien y de acuerdo con el Orden Divino, aunque tu mente lógica pueda clamar en desacuerdo. Dejas de tomar muy en serio las distracciones y las desviaciones de tu mente y, en lugar de ello, te apoyas en tu corazón y confías en su sabiduría para establecer tu trayectoria. Te das cuenta de que no eres tus pensamientos o sentimientos y, así, permites que los negativos floten suavemente por toda tu conciencia, como las nubes flotan por el cielo. Dejas de identificarte con tus miedos y preocupaciones y, en lugar de hacerlo, los ves como niños pequeños que necesitan tu amor. Y les proporcionas ese amor.

Es ahora te liberas de la resistencia a la vida. Es ahora les das la bienvenida totalmente a la vida, a sus placeres y a sus penas. Robert Schwartz

En tu Hogar Eterno, conocías la belleza, la magnificencia y la santidad inherente de una vida en la Tierra y, de esta manera, aceptaste tu futura vida. Ahora, sanas cuando aceptas tu vida nuevamente con el mismo conocimiento de su belleza, magnificencia y santidad que tenías en aquel momento.

En tu Hogar Eterno, sabías también que la vida en la Tierra es solo un espejo que te muestra a ti mismo. La belleza, la magnificencia y la santidad que ahora ves en la vida no son más que un reflejo de ti mismo. Si no estuvieran dentro de ti, no podías verlas en el exterior. Ahora, sanas cuando te abrazas nuevamente, sabiendo que tú eres esa belleza.

Tú eres esa magnificencia.
Tú eres esa santidad.


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