La iluminación espiritual

Jesús siempre será un ser único

LA VERDADERA RELIGIÓN DE CRISTO

Todos los días son sagrados, todos los días son divinos...

Cada religión tiene un día particular reservado al culto, que no es el mismo para todas: para los cristianos, es el domingo, para los judíos, el sábado, para los musulmanes, el viernes… En realidad, ¿qué diferencia hay entre todos estos días? Ninguna. Todos los días son sagrados, todos los días son divinos. Está el viernes para hacer el bien, está el sábado para hacer el bien, está el domingo para hacer el bien. Para la humanidad todos los días debieran ser santos.

Si no, ¿a qué se va a parecer esto? ¿Se pueden infringir todas las leyes durante seis días y el séptimo ir a la iglesia para borrar los crímenes cometidos durante los otros seis? No, una jornada no es suficiente para purificarse. Para esto se necesita toda la semana. Pensar en Dios solamente una jornada, mientras que los demás días no se ha pensado en El ni una sola vez porque se estaba ocupado en trapichear, en pelear, en dormir con mujeres, ¡es grotesco! Es una mentira, una hipocresía. Lo importante es la forma en que se ha vivido durante los otros seis días.

En la nueva religión, algunas horas, una jornada para rezar, para estar en la iglesia, parecerá muy poco. Debemos estar en la iglesia de Dios cada día, y durante toda la jornada, porque la iglesia de Dios, es toda la creación.

Naturalmente, no se puede pedir demasiado a algunas personas que aún son groseras y ásperas. Para algunos, una jornada, ¡ya es demasiado! Pero en la nueva religión, se querrá ser místico durante los siete días, ser puro los siete días, tener buenos pensamientos los siete días, rezar los siete días… toda la vida.

¿Dónde está esta iglesia?

Puede estar en el exterior, en toda la naturaleza, pero está sobre todo en el interior, en vosotros.

CRISTO Y LA RELIGIÓN

Solo hubo un solo Jesús, pero hay, pueden haber, miles de Cristos.

Jesús siempre será un ser único. Es la cabeza de la religión cristiana, de la misma forma que Buda es la cabeza del budismo, o Mahoma del islamismo. Pero Cristo es la cabeza de toda la humanidad, y en efecto de todo el universo. No es la cabeza de una religión, sino de todas las religiones. Es desde él que obtienen su inspiración.

Cuando el señor Gautama alcanzó la iluminación, se le dio el título de Buda, y todos quienes alcanzan este estado búdico (Nosotros diríamos estado crístico), son llamados Budas. Gautama no fue el único. Han habido muchos otros. El nombre Buda o Cristo no es el nombre propio de una persona particular: es el nombre de un principio, de un estado de conciencia.

Es importante que entiendan esto correctamente. A los cristianos nunca se les ha enseñado estas distinciones, y el resultado es que confunden muchas nociones distintas. Con la excepción de quienes han recibido la luz de la ciencia iniciática – que son muy raros – la mayoría de los cristianos llevan una caótica mezcla de verdades y medias verdades en su cabeza.

Los cristianos siempre piensan en Cristo como estando en un lugar específico, en Palestina por ejemplo, donde Jesús vivió. Pero si es realmente la resurrección y la vida, él no puede haber estado viviendo en Palestina. Vive en el sol. Por supuesto, está en todas partes en la naturaleza, pero para nosotros, de una forma especial, está en el sol, es por eso que, si adquieren el hábito de ver al sol en la mañana, y pensar que es Cristo quien está ante sus ojos, si hacen contacto con él y le aman, su ser entero se emocionará y vibrará al unísono con esa luz cósmica, condensada y manifestada en y a través del sol.

Ciertamente, Cristo es mucho, mucho más grande que el sol. Es el hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, y no se manifiesta exclusivamente en nuestro sol. Hay innumerables otros soles en la inmensidad del cosmos, mucho más grandes y brillantes que el nuestro. Es por eso, que cuando les hablo de Cristo, deben entender que no hablo de Jesús, sino del principio cósmico que no posee ni comienzo ni fin.

Jesús fue un hombre que vivió en Palestina hace 2.000 años: Un ser de tal pureza y nobleza, un ser tan altamente evolucionado, que en su trigésimo año, recibió al Espíritu Santo, y al mismo tiempo, al espíritu de Cristo. Es por eso que fue llamado Jesucristo. Pero Cristo puede nacer en el corazón y el alma de todos los seres humanos. Es él quien se ha manifestado en Orfeo, Moisés, Zoroastro, Buda, y todos los grandes iniciados de cada país y cada época.

BÚSQUEDA ESPIRITUAL

La búsqueda del espíritu detrás de las formas.

Mientras estáis en la tierra, os veis obligados a vivir en el mundo de las formas. Así, por ejemplo, debéis conservar la forma de vuestro cuerpo, y hasta cuidarlo: es preciso mantenerlo saludable, estético, expresivo… Pero, ¿hasta cuándo? Hasta el momento en que os vayáis al otro mundo.

En todos los ámbitos, y hasta en el de la religión, llega fatalmente el momento en que se debe abandonar una forma como un vestido usado. Se puede, pues, conservar una forma mientras sea útil, necesaria, indispensable, pero cuando está caduca, comienza otra fase y es preciso reemplazarla, o por lo menos ir más lejos en la comprensión de esta forma.

La mayoría de los cristianos no han comprendido todavía la verdadera religión de Cristo. Van a la iglesia, encienden velas, se santiguan con agua bendita, comulgan, pero no han comprendido que mientras estas prácticas no se correspondan con el estado interior apropiado, son gestos vacíos y huecos. Todo esto no es más que superstición: se cuenta con esto, se cree en aquello; pero la creencia y la fe son dos cosas diferentes, e imaginándose tener fe, la mayoría se contenta con creencias. Sí, porque se apegan demasiado a la forma, sin ser conscientes de que incluso las oraciones pueden ser más que formas.

El agua es un elemento muy propicio para la purificación porque en ella trabajan determinadas energías, y cuando el hombre se sumerge en ella, estas energías son capaces de desembarazarle de ciertas capas fluidas impuras. Está bien sumergirse en el agua, pero lo esencial es ser consciente de su poder.

Pero aún en este caso, su poder no dura por toda la eternidad. La purificación solo es verdaderamente duradera cuando la persona que ha sido purificada, exorcizada, logra mantener este estado con sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos. Entonces sí, la purificación puede ser definitiva; pero solo con esta condición. En la vida espiritual, ningún medio externo puede obrar de forma duradera si el hombre no vive una vida pura y sensata. Sin embargo, como no se explican estas verdades a los humanos, éstos se ilusionan inútilmente. Hay que conectarse con el principio que está detrás de la forma, como por ejemplo el de una cruz, que para poder comprender su sentido y tratar de ponerlo en práctica es necesario intuir.