La iluminación espiritual

Luz interior

TU ALMA Y TU INTERIOR

Un hombre que caminaba perdido en el sendero Espiritual, paseando por el monte, solitario, triste y preocupado de cómo podría ver la luz.

Oyó una voz que le dijo:

  • ¿A dónde vas buen hombre?

Un poco asustado al oír aquella voz, contestó:

  • Llevo años queriendo ver la Luz, pero ni la veo ni sé dónde buscarla.

Sonriendo, aquella voz le dijo:

  • Hijo mío la luz no se busca, está siempre en ti, lo que pasa es que tienes cristales de formas emocionales y mentales que no te deja ver. ¿Quieres decir que los cristales que tengo me impiden ver la luz? Así es, por lo tanto has de ir eliminando cada uno de ellos. ¿Y cómo puedo hacer eso?, le preguntó el hombre.

Te enseñare como hacerlo:

  • Siéntate al pié de ese cristal, mantente en silencio y observando los cristales que tienes y ve eliminándolos mentalmente. Aquel hombre se puso manos a la obra y empezó a ver su primer cristal, el cristal de la impaciencia y lo elimino, luego el de la intolerancia e incomprensión, siguió cortando el cristal de la vanidad y del ego, elimino también el del rencor y el no perdón, el de juzgar, elimino el cristal de creer ser superior a los demás, y siguió y siguió...

Pasado un rato la voz le dijo:

  • ¿Cómo vas?

El hombre le contestó:

  • Voy bien, acabo de eliminar una gran hilera de cristales que no me dejaban ver la luz, pero aun no la veo, hay otra gran fila de cristales, ¿qué cristales son estos?, preguntó el hombre.

La voz le contestó:

  • son los mismos cristales que antes que estaban a nivel emocional, pero, ahora son a nivel mental, son los cristales de la vanidad e intolerancia mental, el cristal de creerse en posesión de la verdad…. y estos cristales son peores que los anteriores, elimínalos muy bien. Así pues, el hombre siguió eliminando la siguiente hilera de cristales. Elimino el cristal de creerse ser un elegido, de creerse maestro, elimino el cristal de querer salvar al mundo, elimino también el cristal de su religión y siguió y siguió.

Pasado un rato la voz le dijo:

  • ¿Cómo vas?

El hombre le contestó:

  • Acabo de eliminar otra gran hilera de cristales que no me dejan ver la luz, pero aun no la veo, hay otra gran hilera de cristales, ¿qué cristales son estos?, preguntó el hombre.

La voz le contestó:

  • Estos cristales son muy importantes de eliminar, estos cristales te sirvieron en su momento pero ahora has de eliminarlos todos, pero es decisión tuya de hacerlo o no, pues no querrás talarlos, pero ya debe ser elección tuya, así que observa bien estos cristales y decide tú que quieres hacer. Así que el hombre observó y elimino el cristal de no creer en ángeles, el cristal de no creer en seres de luz, en no creer en todo lo que leyó y le enseñaron, y siguió eliminando y eliminando, y aunque le costaba mucho eliminar tantos, pues se estaba quedando sin nada, el siguió adelante…

Pasado un rato le dijo la voz:

  • ¿Cómo vas?

Este hombre le contestó:

  • Voy bien, ya se ve algo de luz, pero estoy viendo dos últimos cristales, uno es enorme y otro más normal, ¿qué hago ahora con ellos?.

La voz le dijo:

  • Antes de eliminarlos mira bien que representan dichos cristales. El hombre miró bien y al ir a eliminar el cristal más normal, vaciló y rápido fue a consultar a la voz. Exclamó; ¡Ese cristal es mi SER! ¿Cómo quieres que lo elimine?

La voz le contestó:

  • Si quieres ver la Luz, has de eliminarlo, pero eso ya es elección tuya. Así que aquel hombre un poco asustado lo elimino y se quedó sin creer en su SER.

Pasado un rato la voz le dijo:

  • ¿Cómo vas?
  • Ya he eliminado ese cristal, le contestó.
  • Y la voz le preguntó ¿y aún sigues vivo?
  • El hombre contesto, sí.
  • Pues entonces sigue, le dijo la voz.

Así pues el hombre se puso a eliminar el último y enorme cristal que no le dejaba ver la Luz. Pero cuando fue a eliminarlo se dio cuenta lo que representaba el último cristal y fue corriendo a preguntar otra vez a la voz.

Muy asustado aquel hombre le dijo a la voz:

  • ¡Madre mía! ¿Tú sabes qué cristal es ese? ¡Es Mi Dios!.
  • Así es, le dijo la voz, elimínalo también si quieres ver la luz.
  • El hombre contestó, eso si que me va a costar, pero lo haré.

Pasado un rato le dijo la voz:

  • ¿Cómo vas?

Muy bien ya veo la luz, es preciosa y todo amor, es increíble. Muchas gracias de todo corazón por ayudarme a ver la luz, le dijo el hombre entusiasmado. No corras tanto, le replicó la voz, aún no hemos terminado, esa luz que ves es aún un espejismo, tienes que eliminar el último cristal para poder ver la verdadera Luz.

¿Cómo? Dijo sorprendido aquel hombre, yo no veo ningún cristal más.

Ese es el problema, nunca veis el último cristal, ese cristal eres tú mismo, y ves la Luz a través de tu cristal, no de ti, elimínate tú y veras la luz. Aquel hombre no podía creer lo que estaba oyendo, pero se puso en marcha y elimino su propio cristal.

Pasado un rato le dijo la voz:

¿Cómo vas, ya has visto la Luz?

Y aquel hombre con todo amor, paz y felicidad, le dijo a la voz:

No he visto la Luz...

!!!SOY LA LUZ!!!