La iluminación espiritual

Meditar y mirar quien está aquí

POR: DOUGLAS HARDING

Imagen; Meditar y mirar quien está aquí; Douglas Harding

¿QUIEN ERES?

Los resultados de ver quien eres realmente.

El siguiente artículo ha sido extraído del Juego de herramientas para probar la Hipótesis Increíble de Douglas Edison Harding, cuya edición está actualmente agotada.

La meditación

Los resultados de ver qué y quién eres dependerán, en gran parte, de la práctica asidua de esta visión. Un vistazo ocasional de nuestra verdadera naturaleza, si no se toma lo suficientemente en serio como para cultivarlo, no hará probablemente mucha diferencia. Se necesita de la meditación para romper con el viejo hábito de percibirnos como una cosa y establecer el nuevo hábito de ver que no hay nada aquí, el hábito de la conciencia de la primera persona. Primero, entonces, antes de examinar los posibles resultados, examinemos los medios, el tipo de práctica que probablemente rendirá beneficios que valgan la pena. La conciencia de la primera persona es un tipo de meditación (para ser precisos, el tipo más radical), y la prueba pragmática de nuestra hipótesis es la práctica sostenida de esta meditación. Su lema es MIRA QUIEN ESTA AQUÍ, y su marca distintiva (de nuevo, te toca a ti probar) es que se trata de una meditación terrena. Funciona de igual manera tanto en la plaza de mercado como en la sala de meditación, cuando estás activo así como cuando descansas, cuando tienes los ojos abiertos así como cuando los tienes cerrados.

No nos abstrae del mundo

Lejos de requerir o inducir algún estado asemejado al trance y el retiro temporal del mundo y de la gente, más bien agudiza la apreciación de lo que ocurre a tu alrededor. Te sientes más vivo y alerta: en verdad eres la vista, sin perderte en ella. No es cuando miras al vidente, sino cuando lo pasa por alto, que lo visto se oscurece y distorsiona. No solo el mundo externo, sino también tu mundo interno de estados sicológicos, se empaña cuando ignoras al Intimo que los envuelve y a la vez yace debajo de ellos.

Voluntaria

La visión inicial te provee con la habilidad de renovarla. Ya que la ausencia de cosas aquí es tan llanamente visible y fríamente factual como su presencia allí, esta ausencia se puede ver inmediatamente, a cualquier hora, a voluntad. Al contrario de lo que ocurre con las ideas y sentimientos, puedes disponer de esta sencilla visión cuando más la necesitas, por ejemplo cuando estás agitado o preocupado. Está a la mano para lidiar con los problemas en el momento y lugar en que surgen.

Se expresa físicamente

Esta meditación no requiere posturas ni habilidades físicas especiales. Por otra parte, sus efectos físicos pueden ser muy notables. Típicamente, incluyen un estado de alerta quietud, y una relajación muscular que energiza en vez de debilitar; la respiración se vuelve más pausada, y el cuello y espalda se enderezan. La piel tiende a mejorar, los ojos a brillar y el cuerpo a tonificarse. Por supuesto, quizás te sea más fácil empezar por el lado físico, es decir, cuando te sientes, te sientas derecho: esto de hecho te puede ayudar a ver quién es el que se sienta derecho.

Continua al cabo de un tiempo

No hay ocasión en que esta meditación resulte inapropiada, momentos en que puedas abandonar la posición de la primera persona sin correr peligro alguno. Al final terminas quedándote en casa, donde continúa ininterrumpidamente, aunque a veces sin sobresalir, como el acompañamiento del bajo en la música.

Integradora

Así, tu vida no se divide en dos compartimientos, uno consciente del Yo (interior, meditativo, espiritual), y el otro inconsciente del Yo (exterior, discursivo, secular), separados por grandes distancias, difíciles de unir y reconciliar.

A prueba de tontos

Mientras dura, esta meditación es del orden de todo o nada (de hecho, Todo o Nada), y no se puede hacer mal. No puedes ver media ausencia, o medio verla. O ves qué es central en ti, o lo estás pasando por alto.

No es mística

Esta meditación, ciertamente, no es en sí misma una experiencia mística o religiosa, o de euforia, ni una repentina explosión de amor universal o conciencia cósmica, ni ningún tipo de sentimiento, pensamiento, o intuición. Por lo contrario, carece absolutamente de rasgos, es incolora, neutra. Consiste en contemplar la pura, quieta, fresca y transparente fuente, y simultáneamente desde ella, el bullente y turbulento mundo, sin ser arrastrado hacia ese mundo. Puedes asegurarte tu amplia ración de experiencias místicas o espirituales no al nadar río abajo en pos de ellas, sino solo al notar que te encuentras para siempre río arriba en relación a todas ellas, y que solamente pueden ser disfrutadas allí desde su fuente en ti.

No es explosiva

Es cierto que la visión inicial de tu fuente puede presentarse como una fulgurante y estremecedora revelación: ¿y qué otro evento en tu vida, ciertamente, merece mayor celebración? Pero los fuegos artificiales no son necesarios, y el espectáculo, en cualquier caso, pronto se esfuma. Muchos (si no la mayoría) de los practicantes serios de esta meditación han llegado a ella sosegadamente, con comentarios como ¡por supuesto, si así es aquí!. Todo depende de tu temperamento individual, de tu formación y expectativas cultural-religiosas, y por encima de todo, de cuanta tensión, cuánto estrés sicológico hayas acumulado, ya sea sin intención, en el curso de la vida diaria, o deliberadamente, mediante disciplinas religiosas y prácticas de meditación especiales.

Desprovista de adornos

Cierto es, también, que los días, semanas o meses que siguen a tu visión inicial (haya llegado ésta explosivamente o no) pueden estar llenos de dicha y liviandad. Te sientes como recién nacido en un nuevo mundo. Pero antes temprano que tarde, ay, todo esto se desvanece, para tu gran sorpresa y desilusión. ¡No me hace nada!. Surge entonces la tentación de abandonar la meditación, bajo la errónea impresión de que has perdido la habilidad. De hecho, si persistes de todos modos, llegarás a valorarla menos por sus apetitosos pero incidentales frutos que por sí misma, por su llana e insabora verdad, por lo que ciertamente no te hace en vez de por lo que te solía hacer: y esto es un gran avance. Al empezar a perder interés por los frutos, te asegurarás de que así crezcan saludablemente, sin ser observados ni perturbados, y de que maduren a su tiempo. Mientras tanto, y siempre, lo único que te debe interesar es alimentar su raíz.

Unificadora

Solo en esta raíz y como esta raíz, somos todos uno y el mismo por siempre. Esta meditación te une infaliblemente a todas las criaturas en el único lugar donde todo converge, donde por fin nos descargamos completamente de nuestras peculiaridades manifiestas, y de los sentimientos y pensamientos ocultos que nos distinguen y dividen. El vacío, precisamente porque es realmente vacío, es idéntico en todos los seres en todas partes y en todo momento. Si se pudiese experimentar como amoroso en mí, brillante en ti, y particularmente vacío en él, serviría solo para separarnos aún más. Pero en verdad tú, él y yo somos el mismo, y sin la menor duda ni ansiedad, encontrarás inmediatamente el único lugar donde nada se interpone entre nosotros.

Democrática

Una grata consecuencia de esta meditación es que entre aquéllos que la practican fielmente no pueden existir jerarquías, ni gurúes o chelas, ni competencia espiritual e intimidación. Ciertamente, ¿qué otra firme base para la igualdad humana (por no decir democracia) puede existir sino ésta, nuestra identidad común?

Sin ego

No se logra nada, solo se descubre. Y lo que descubres te llena de humildad: cuando realmente ves la nada que eres (en vez de solo imaginarla o creer en ella), no puedes dudar más. Sólo esto te arma de convicción. Aquí está el único lugar, el lugar donde eres real y no una forma, y el cual está claramente libre de egotismo o cualquier otra cosa; en una palabra, libre.

Segura

Esta meditación es segura, no solo porque no la puedes malograr, no solo porque evita la dependencia de otros por una parte y el orgullo personal por la otra, sino también porque no es artificiosa. No hay nada de arbitrario o caprichoso en ella, nada que abuse de tu credulidad, nada que pueda salir mal, nada que te separe de la gente común, nada especial. Es segura porque se trata de descubrir cómo son las cosas, y no de manipularlas. ¿Qué podría ser menos peligroso que dejar de engañarte con respecto a ti mismo? ¿O más peligroso que continuar haciéndolo??

Natural

Aunque notoriamente natural desde el comienzo, esta meditación se vuelve más natural aún, y al final completamente natural. Al principio necesitarás probablemente de pequeños recordatorios para aclararte la vista, tales como contar tus ojos (¿qué ojos?) y colocarte cara a no cara con un amigo. Pero al cabo de un tiempo (no necesariamente contado en años) prescindirás de estos artificios: la primera persona se convierte en segunda naturaleza (o tu primera naturaleza recuperada) y lo último que harás es andar por ahí preocupado por fijarte de que no tienes cara. Es mucho más simple, es más como descansar en tu hogar, en el aire maravillosamente diáfano de tu hogar, sin pensar en ello en absoluto. Así como un hombre no se detiene en el vestíbulo a estudiar la puerta por la que acaba de pasar, sino que prosigue para disfrutar de las comodidades de adentro, asimismo pasas tú a disfrutar de la inmensidad dentro de ti, y las puertecillas que te conducen a ella vienen a ser reconocidas como triviales y temporales artificios; artimañas, realmente. (Muchos de los recursos de las religiones tradicionales son tan complicados, misteriosos, bellos o impresionantes, que distraen tu atención del propósito fundamental, y los medios terminan reemplazando el fin. Se guarda la esperanza de que la obvia trivialidad de nuestros artefactos los haga menos propicios a que, con el curso de los siglos, se conviertan en objetos sagrados a los que se les atribuya valor por sí mismos.)

No es exclusiva

Esta meditación no excluye ni necesariamente interfiere con ningún otro tipo de meditación que te parezca provechosa, tal como la práctica de sentarse o zazen. Lo que sí descarta es la meditación que presume que el meditador no está ya en su hogar.

Autónoma

Ya que esta meditación es completamente ordinaria, secular, simple, obvia, común, y como justamente no hay nada que aprender, no se necesita guía experta, ni manuales de meditación o maestros, ni elegir angustiosamente entre sus sistemas frecuentemente conflictivos; tampoco hay que cazar al Maestro infalible, ya que vemos que El se encuentra justo donde tú ya estás. Por otra parte, la compañía de amigos que practican esta meditación resulta a la vez provechosa y agradable.

Contagiosa

Y al principio la ayuda de un amigo es prácticamente indispensable. Es raro que la visión inicial ocurra espontáneamente: casi todos se inician en esta meditación con la ayuda de alguien que ya la practica, ya que la condición es sumamente contagiosa, una transmisión directa de persona a persona. Los libros han mostrado ser casi, si no completamente, incapaces de realizar esta transmisión; su trabajo consiste en despertar el deseo de descubrir quién está leyendo el libro, y confirmar el descubrimiento una vez que ya se ha hecho. Pero te toca a ti decir.

Cura la timidez

El principio de esta meditación es: no pierdas de vista a tu Yo en ninguna circunstancia, y tus problemas se resolverán, incluyendo, extraño sea decirlo, el problema de la exagerada conciencia de sí mismo. Porque, encontrar el Yo es perder el yo. Nuestra meditación cura la turbación, pero no conduciéndote a perderte dentro del mundo objetivo, sino capacitándote a descubrirte a ti mismo como su recipiente.

Paradójica

Como persona inconsistente y difícil de complacer que eres, exiges una meditación que te separe de todas las criaturas y a la vez te una a ellas, que te reduzca absolutamente y a la vez te exalte absolutamente, que te haga completamente presente y consciente de ti mismo y a la vez completamente ausente, sin acordarte de ti mismo, que te dé descanso y a la vez te inspire a la acción, que no tenga objeto y a la vez tenga propósito, que te deje sin nada que hacer porque ya llegaste a la meta y a la vez todo por hacer porque aún estás en el comienzo. Lo que se busca, en breve, es una meditación que reconcilie todas tus contradicciones internas. ¡Mucho pedir! No obstante, maravilla de las maravillas, ésta es justamente la meditación que ofrece nuestra hipótesis [Más cerca está El que la respiración, y más próximo que las manos y los pies], si se lleva a la práctica diariamente.

Fascinante

Puedes continuar incansablemente con esta meditación porque es sumamente interesante, y es sumamente interesante porque se trata del descubrimiento, siempre nuevo, de lo que, después de todo, más te importa. Si este Sujeto no es asunto tuyo, ¿qué es? No sería de sorprender que cualquier otro sujeto de meditación resultara al final incapaz de retener tu atención. En cambio, ¿cómo puede la verdadera historia, este verdadero corazón tuyo, siempre el mismo y a la vez siempre fascinantemente nuevo, ser opacado o fallarte? ¿Cómo puedes jamás llegar al final de su indescriptible y arrobador misterio?

De doble dirección

Por encima de todo esta meditación, a la manera de Jano, mira en ambas direcciones. Al mirar simultáneamente hacia adentro, al vidente, y hacia afuera, a lo visto, le abre paso y confiere sentido a lo visto, ya que no interpone nada en su camino, y le da prioridad a esta nada. Si buscas a la primera persona, la tercera te será añadida. Si buscas a la tercera, incluso a ésta la perderás.


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