Abre tu mente

Un iniciado alimenta su organismo físico y espiritual. El cuerpo físico, etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico. Todos requieren alimento.

OMRAAM MIKHAEL

El sentido de la nutrición

Abre tu mente y espíritu con alimentación amorosa.

El mundo entero pone el tema de la alimentación en primer lugar. Todos tratan de arreglar primero esta cuestión, trabajan e incluso se pelean por ello. Pero esta actitud respecto a la comida, no es aún más que un impulso, una tendencia instintiva que no ha entrado en el dominio de la conciencia iluminada. Solo la Ciencia iniciática nos enseña que el alimento, que ha sido preparado en los laboratorios divinos con una sabiduría inexpresable, contiene los elementos capaces de conservar o restablecer la salud, no solo física sino también psíquica. Para ello es necesario estudiar en qué condiciones pueden ser captados estos elementos y saber que el medio más eficaz es el pensamiento.

Por su pensamiento el hombre puede, en efecto, retirar del alimento las partículas más sutiles que, entrando en la construcción de todo su ser, contribuirán a su transformación psíquica. Más allá del simple hecho de alimentarse para mantenerse en vida, añadirá otros significados, otros conocimientos, otros trabajos a ejecutar y otros fines a alcanzar.

Las Frutas

Una fruta es una carta escrita por el creador, una carta que debemos aprender a descifrar. En caso contrario, no sacaremos de ella ningún provecho. En su libro, el autor nos dice que los alimentos, que son preparados en los laboratorios divinos con una inmensa sabiduría, contienen elementos capaces de conservar o restablecer la salud física y psíquica y de aportar las mayores revelaciones. Sentarnos a la mesa en actitud reverencial, esto es lo que nos propone…

Los alimentos son preparados en los laboratorios divinos con una inmensa sabiduría y contienen elementos mágicos capaces de conservar o restablecer la salud física y psíquica y de aportar las mayores revelaciones. Pero es necesario conocer en qué condiciones y de qué manera pueden ser sustraídos esos elementos, el medio más eficaz es el pensamiento.

Cojamos una fruta, pensemos que está henchida de rayos solares y que es una carta escrita por el Creador que éste nos invita a descifrar. Si no sabemos leerla, pocos beneficios sacaremos de ella.

La mejor forma de prepararse para ingerir un alimento es lavarse las manos, sentarse a la mesa, pronunciar (verbal o mentalmente) una oración corta para aliarse con el Creador y estar en silencio. Masticar el primer bocado de forma pausada, sin prisas porque es el que arranca todo el proceso. Masticar correctamente favorece la digestión porque la boca es un laboratorio esencial ya que absorbe las partículas etéricas de los alimentos, las energías más sutiles que nutren al sistema nervioso. Las energías más densas son las que luego son enviadas al estómago. Es preciso despojar los alimentos de las energías divinas que contienen y este proceso se lleva a cabo en la boca.

Un iniciado sabe alimentar no solo su organismo físico, sino también el espiritual. El hombre no solo posee un cuerpo físico sino también un cuerpo etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico y cada uno de ellos requiere su alimento. El cuerpo etérico se nutre con la respiración. Si respiramos comiendo, la combustión es más intensa, teniendo en cuenta que la digestión es una combustión. Cuando comemos, conviene pararse de vez en cuando y respirar hondo para que esta combustión permita al cuerpo etérico retirar el alimento de las partículas más sutiles. Sólo se puede entrar en contacto con el etérico a través del silencio y la respiración.

Cuando hemos comido en silencio y la paz, seguimos sintiendo ese estado durante el resto de la jornada. El cuerpo etérico es el que nos aporta la vitalidad, la memoria y la sensibilidad. El cuerpo astral también necesita ser alimentado mediante sentimientos y emociones, cuyas partículas son más sutiles que las etéricas. Se le nutre sintiendo amor hacia los alimentos, pensando que han sido preparados en las cocinas del Creador y que por tanto son una bendición.

Cuando el cuerpo astral ha absorbido este tipo de elementos, le es más fácil suscitar sentimientos elevados: amor hacia el mundo entero, la sensación de ser feliz y estar en paz y vivir en armonía con la naturaleza. En cambio, cuando comemos protestando, enfadándonos, con prisas, criticando (o mirando telediarios, que son como películas de terror), durante el resto de la jornada nos sentimos agrios, nerviosos, parciales, nos cuesta resolver los problemas más sencillos.

Para nutrir su cuerpo mental, un iniciado debe concentrarse sobre el alimento que va a ingerir, cerrando los ojos y reflexionar sobre el hecho de que los alimentos son una manifestación de la divinidad. Sobre qué elementos puede aportarle, sobre las entidades invisibles que se han encargado de elaborar aquel fruto o aquella verdura. Con esta práctica, el iniciado recibirá revelaciones que le permitirán comprender su realidad de forma más luminosa. Los cuerpos causal, búdico y átmico se nutren cuando sentimos un profundo reconocimiento hacia el Creador, después de la comida. De esta manera entraremos en contacto con él.

La nutrición ha de ser comprendida como un trabajo del espíritu sobre la materia.

Si abandonamos la mesa repletos y saciados, no sentiremos ningún impulso de perfeccionamiento. En cambio, si nos levantamos con un ligero apetito, el cuerpo etérico recibe un impulso para ir a buscar en las regiones superiores los elementos susceptibles de colmar el vacío que ha quedado. Si nos saciamos, el cuerpo etérico, repleto, no puede llevar a cabo sus funciones de forma adecuada. Entonces las entidades del bajo astral, al percibir esta abundancia de alimentos, se precipitan para participar en el festín que les estamos ofreciendo, inconscientemente. Así que poco después sentiremos de nuevo un vacío, que tendremos que llenar con nuevos alimentos.

Cuando los alimentos han sido bendecidos antes de ingerirlos, se crea en los cuerpos sutiles un contacto, una adaptación que permite al organismo absorber mejor la riqueza del nutriente. Los alimentos, tal y como nos los presentan, no están preparados para ser asimilados y distribuidos en el cuerpo. Hace falta primero amaestrarlos, hacerse amigo de ellos para que puedan vibrar al unísono con el cuerpo. Cualquier partícula que no vibra en armonía con el organismo lo molesta. Sólo el amor puede transformar la materia que ingerimos.

Si no comemos con amor, una buena parte del alimento no puede ser transformada porque no vibra en armonía con el cuerpo y esa materia densa, cuando se acumula, acaba obstaculizando las funciones del organismo.

Comiendo en silencio, preparamos las condiciones favorables para la manifestación de entidades divinas.

Una forma ideal de armonizar los alimentos es cantar antes de comer.

Si comemos con tensiones, los alimentos se vengan y nos sientan mal. Cantar atrae entidades luminosas de los mundos invisibles.

Para tomar el camino ascendente, para elevarse, el hombre debe desvestirse, simbólicamente hablando, deshacerse de todo lo que le impide aligerarse, el ayuno es una forma de conseguirlo. Pero ayunar no se limita solo a no ingerir alimentos, sino renunciar a ciertos sentimientos, a ciertos pensamientos que nos hacen ser más pesados y más densos. En cuanto nos quitemos de encima todo lo inútil, seremos atravesados por un soplo divino.

Si queremos lograr que los alimentos nos nutran espiritualmente,
si queremos recibir sus partículas más divinas,
debemos comer de forma consciente, despierta, amorosa.

Transformar la materia densa en luz y alegría

Los frutos son seres espirituales que se encarnan en la Tierra. Los materialistas abandonan el espíritu, los espiritualistas rechazan la materia, tanto unos como otros tienen una visión incompleta de las cosas. La plenitud abraza tanto el espíritu como la materia. Si comemos dando las gracias por el alimento que hemos recibido, abriremos las puertas celestes a través de las cuales nos llegarán increíbles bendiciones.

El reconocimiento es capaz de transformar la materia densa en luz y alegría.

Al empezar las comidas, conviene invocar a los ángeles de los 4 elementos.123.- Para poder sacar la quintaesencia contenida en los alimentos, el pensamiento ha de estar activo, se trata de respirar en el mundo espiritual. El pensamiento es la respiración del alma.

Podéis tomar los alimentos más puros, de la mejor calidad pero mientras no hayáis decidido realizar un trabajo espiritual, esos alimentos no os transformarán.

Podemos buscar los medicamentos que necesita nuestro cuerpo en las regiones etéricas.

Antes de comer una fruta, conviene sostenerla en la mano unos instantes para comunicarle nuestro magnetismo, nuestro amor, nuestro calor. De esta manera la fruta estará mucho mejor dispuesta hacia nosotros, seremos más amigos porque habremos adaptado su temperatura a la nuestra.

Si no calentamos los alimentos con nuestro amor, se mantienen cerrados, no nos transmiten su perfume, es decir, sus partículas más sutiles. Sólo nos dan su parte más densa. Si consumimos frutas que llevan mucho tiempo almacenados, comemos su cuerpo pero su alma ya no está.

Si sabemos acoger a alguien con mucho amor, nos lo dará todo, se abrirá, sino se cerrará, con los alimentos pasa lo mismo, se abren o se cierran según nuestra actitud. Cuando se abren, nos ofrecen sus partículas más divinas.

Las personas que comen sin reconocimiento y sin gratitud, cuando quieran meditar, rezar o contemplar, se dormirán porque no poseerán las energías sutiles que uno deja penetrar cuando come correctamente.