La iluminación espiritual

La tierra se rebela de nuevo

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; La tierra se rebela de nuevo; Patrocinio Navarro

EL ERROR DE DIVIDIR Y VENCER

El tremendo terremoto que sacudió Japón viene a sumarse a una larga lista de catástrofes cada vez más frecuentes, cada vez más diversificadas, cada vez más sorpresivas, cada vez en más lugares de la Tierra y cada vez más dramáticas y de mayor peligro. Y aunque estemos lejos, no podemos evitar que nos afecten en nuestras emociones, en nuestras economías, o por otras razones. Ahora nadie está a salvo en ninguna parte. ¿Cuáles serán, por ejemplo, las consecuencias de los escapes nucleares en Japón? ¿Alguien piensa que nos lo van a decir los responsables de las centrales nucleares o los gobernantes? No esperen eso jamás.

Durante siglos creímos que los avances tecnológicos resolverían nuestros problemas, aunque se opusieran a las leyes de la naturaleza, a las leyes de Dios y a la justicia social e internacional. ¿Qué hemos conseguido? Destruir, llevar al límite la habitabilidad del Planeta y crear un abismo inmenso entre países ricos, contaminadores, saqueadores, y otros países saqueados, contaminados y endeudados. Ahora la tierra se rebela contra los números venenos y agresiones que le infligimos y necesita purificarse. Subió su temperatura interior, y los polos y glaciares se derriten; se desplaza el campo magnético terrestre, lo que llevará en algún momento a un cambio de polaridad magnética en los polos. Entonces los mares cambiarán de lecho y se producirán grandes inundaciones. De momento, con la subida de la temperatura exterior del Planeta, los mares suben de nivel cada vez más poniendo en peligro costas, islas y países. Todo esto está profetizado hace mucho, y se viene repitiendo por el mundo espiritual, pero ¿Quién hace caso? Porque los hechos cantan:

Quien a nivel personal se pase estas líneas rojas de la vida, no podrá evitar recibir el mismo daño que ha provocado, la misma sacudida energética que ha emitido. El dolor que ha creado se convierte en una causa y cuando la Tierra se rebela también se puede recoger el efecto, pues ninguna energía se pierde.

Ahora bien: es posible rectificar, dando la vuelta para ir cambiando nuestros hábitos negativos y pautas de conducta destructivas en hábitos y conductas positivas. De lo que hagamos o dejemos de hacer como colectivo humano se nos está pasando factura a diario mediante las catástrofes naturales y las muchas formas de agresiones entre nosotros, etc. pues cada uno siempre cosecha la propia siembra y no la de otros.

Este Planeta es actualmente un Titánic lleno de brechas: el hambre, las enfermedades, la ignorancia, la violencia, el desamor, las desigualdades sociales, el machismo, el miedo, las injusticias cotidianas de unos hacia otros, el egoísmo, y esencialmente la falta de un sentido sagrado de la vida y de la existencia, causa profunda que subyace a todos los desastres. Y somos únicamente dos los bandos que viajamos en este barco: los que crean las brechas y los que intentan evitarlas. En un lado los que destruyen, y en otro los que construyen y reparan.

En las relaciones personales y familiares, en el trabajo, o desde las posiciones de poder en los centros de decisión de la política, la economía, la educación y la cultura, el arte, las religiones institucionales, la ciencia y otros, los que construyen y los que destruyen mantienen entre sí una inevitable relación donde se mezclan sumisión, enfrentamiento, rebeldía, innovación, retroceso evolutivo, progreso de la conciencia y un sin fin más de aspectos.

Si pudiéramos verlo como en una película observaríamos que mientras unos pasajeros se esfuerzan por descubrir las brechas de agua de este Titánic llamado La Tierra y buscar la unidad con todos los ocupantes para tapar grietas, achicar vías de agua y hablar sobre el modo de salvarse todos juntos, a otros, por el contrario, los observamos abriendo nuevas brechas o reabriendo las ya cerradas por los otros tras muchos esfuerzos. Para no infundir sospechas en los marineros honrados, los destructores se presentan a menudo vestidos con ropajes, sombreros y uniformes con los que pretenden mostrar su distancia de la gente sencilla y con una lengua doble y afilada dejan salir bellas palabras de doble contenido, para ocultar sus dobles intenciones. La primera, convencer de que no existe brecha; o que no tiene más importancia el asunto; y la segunda, que son ellos los que deciden sobre lo que es real y sobre lo que es preciso hacer en cada momento. Por supuesto, nada de alarmismos. Especialmente esto: nunca debe cundir el pánico. Todo lo tienen bajo control, este es su mensaje, y aunque el barco se hunda repetirían lo mismo bajo el agua, si pudieran.

Mediante estas intervenciones privilegiadas, por evidente que sea el naufragio se achacará a simples bandazos de la mar,-todos ellos corregibles con sus conocimientos, dicen,- y la gente les escucha porque sus dotes de convicción son muchas, su apariencia apoya, y a menudo se acompañan de ceremonias grandiosas, multitud de discursos y mucha desinformación programada.

Los ignorantes y los que están en esa misma onda, aunque a distancias sociales insalvables, enseguida los creen. Muchos de los demás, próximos a esa onda, aunque a menor distancia cultural y social, incluso con dudas y algunas críticas, pero confiados y conformistas, les aceptan porque creen estar en manos de gente que sabe. Otros, por el contrario, no creen una palabra, y no les valen los circos mediáticos, ni los discursos amparados por comités supuestamente científicos o personalidades de intachable apariencia y muchos títulos.

En estas condiciones, aquellos que quieren saber la verdad, ¿cómo pueden reconocer a los responsables que hunden el barco y a sus cómplices cuando siempre aparecen disfrazados de salvadores?

He aquí tres pistas inconfundibles:

  1. ATAN. Por tanto, enganchan atrapan en sus redes impiden ser libres, y actúan contra quienes descubren la verdad y la difunden.
  2. SEPARAN. Por tanto, dividen y vuelven a dividir a la gente, pues su lema es divide y vencerás.
  3. DOMINAN. Se convierten en indiscutibles. Su palabra es ley, sus deseos se cumplen aunque sea por medio de la violencia, justificando sus actos represivos con excusas y códigos.

Estas tres señales son infalibles a la hora de investigar la causa de este naufragio planetario. Que cada uno piense, si lo desea, hasta qué punto es víctima de los embaucadores y colabora con ellos.

Para llevar a cabo ese triple programa diabólico, los enemigos de la humanidad no tienen inconveniente alguno en mentir, calumniar, contaminar, arrasar países, robar fuentes de energía, dividir a la gente de múltiples manera y con múltiples excusas (política, religión, economía, etc.).

Ellos, los provocadores del desastre, no van a cambiar por más programas, discursos y remedios que digan poner en marcha, porque ese cambio significaría su final.

¿Y nosotros?
Nos encontramos cada vez más frente al gran dilema de nuestra propia historia.
¿Con quién estamos?


RELACIONADOS

«La tierra se rebela de nuevo»