La iluminación espiritual

Tu interior en la soledad y el aislamiento

AISLADO Y SOLO

Aún cuando estás solo no estás solo

Y un hombre de meditación, aunque esté en medio de la multitud con miles de personas, está solo pero no aislado.

Cuando estás solo, nadie puede ver a la multitud, porque está dentro de ti. Y cuando un meditador está entre la multitud y aún así está solo, nadie puede ver su soledad, porque eso también está dentro de él. Conocer tu soledad es tener conocimiento de la existencia, la naturaleza, tu realidad. Y te da una dicha tal que no hay comparación con ninguna alegría que hayas sentido en el pasado.

Tú estás diciendo que, cuando estás con la gente te sientes perfectamente feliz. No es felicidad, es una alucinación de la felicidad, porque tu mente está a tono con la gente. Cuando ellos están solos también están en el mismo problema que estás tú. Así que estando juntos hay cierta armonía en la mente, y esa armonía te da el sentido de la felicidad. Pero el sentido es muy superficial; no tiene raíces.

Únicamente puedes ser dichoso en tu soledad total, recuerda, cualquier cosa que este en tu mente y que te haga pensar que es felicidad es solo un engaño.

No es difícil hacerlo. Encuentra el tiempo aunque sea por algunos minutos de vez en cuando, únicamente para estar solo y en completo aislamiento.

Al principio te sentirás desgraciado, porque en el aislamiento nadie está para decirte cuán hermoso eres. Nadie está allí para decir: ¡Qué gran artista eres! No hay nadie, solo silencio a tu alrededor. Pero un poco de paciencia, y estando un poco alerta para no identificarte con la mente, traerá la gran revolución que te hará realmente un ser conectado con el ahora.

Veamos que nos enseña Anthony de Mello sobre el aislamiento...

EL AISLAMIENTO

En el aislamiento brotará la capacidad de amar

Para entender el aislamiento físico, pregúntate cuál es el contacto que tienes con la naturaleza, con los árboles, la tierra, la hierba, el cielo, el viento, la lluvia, el sol, las flores, las aves y demás animales... ¿Cuál es tu grado de exposición a la naturaleza? ¿Hasta qué punto comulgas con ella, la observas, la contemplas con asombro, te identificas con ella...? Cuando tu cuerpo está demasiado alejado de los elementos, se marchita, se vuelve fofo y frágil, porque tu cuerpo físico ha quedado aislado de su fuerza vital. Cuando estás demasiado alejado de la naturaleza, tu espíritu se seca y muere, porque ha sido violentamente separado de sus raíces.

La aterradora e ineludible consecuencia de todo ello es que te haz vuelto incapaz de amar a nada ni a nadie. Si deseas amar, has de aprender a ver de nuevo. Y si deseas ver, has de renunciar a tu droga. Tienes que arrancar de tu ser esas raíces de la sociedad que se te han metido hasta los tuétanos. Tienes que liberarte de ellas para que entiendas el verdadero aislamiento interior.

Externamente, todo seguirá como antes, y tú seguirás estando en el mundo, pero sin ser del mundo. E internamente serás al fin libre y estarás absolutamente solo. Es únicamente en esa soledad, en ese absoluto aislamiento, como desaparecerán la dependencia y el deseo y brotará la capacidad de amar, porque ya no verás a los demás como medios de satisfacer tu adicción.

Piensa en uno de los momentos en que Jesús, después de despedir a la gente, se queda allí solo, ¡Qué hermoso es ese amor! Solo el que sabe independizarse de las personas sabrá amarlas como son. Es una independencia emocional, fuera de todo apego y de toda recriminación, lo que hace que el amor sea fuerte y clarividente. La soledad es necesaria para comprenderte fuera de toda programación. Sólo la luz de la consciencia es capaz de expulsar todas esas ilusiones y pesadillas en las que estamos viviendo y, con ellas, expulsar también todos los rencores, todas las necesidades y los apegos.

El camino real hacia el misticismo y la realidad no pasa por el mundo de las personas, sino por el mundo de las acciones emprendidas por sí mismas, sin buscar ni siquiera indirectamente, el éxito, la ganancia o la utilidad. Contrariamente a lo que suele creerse, la terapia por la falta de amor y la soledad no consiste en la compañía, sino en el contacto con la realidad. En el momento en que toques dicha realidad, sabrás lo que son la libertad y el amor. La libertad respecto de las personas... y, consiguientemente, la capacidad de amarlas.

Prescindir del mundo de los seres humanos, tal como lo hicieron los profetas y los místicos, no significa prescindir de su compañía, sino de sus fórmulas. Y entonces, eso sí, aun cuando estés rodeado de personas, estarás verdadera y absolutamente solo en un aislamiento interior. Pero ¡qué imponente soledad! La soledad del silencio. Un silencio que será lo único que veas. Y en el momento en que veas, renunciarás a todo tipo de libros, guías y gurús.

Vas a sentir dolor, y vas a sentir también cómo dejas de aferrarte a ello; a continuación brotará en tu consciencia algo distinto: una soledad que crece cada vez más, hasta convertirse en algo parecido a la infinita inmensidad del cielo. Pues bien, en esa soledad está la libertad. En esa soledad está la vida. En ese no-aferrarse está la decisión de fluir libremente, de disfrutar, gustar y saborear cada nuevo instante de la vida; una vida que ahora es mucho más dulce, porque ha quedado libre de la inquietud, la tensión y la inseguridad; libre del temor a la pérdida y a la muerte que siempre acompaña al deseo de permanecer y de aferrarse.

Veamos ahora un excelente cuento sobre el aislamiento...

ENFRENTAR EL AISLAMIENTO

Maestro, ¿Cómo puedo enfrentar el aislamiento?

Limpia tu casa. A fondo. En todos los rincones. Incluso los que nunca tuviste ganas, el coraje y la paciencia de tocar. Haz que tu casa sea brillante y cuidada. Quita el polvo, las telarañas, las impurezas. Incluso las más ocultas. Tu casa representa tu interior: si cuidas de ella, también te cuidas.

Maestro, ¿Cómo puedo vivir el aislamiento?

Arregla lo que se puede arreglar y elimina lo que ya no necesitas. Dedícate al remiendo, borda los arranques de tus pantalones, cose bien los bordes deshilachados de tus vestidos, restaura un mueble, repara todo lo que vale la pena reparar. El resto, tíralo. Con gratitud. Y con conciencia de que su ciclo ha terminado. Arreglar y eliminar representa lo que no necesitas que hay dentro de ti: si arreglas y eliminas, también te cuidas.

Maestro, ¿Qué puedo hacer todo el tiempo solo?

Siembra. Incluso una semilla en un jarrón. Cuida una planta, riégala todos los días, háblales, dale un nombre, quita las hojas secas y las malas hierbas que pueden asfixiarla y robarle energía vital preciosa. Es una forma de cuidar tus semillas interiores, tus deseos, tus intenciones, tus ideales.

Maestro, ¿Si llegan el miedo a la enfermedad y a la muerte?

Háblales. Prepara la mesa para ellos también, reserva un lugar para cada uno de tus temores. Invítales a cenar contigo. Y pregúntales por qué llegaron desde tan lejos hasta tu casa. Qué mensaje quieren traerte. Qué quieren comunicarte.

Maestro, no creo que pueda hacer esto...

No es el aislamiento tu problema, sino el miedo a enfrentar tus dragones interiores. Esos que siempre quisiste alejar de ti. Ahora no puedes huir. Míralos a los ojos, escúchalos y descubrirás que te pusieron contra la pared. Te han aislado para poder hablar contigo. Como las semillas, que solo pueden brotar si están solas.

Conocer tu aislamiento interior es conocer la existencia, la naturaleza, tu realidad; es donde desaparece la dependencia y brota la capacidad de amar.

Anthony de Mello