La iluminación espiritual
Desde Einstein el tiempo tal y cual nosotros lo concebimos no existe.
Según la teoría del físico francés Jean Pierre Garnier Malet (especializado en mecánica de fluidos) todo en el universo es doble, desde los planetas hasta los granos de arroz. Su famosa teoría del desdoblamiento de las fases del tiempo, dice que los seres humanos, como seres multidimensionales, tenemos también nuestro doble, mientras nosotros existimos en tiempo real, él lo hace en el cuántico, en estado ondulatorio, que es el estado de nuestro cuerpo energético.
A pesar de vivir en otro tiempo y espacio, hay ranuras temporales donde podemos conectar con ese otro yo, que se mueve a velocidades superiores a la luz. Con nuestro pensamiento, generalmente orientado hacia el mañana, tendiente a planificar y proyectar, vamos creando diferentes posibilidades de futuro (futuros probables) Durante algunos instantes entre instantes (millonésimas de segundo) nuestro estado corporal contacta o pasa al estado ondulatorio y vivimos en el cuántico sin enterarnos.
Podemos intercambiar información con el doble mientras dormimos y estamos en la fase REM o sueño paradoxal, que es cuando nuestra actividad cerebral es más intensa. No solo podemos contactar con él, sino pedirle que colabore para sanar nuestros pensamientos y emociones y para que los problemas de nuestra vida se resuelvan.
Condiciones Para que esta comunicación se lleve a cabo:
Garnier dice que buscando y reencontrando el contacto con nuestro doble podremos equilibrarnos y hallar el sentido de nuestra vida terrestre. Y explica que por una equivalencia entre el tiempo del yo ondulatorio y el nuestro, hay un período que puede alcanzar hasta 40 días para que se resuelvan los temas que dejamos en manos del doble. Dentro de ese lapso de tiempo él explorará lentamente esos futuros probables que nuestra mente ha proyectado y adoptará la opción más conveniente, creando así nuestra realidad presente. Depende de la complejidad del pedido, esto también podría resolverse en unos pocos días, tres, por ejemplo.
He hecho la prueba, he analizado impulsos intuitivos del pasado, deja vu, sueños premonitorios que hasta hoy me habían intrigado por el misterio que encerraban, y creo fervientemente en la teoría de Garnier Malet.
Es innegable que la ciencia se enamora cada vez más de la espiritualidad.
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