La iluminación espiritual

El ego y la competencia son opuestos del amor

EL AMOR Y EL EGO

Lo que mas satisface al EGO es corregir los errores de los demás.

El egoísmo es exigir que el otro haga lo que tú quieras. El dejar que cada uno haga lo que quiera es amor. En el amor no puede haber exigencias ni chantajes.

El amor desinteresado existe, es el único al que se puede dar el nombre de amor. Amar significa ver al otro claramente como es. El amor no es deseo, no es fijación, no es ego, no es competencia. Apasionarse es el exacto opuesto al amor.

Cada uno va buscándose a sí mismo, porque si no nos encontramos a nosotros mismos, no podremos salir hacia los demás.

Solo el día que no nos importe lo que piensen de nosotros las personas, comenzaremos a saber amarlas como son y darles la respuesta adecuada. Lo cierto es que nuestro ego es el que propicia esa necesidad de que nos necesiten para sentirnos importantes.

Vivir desidentificados es vivir sin apegos, olvidados del ego, que es el que genera egoísmos, deseos y celos, y por el cual entran todos los conflictos.

Amor es pura gratitud, y nosotros nos ponemos condiciones. Y si nos ponemos condiciones a nosotros mismos, ¿cómo no vamos a ponérselas a los demás?

Convertimos eso que llamamos amor en un egoísmo refinado que utilizamos, o para darnos placer, o para evitar sensaciones desagradables, sensaciones de culpabilidad, o miedo al rechazo. Para evitar esto, comerciamos con lo que llamamos amor. Si somos capaces de ver esto y de llamar a las cosas por su propio nombre, ya vemos claro.

LOS MOTORES DEL CAMBIO

Existen dentro de ti dos distintos motores para el cambio.

Uno de ellos es la astucia de tu propio ego, que te incita a hacer esfuerzos para ser distinto de lo que se supone que debes ser, de modo que dicho ego pueda esforzarse y autoensalzarse.

El otro motor es la sabiduría de la naturaleza, gracias a la cual te haces consciente y capaz de comprender. Eso es todo cuanto tú haces: dejar el cambio - el tipo, la modalidad concreta, la velocidad y la oportunidad del cambio- en manos de la realidad y de la naturaleza.

El ego es un estupendo técnico. Eso sí, no es creativo. Lo que hace es coleccionar métodos y técnicas y producir personas supuestamente santas: personas rígidas, consecuentes, mecánicas y faltas de vida, tan intolerantes para con los demás como para consigo mismas; personas violentas, que son lo más opuesto que pueda imaginarse a la santidad y al amor; esa clase de personas espirituales que, conscientes de su espiritualidad, son capaces de crucificar al Mesías.

Veamos dos instructivos cuentos sobre el Ego de Anthony de Mello...

EL EGO ES COMPETENCIA

Desde pequeños nos enseñan a ser competitivos.

Pero esa necesidad de superar al otro, que surge del deseo del ego de prevalecer sobre el ego de los demás, tiene un alto costo: la fragmentación de la sociedad, lo cual es un aliciente inconsciente para el odio que se alimenta de la ilusión de control y superioridad.

La competición puede ser cruel si se basa en el odio a uno mismo y a los demás. La gente se siente bien sobre la base de que otros se sientan mal; usted gana derrotando a otro. ¿No es terrible? ¡Aceptado como obvio en un manicomio!

Un médico norteamericano escribió sobre el efecto de la competición en su vida.

Él asistió a una escuela de medicina en Suiza, en la cual había un grupo grande de norteamericanos. Cuenta que algunos de los estudiantes se conmocionaron cuando se dieron cuenta que no había calificaciones, no había premios, no había cuadro de honor, no había un primer o segundo puesto en la escuela, no había competencia. El estudiante aprobaba o no aprobaba. Dijo: Algunos no podíamos aceptarlo. Nos volvimos casi paranoicos. Creíamos que tenía que haber algún truco. De manera que algunos se fueron para otra escuela.

Los que se quedaron descubrieron algo extraño que nunca habían encontrado en las universidades norteamericanas: Los estudiantes brillantes les ayudaban a los otros a aprobar, compartiendo con ellos sus apuntes. El hijo de este médico asiste a la escuela de medicina de los Estados Unidos y le cuenta que en el laboratorio, la gente frecuentemente altera el microscopio de manera que el siguiente estudiante demore tres o cuatro minutos en ajustarlo. Competición. Tienen que tener éxito, tienen que ser perfectos.

Y relata una bella historia, la cual dice él que es verdadera, pero que podría ser una hermosa parábola.

Había una aldea en los Estados Unidos en donde la gente se reunía por la tarde a escuchar música. Tenían un saxofonista, un tamborilero y un violinista, la mayoría de ellos, personas de edad. Se reunían para estar juntos y para gozar de la música, aunque no la ejecutaban muy bien. De manera que se divertían, gozaban, hasta que un día decidieron conseguir un nuevo director que tenía mucha ambición y mucha energía.

El nuevo director les dijo: Amigos, tenemos que dar un concierto; tenemos que preparar un concierto para la aldea.

Luego, gradualmente, fue descartando a algunas de las personas que no tocaban muy bien, contrató algunos músicos profesionales, organizó la orquesta, y los nombres de todos aparecieron en el periódico. ¿No era maravilloso? De manera que decidieron mudarse a la gran ciudad y tocar allí.

Pero algunos de los ancianos con lágrimas en los ojos, dijeron: Era tan maravilloso en aquellos tiempos cuando hacíamos mal las cosas y gozábamos con ellas.

De manera que la crueldad entró a su vida, pero nadie la reconoció como crueldad.

¡Miren cuán loca se ha vuelto la gente!

EL EGO Y EL ÉXITO

La actitud es la desaparición del Ego.

El maestro de la escuela de tiro con arco tenía fama de ser además un verdadero Maestro de la Vida...

Un día, el más aventajado de sus discípulos logró hacer tres dianas seguidas durante una competición de carácter local, y todo el mundo estalló en aplausos. Las felicitaciones llovieron sobre el discípulo... y sobre el Maestro. Pero éste no parecía estar impresionado. Daba incluso la sensación de querer quitarle importancia al hecho.

Cuando, más tarde, el discípulo le preguntó la razón de su actitud, el Maestro le dijo: Aún te falta por aprender que el blanco no es el blanco.

¿¿Y qué ES el blanco?, quiso saber el discípulo. ...Pero el Maestro no se lo dijo. Era algo que el joven tendría que aprender algún día por sí mismo, porque no podía decirse con palabras.

Un día descubrió que lo que tenía que ambicionar no era el éxito, sino la actitud;
No el blanco, sino la desaparición del ego.


Tú no puedes exigir a nadie que te quiera pero, en cuanto no seas exigente y sueltes los apegos, podrás reconocer cuántas personas te quieren así como eres, sin exigirte nada, y comenzarás a saber lo que es el amor.

Anthony de Mello