El alma despierta - Despertar

Quien despierta, tiene el amor y la sabiduría de Dios. Llega a ser un verdadero sabio. Vivirá conscientemente en Dios y Dios vivirá a través de él.

CRISTIANOS ORIGINARIOS

EL DESPERTAR EN DIOS

Vivirá conscientemente en Dios y Dios vivirá a través de él.

María atribuyó la bienaventuranza ante todo a lo más interno en ella, a su alma despierta -no a su ser humano-. Ella es por siempre el ser puro desinteresado en Dios, Su servidora y la de los hombres. Bienaventurada es -quiso decir ella- el alma del hombre que cumple la voluntad de Dios.

LA REDENCIÓN

Muchos hijos e hijas de Dios que forman parte de la misión de la Redención, han aportado a la misión una parte de su potencial espiritual, para conducir a casa a todos los hijos de Dios, y están obrando ahora en la Obra de la Redención. Las almas despiertas que en vestido terrenal se han decidido a Mi favor, se alinean de acuerdo con su misión en la gran totalidad y sirven en la Obra de la Redención, que también es su Obra. Llevan dentro de sí la misión irradiante de conducir de regreso a casa, a la gran luz primaria eterna, Dios, a todos los seres y almas.

Un rico que solo ambiciona bienes y prestigio y cuyo corazón se ha enfriado, no vive un alma despierta. Todavía duerme, y pasa su existencia aletargada, sin estar despierta, y por lo tanto tampoco capta su origen.

Quien despierta, es llenado por el amor y la sabiduría de Dios. Habrá llegado a ser un verdadero sabio. Vivirá conscientemente en Dios y Dios vivirá a través de él. Un hombre tal ya ha alcanzado la resurrección espiritual. En la hora en que abandone su cuerpo terrenal, su cuerpo espiritual entrará conscientemente en la gloria del Padre eterno. Su cuerpo espiritual contemplará al eternamente Santo, porque el hijo de Dios habrá llegado a ser la verdad. Esa alma despierta y unida a Dios, ya no buscará ningún otro cuerpo terrenal -a no ser que tenga todavía que cumplir una misión divina para con hombres y almas.

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Quien reconoce la ley de Dios según la letra, cree en la ley de Dios. Sin embargo, no ha llegado a ser todavía la ley de Dios. Quien traspasa la ley de Dios con su alma despierta, es decir con el espíritu de la verdad, ya no se apega a la letra. En este hombre, la letra llega a hacerse viva, porque él está cumpliendo lo que expresa la letra: la ley de Dios. Tal como habéis leído: pues la letra sin el espíritu está muerta, pero el espíritu vivifica la letra.

Quien camina de día, es decir en la luz de Dios, no tropieza. Pero quien está en tinieblas tropieza, porque no cumple las obras de amor y por eso no ha desarrollado su luz interna. Quien está en tinieblas, solo se fija en la sombra de la luz. Tampoco reconoce a aquellos en cuya alma brilla clara la luz de Dios. Pero quien camina en la luz de la verdad es uno con la luz, y Dios, la Luz, obra a través de él. Dios irradia luz al alma luminosa y despierta nuevamente a la vida al hombre que cumple las obras de Dios.

Quien puede administrar legítimamente los dones que provienen de Dios, es administrador para muchos. El es el que conoce y guarda la ley de Dios y en el momento oportuno dice y da desde la ley de la vida, a cada hombre, lo que su alma puede aceptar y cumplir. A menudo un hombre aún rehúsa la ayuda que proviene de la ley de Dios. A pesar de ello, su alma despierta la ha acogido y en un determinado momento la reflejará en su envoltura, el hombre. El Señor recompensará a aquel cuya alma esté despierta y madura para los dones de la vida. Este administrará bien, en la Tierra, los bienes de la vida, porque cuidará del bien de todos los que trabajan honestamente cumpliendo el mandamiento ora y trabaja.

El mundo pecaminoso perece. En él ya amanece el nacimiento de la nueva era y se anuncian las generaciones espiritualmente despiertas, de las que surgirá la humanidad espiritual del Nuevo Tiempo.

PURIFICADOS POR LA PALABRA

Significa: quien realice Mi palabra, que es vida y fuerza, se volverá puro en alma y cuerpo. Quien es puro de corazón, contribuye en el mundo a que todos los hombres que anhelan a Dios encuentren la plenitud, y a que los tenebrosos lugares de horror donde reinan la pena, el miedo y la muerte se vuelvan más luminosos; pues entonces también ahí despierta y florece la vida en Dios y hay hombres que encuentran la paz interna.

Los apóstoles y discípulos que estaban conmigo en el huerto de Getsemaní, se durmieron una y otra vez. Esto muestra que sus almas aún no estaban lo suficientemente despiertas como para poder captar el alcance del acontecimiento que venía a Mí.

El saber espiritual no despierta al alma a la vida interna, ni tampoco la hace despierta ni consciente para las cosas y acontecimientos que hay ante ella y ante su prójimo.

Muchos de los que han engendrado hijos o han dado a luz, despiertan para el servicio al prójimo y ven en ello su tarea. No deberían descuidar a sus hijos, sino confiarlos a una casa padre-madre, en la que sean educados de modo correcto, según las leyes del amor desinteresado.

¿QUÉ ES UN PROFETA?

El profeta se asemeja a un clarín en el que sopla Dios, el Espíritu eterno. El instrumento -el hombre a través del cual Dios habla proféticamente- tiene la consciencia completamente despierta; dentro de él, el lenguaje luminoso de Dios se transforma en su lengua materna, para que los hombres puedan escuchar y entender la Verdad eterna, Dios. Los verdaderos profetas de Dios permanecen con la consciencia despierta durante las palabras del Espíritu de Dios. Jesús de Nazaret, el más grande de los profetas, también es el ejemplo en lo concerniente a esto. Mientras Dios, el Eterno, hablaba a través de El, tenía Su consciencia despierta -igual que todos los profetas verdaderos, tanto en la Antigua Alianza como después del tiempo de Jesús-. El hombre solo cae en trance cuando recibe fuerzas del más allá que no son la irradiación directa de Dios. Esto no es así en el caso del auténtico profeta de Dios.