La iluminación espiritual

Acercate a cristo de forma directa

POR: OSHO

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BUSCANDO A CRISTO

¿Es posible que Jesús pueda ayudar a buscadores y a otros no?

Cristo y lo religioso nunca deberían ser confundidos. Cristo es totalmente diferente a lo religioso; por lo tanto, cuando quieras entender a Cristo, acércate en forma directa e inmediata ‑no vía religiosa: así, nunca entenderás a Cristo. Cristo, Krishria o Buda no pueden ser organizados; son tan vastos que ninguna organización puede hacerles justicia. Solo las pequeñas cosas pueden ser organizadas. La política se puede organizar, pero no la verdad; el Nazismo se puede organizar, el Comunismo se puede organizar ‑pero no Cristo, ni Krishna. Su inmensidad es tan amplia que apenas intentas forzarles dentro de un patrón, ya estarán muertos.

Es como si trataras de agarrar el cielo con tus pequeñas manos ‑con los puños cerrados. Puedes tocar el cielo con la mano abierta, puede que el cielo esté al menos un poco en tus manos; pero con el puño cerrado, se te escapa.

Todo lo que has oído acerca de Jesús no se refiere a Jesús, el hombre real; se refiere al Jesús que los religiosos han inventado y decorado para venderlo en el mercado. El Jesús religioso es una mercancía para ser vendida; El Jesús verdadero es una revolución. A través de él, tendrás que ser transformado; es el bautismo por fuego. Puedes ser un religioso en forma conveniente... pero nunca podrás ser un auténtico Cristo en forma conveniente. Si realmente estás siguiendo a Jesús, es seguro que habrá conflicto con el Jesús religioso.

El terminó en la cruz; tú no puedes terminar sobre un trono. Pero si eres religioso, no habrá problema. Es una manera muy conveniente de adecuar a Cristo a ti mismo, en lugar de adaptarte a Cristo. Si te adaptas tú a Cristo habrá una transformación; si adaptas a Cristo a ti mismo, no podrá haber ninguna. Entonces, el mismo Cristo se convierte en parte de la decoración de tu cárcel, en parte de tu mobiliario ‑tu automóvil, tu casa; a lo más, una comodidad‑ pero no estás relacionado a él. Por eso tienes la impresión de haber desperdiciado años de búsqueda errada.

SI AL AMOR Y NO A LA TÉCNICA

Lo mismo pasa con Cristo. Tienes suerte de conocer a Cristo.

Una vez que Cristo se fue, sus enseñanzas fueron organizadas ‑es imposible evitarlo; es la forma en que ocurren las cosas. Entonces las practicarás durante años ‑o doscientos años‑ y no pasará nada. Lo que ocurre no es debido a la técnica; la técnica está muerta. Todo ocurre a través del amor que sientes por Cristo, que Cristo siente por ti. La técnica es solo un pretexto. No es lo más importante; lo más importante es tu amor, tu confianza. En esa confianza, la técnica trabaja y funciona, adquiere vida, se enraíza en tu corazón.

Tarde o temprano, todo es organizado: oración, meditación, todo, y entonces la gloria se pierde. Entonces puedes seguir practicándola ‑puede que llegues a ser absolutamente perfecto, diestro; puede que también te dé algún tipo de consuelo‑ pero la mutación habrá desaparecido. Seguirás siendo el mismo, una continuidad. No será un bautismo; no habrá muerte y resurrección.

EL MAESTRO

Por eso insisto en que busquen a un Maestro vivo.

Las escrituras están ahí: alguna vez esos ríos fluyeron., pero ahora están helados. Se han perdido en la tierra desierta de las iglesias, los templos y las organizaciones. La poesía ya no palpita en ellos; son dogmas y argumentos muertos, el amor ha desaparecido.

Recuerda esto siempre: si puedes encontrar a un Maestro vivo, olvídate de las escrituras. El Maestro vivo es la única escritura viva. Lee su corazón y permite que tu corazón sea leído por él. Ten una comunión ‑ésa es la única manera.

Jesús trabajó de la misma manera en que tú sientes que un Maestro esta trabajando; pero entretanto, han pasado veinte siglos. Los primeros discípulos que se acercaron a él arriesgaron sus vidas; dejaron todo lo que tenían, se fueron con este hombre, se lo jugaron todo. Valió la pena. Este hombre era un tesoro del mundo desconocido. Nada era demasiado. Hicieron todo lo que se les pidió. Y tuvieron la oportunidad de caminar con un dios sobre la tierra, de estar en cercana afinidad con la divinidad.

Otros decían: Este hombre está equivocado; pero los que estaban cerca de él sabían que este hombre era el único que tenía razón ‑y que si este hombre no la tenia, entonces no existía la verdad, entonces lo correcto no existía. Crucificaron a este hombre, pero aquellos que se hallaban cerca de él sabían que no le puedes crucificar. Este hombre ya había entrado en la inmortalidad, este hombre ya se había vuelto parte de sus almas inmortales. Puedes matar el cuerpo, pero no el espíritu.

Habían vivido, caminado y respirado en el ser de este hombre. Fueron transformados. No es cuestión de técnica. Rezaron con Jesús, pero lo realmente importante no era la oración; lo realmente importante era estar en la presencia de este hombre. Este hombre tenía una presencia.

LA PRESENCIA

¿Has observado? Muy poca gente tiene lo que llaman presencia.

Rara vez te cruzas con una persona que tiene presencia ‑algo indefinible en él, algo que repentinamente sientes pero no puedes indicar, algo que te llena pero es inefable, algo muy misterioso y desconocido. No puedes negarlo, no puedes probarlo. No es el cuerpo, porque cualquiera tiene un cuerpo; no es la mente, porque cualquiera tiene una mente. A veces puede haber allí un cuerpo muy bello, tremendamente hermoso, pero no sientes una presencia; otras veces está allí una mente genial, pero la presencia no está; y en ocasiones te cruzas con un mendigo y te sientes lleno, tocado, perturbado ‑una presencia.

Aquellos que estaban en presencia de Jesús, aquellos que estaban en su satsang ‑aquellos que vivieron cerca, aquellos que vivieron en su medio‑ le respiraron. Si me permites decirlo, aquellos que le bebieron y que le comieron, aquellos que le permitieron entrar en su capilla más interna... Eso transformó, no la oración; la oración era solo un pretexto para estar con él. Incluso sin oración hubiera ocurrido, pero sin la oración podrían no haber encontrado un pretexto para estar con él.

EL PRETEXTO

Estás aquí conmigo. Invento e invento meditaciones para ti.

Son solo excusas para que puedas estar aquí un poco más tiempo, un rato más, para que puedas rezagarte cerca de mí ‑porque nadie sabe cuándo te tocará mi presencia. Nada puede decirse al respecto; esto no puede manipularse. Ocurre cuando ocurre; nada puede hacerse en forma directa. Sólo estar aquí. Incluso sin meditaciones, la cosa sucederá; pero si no hay meditaciones, no tendrás ningún pretexto para estar aquí.

Sigo y sigo hablándote. Incluso sin hablar puede suceder, sucederá; pero si no hablo, poco a poco te irás, porque no tendrás un pretexto. ¿Qué estás haciendo aquí? Tengo que darte algo que hacer para que puedas estar aquí. Tengo que comprometerte y ocuparte, de modo que no te sientas inquieto. La cosa va a suceder desde otra dimensión; pero esa dimensión permanece abierta cuando estás ocupado. Sin nada que hacer, te pones demasiado inquieto.

Todas las meditaciones, todas las oraciones y todos los métodos son juguetes inventados para entretener a los niños: pero eso es útil, muy importante. Sí estás ocupado, tu capilla más interna está abierta para mí. No estás inquieto ‑estás meditando‑ y entonces puedo realizar mi trabajo. No es correcto decir que hago mi trabajo ‑entonces, empieza a suceder.

EL TEMOR REVERENTE

Infunde temor reverente ‑y ésta es la cualidad de la religión.

Tienes razón, puede que hayan sido infructuosos años de enseñanza religiosa, escuchando las historias del Nuevo Testamento ‑pero no porque estas historias sean infructuosas. Como historias, son magníficas. La poesía del Nuevo Testamento, la poesía de toda la Biblia, es algo que no es de este mundo. Hay grandes poetas ‑Shakespeare, Milton y Dante‑ pero nadie puede superar a la Biblia. La poesía es tremendamente simple, pero tiene una cualidad que no puede tener la poesía corriente. Infunde temor reverente ‑y ésta es la cualidad de la religión.

Has observado a veces una hermosa flor. Puedes apreciarla, tiene una cualidad estética. La aprecias y sigues adelante. Puedes ver un hermoso rostro ‑incluso el rostro de Cleopatra: las líneas, la proporción, el cuerpo marmóreo‑ pero eso también es estético. Y otras veces, te cruzas con unas pocas cosas y unos pocos seres que inspiran no solo una apreciación estética, sino temor reverente.

¿Qué es el temor reverente?

Enfrentado a un objeto o un ser determinados, el pensamiento se detiene. Tu mente no puede dar abasto. Puedes arreglártelas con una Cleopatra, puedes incluso arreglártelas con un Einstein ‑por muy oscuro, abstracto y difícil que sea, puedes arreglártelas. Sólo puede que necesites un poco más de entrenamiento de la mente. Pero cuando te cruzas con un Jesús o un Buda, la mente se va de bruces, se empantana. Hay algo que es demasiado para ella, No puedes pensar en nada, estás como en un profundo shock ‑y aún así el shock es extático. Eso es el temor reverente.

LA MENTE RELIGIOSA

Hay temor reverente en la Biblia.

Detiene tu mente por completo‑ pero tendrás que alcanzar eso en forma directa El misionero, el sacerdote, el obispo, destruyen ‑porque empiezan a interpretar. Ponen sus mentes en ello, y sus mentes son mediocres. Es como si miraras una cosa tremendamente bella con la mente de un hombre muy estúpido. O miras en un espejo roto, destrozado ‑está mohoso y nada puede verse bien‑ y miras el espejo y ves la luna. Distorsionada. Es así como ha estado pasando.

La Biblia es uno de los más grandes acontecimientos en el mundo ‑muy pura, más pura que el Bhagavad Gita. Porque el Bhagavad Gita es muy refinado. La gente que lo creó era muy refinada y educada y, culturalmente, cuando una cosa es muy refinada, se vuelve etérea, irreal. La Biblia tiene raíces en la tierra.

EL JESÚS DE LA TIERRA

Todos los profetas de la Biblia son gente de la tierra. Incluso Jesús es de la tierra...

Jesús es hijo de un carpintero, no tiene educación, no sabe nada de estética, de poesía ‑nada. Si habla poesía, es porque él es un poeta, sin conocerla en absoluto. Su poesía es cruda y salvaje. Jesús tiene algo del campesino: la sabiduría sin conocimientos. No es un hombre de conocimientos; ninguna universidad estaría dispuesta a otorgarle un título honorario, no. No encajaría en Oxford o Cambridge; se vería ridículo con sus togas y las capas de payaso, se vería ridículo; no encajaría. El pertenece a la tierra, al Pueblo, a la gente corriente y sencilla.

EL CONOCIMIENTO

El conocimiento es abstracto, es solo palabras.

Precisamente la otra noche estaba leyendo una pequeña historia, una historia árabe, Un hombre murió. Tenía diecisiete Camellos y tres hijos, y dejó un testamento. Cuando éste fue abierto y leído, decía que la mitad de los camellos deberían ir al primer hijo, un tercio al segundo y una novena parte al tercero.

Los hijos estaban perplejos ¿qué hacer Diecisiete camellos; una mitad para el primer hijo ‑¿hay que cortar un camello en dos? Y eso tampoco resolvería el problema, porque un tercio debe ir al segundo. Y tampoco eso resolvería gran cosa: una novena parte tiene que ir al tercero. Habría que matar a casi todos los camellos.

Naturalmente, acudieron al hombre más sabio de la ciudad: el Mulla‑ el experto, el erudito, el matemático.

Este reflexionó mucho, se esforzó mucho, pero no pudo encontrar ninguna solución, porque las matemáticas son las matemáticas. Dijo: Nunca he dividido camellos en mi vida, todo este asunto parece una estupidez. Pero tendrán que cortarlos. Si esa voluntad debe respetarse al pie de la letra, los camellos deberán ser cortados, tendrán que dividirlos.

Los hijos no estaban dispuestos a cortar los camellos. Y entonces, ¿qué hacer? Pero alguien sugirió: Es mejor que vayan a ver a alguien que sepa algo acerca de camellos, y no de matemáticas. Así que fueron a ver al jeque de la ciudad, que era un viejo sin educación pero sabio a través de la experiencia. Le contaron su problema.

El viejo se rio y dijo: No se preocupen. Es muy simple. Les prestó uno de sus camellos ‑ahora había dieciocho‑ y entonces comenzó a dividir. Al primer hijo lo fueron entregados nueve camellos, y quedó conforme, muy satisfecho. Seis camellos ‑un tercio‑ le fueron dados al segundo, y también quedó totalmente satisfecho. Y dos camellos ‑una novena parte‑ le fueron dados al tercero; también quedó satisfecho. Quedó un camello. Ese era prestado. Recuperó su camello y dijo, Pueden irse.

La sabiduría es práctica; el conocimiento no lo es. El conocimiento es abstracto, la sabiduría es terrenal; el conocimiento es solo palabras, la sabiduría es experiencia.

LA BIBLIA

La Biblia es muy simple. Que su simplicidad no te engañe. Esta simplicidad contiene la sabiduría de siglos.

Es muy poética; nunca me he encontrado con nada más poético que la Biblia. Uno puede seguir y seguir saboreándola, uno puede seguir y seguir repitiendo las palabras de Jesús. Provienen del corazón y se dirigen al corazón. Pero no aceptes un mediador. Esos mediadores son mediocres, destruyen todo el asunto. He visto muchos comentarios acerca de la Biblia, pero nunca me he cruzado con un comentario inteligente. Todos destruyen. Nunca he visto un solo comentario de ningún teólogo que haya añadido algo a la Biblia; que haya, de alguna manera, destacado más su gloria. La empañan.

LA VERDAD

Sólo un hombre de la calidad de Jesús puede revelar la verdad.

Y así es como ocurre siempre. Sólo un hombre de la calidad de Jesús puede revelar su verdad, solo un hombre de la calidad de Jesús puede engrandecer su belleza. La gente que vive en los oscuros valles y la gente que vive en las asoleadas cimas del Himalaya no se entienden entre sí. Cuando el hombre de la cima habla y el hombre del valle interpreta, todo va mal. Sí, tienes razón ‑ puede que hayas desperdiciado todos esos años religiosos. Pero cometerás un grave error si crees que Jesús no es para ti. Jesús es para todos; no es ése el problema. Pero acércate a la Biblia directamente; vuélvete más meditativo, vuélvete más devoto, y ve directamente. Y olvida todo lo que te han dicho acerca de la Biblia; la Biblia es suficiente.

Si quieres entender a los Upanishads ‑ puede que te resulte difícil entenderlos directamente, porque son muy refinados. Los que hablan en los Upanishads eran grandes filósofos; necesitan comentarios. Pero Jesús es llano, su verdad es llana. El es un aldeano muy corriente; ningún comentario es necesario. El es su propia luz.. Y si no puedes entender a Jesús, ¿a quién serás capaz de entender? Deshazte de todos los comentarios estúpidos. Anda directamente. Jesús es tan simple que puedes tener un contacto directo.

Al igual que dos más dos son cuatro ‑él es así de simple. Tal como por la mañana sale el sol y todo el mundo sabe que la mañana está allí. Así es él de simple.


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