La iluminación espiritual

La partitura de la vida

Las partituras

La vida humana es como una colección infinita de partituras esperando a los músicos que las descifren e interpreten. Puede decirse con todo rigor que cada protagonista del vivir tiene su propia partitura a interpretar, pero eso precisa una lectura fiel de su contenido, pues igual que sucede a los músicos, cada uno necesita conocer las claves para ejecutar su propia partitura. Y para ello dispone de dos instrumentos regalados por Dios: su alma y su cuerpo. ( Ya se sabe que Dios tiene mala prensa a consecuencia de cómo ha sido distorsionada Su imagen por los teólogos y los malos ejemplos de Sus supuestos seguidores durante dos milenios nada menos. Por suerte para todos los demás, Dios no tiene nada que ver con todos esos farsantes).

Alma y cuerpo deberían estar en armonía de buena vecindad para que la armonía prevalezca en la interpretación de la vida. De lo contrario existe desarmonía, distorsión y enfermedad. Las claves son universales, inscritas en el orden cósmico y en la conciencia espiritual de cada ser vivo, pero si se olvidan o se distorsionan conscientemente por nuestro ego humano, la interpretación de nuestro cántico al universo resulta falseada a causa de la mala lectura de la partitura que nos corresponde interpretar.

La clave para interpretar la partitura de la propia vida, que no es otra cosa que las leyes divinas del amor ( léase 10 Mandamientos y Sermón de la Montaña,) es igual para todos, pero se manifiesta de modo diferente a cada uno en su existencia cotidiana dependiendo de las cargas del alma y de su estado evolutivo. Obsérvese, sin embargo, que ni una ni otra clave es tomada en serio como guía de vida por los supuestos intermediarios entre Dios y los hombres.

Naturalmente, con clave o sin ella, todos vivimos, pero ¿entendemos lo que hemos de interpretar? El mundo está lleno de gentes desorientadas viviendo de espejismo en espejismo creyendo estar informadas del sentido de su vida y de saber el terreno que pisan. Al igual que existen músicos que tocan de oído, hay millones de personas que habitan sus espejismos y viven a salto de mata, sin una perspectiva sobre la propia existencia más allá del día a día, envueltos en sueños sobre un presente agobiante o un mañana imaginario y expuestos a la intemperie de la vida por no haberse tomado la molestia de averiguarse, o sea, de leer su personal partitura, interpretarla correctamente y asumir su tarea en la orquesta universal de Dios.

No hay más que echar una mirada a nuestras sociedades para darse uno cuenta hasta qué punto los pueblos de este mundo andan en desarmonía los unos con los otros en manos de falsos directores contrarios a la partitura de Dios, los cuales son venerados y tenidos por salvadores de la orquesta mundial. La consecuencia de este engaño es tan simple como terrible para cientos de millones: se les intenta privar a diario del derecho a usar la partitura de su propia vida e interpretarla para su goce y el de los demás. Así que los sumisos interpretan la partitura que sus secuestradores les proporcionan desde tierna edad en forma de tradiciones, costumbres y dogmas de todo tipo cuya finalidad no es otra que evitar el encuentro de cada uno con la lectura de su vida y evitar que le encuentre un sentido personal a lo que hace, dice y piensa que pueda estar en armonía con las leyes de Dios. Finalmente, millones de secuestrados mentales piensan lo que les dicen, sienten como se les enseña – a veces con violencia- y hablan por boca de otros: sus mentores. Entre tanto, interpretan una y otra vez, como en el film El día de la marmota, la canción que les es dictada desde niños.

Esto es verdaderamente grave, tóxico para un pueblo y para la humanidad, pero lo peor de todo este acoso, y lo que lo posibilita, es que cada individuo maltratado, músico violentado y adormecido, carece de conciencia de lo que se hace con su vida, empujado a ser una marioneta sin voluntad, que no podrá cambiar mientras tenga esta condición, a no ser que se rebele contra ella. Sus secuestradores mentales – civiles y religiosos- lo saben y por eso tratan de impedir de un modo programado en todos los aspectos y detalles que la marioneta se ponga a pensar por su cuenta, llegue a descubrir las claves de su propia vida y se proponga interpretar su partitura en armonía con la partitura de Dios. Una masa crítica humana afinada en clave de amor sería el fin de todas nuestras pesadillas y el principio de las de aquellos que intentan impedir que suene la orquesta armoniosa de la vida.