La iluminación espiritual

El pensar intelectual y el espiritual

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; El pensar intelectual y el espiritual; Patrocinio Navarro

INTELECTUALES SIN SABIDURÍA

Desde Jesús de Nazaret, el Cristo Cósmico, la humanidad occidental ha tenido conocimiento de la importancia del pensar espiritual por encima del pensar intelectual, y ha dado sobradas muestras de este pensar distinto por medio de los profetas y de hombres y mujeres sabios y sabias. Y en todas las épocas y países hasta hoy mismo (en que el cristianismo está recuperándose de sus carceleros mientras vuelve a ser perseguido por todos ellos en la medida que se vuelve incómodo para el Sistema, como su Maestro) seres de conciencia superior, capaces de vivir según las leyes espirituales que rigen el Cosmos, han manifestado de muchas maneras aspectos diversos de las verdades eternas, que son las que deberían regirnos si en verdad fuéramos conscientes individualmente de nuestra condición espiritual y no estuviéramos sumergidos en un mundo de ensoñaciones y falsas apariencias a las que llamamos realidad en nuestra confusión. Y es que la realidad que se nos ofrece por los formadores de opinión está manipulada como sucede con los alimentos manipulados genéticamente. Y es que los especialistas en la transmisión de los verdaderos valores culturales, los que afirman mantener nuestra salud mental, espiritual y física y pretenden indicarnos cómo vivir, nos la han dado con queso. Y siempre ha sido a través del intelectualismo y del racionalismo como expresiones fanáticas del ego intelectual y de la razón.

El intelecto es una herramienta del alma, y está para servirla, pero no puede ser ser su carcelero.
Y cuando lo es solo puede libertarla el lenguaje del corazón.
Sin embargo, a menudo se ha colocado a la mente intelectual al servicio del yo inferior.

Nuestros primos genéticos, los simpáticos y queridos chimpancés, los delfines o los orangutanes se reirían mucho de las mentiras que nos han contado a todos tanto intelectual ignorante y de los esfuerzos que hacen diariamente los enemigos de la verdad, con tanto poder entre nosotros, por evitar el verdadero progreso de nuestra especie y del Planeta. Y tal vez, en lo alto de un árbol, o en el fondo de algún mar nuestros queridos parientes genéticos dejarían caer una lágrima por nosotros, por su selva, por sus mares y por sus hijos. A este paso, llegarán a sentir compasión antes que nosotros. De momento, ninguno enseña a sus hijos cómo destruir su propia casa, lo cual les parecería cosa de tontos seguramente. Ignoran – mientras los sufren- que somos nosotros los que destruimos la suya, hasta el punto de estar amenazados de extinción en pocos años. De saber todo eso, seguramente pondría cada uno un dedo a girar en sus sienes, en ese significativo gesto, observando cómo sus primos listos alardean de inteligentes y hasta pretenden ser dioses mejores que el Dios Universal y crear mundos y seres artificiales que mejoren a la propia naturaleza y a su Creador. Tales propósitos forman parte, como expresa el título de un libro, de el sueño del mono loco.


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