EL VIOLÍN (CUENTO)

CUENTO ZEN (257)

La espiritualidad tiene una importancia tremenda, la intelectualidad es una barrera. La intelectualidad, a lo sumo puede producir eruditos, personas prolijas que siguen sin parar, tramando y urdiendo sistemas de pensamientos que no tienen ninguna sustancia en absoluto.

La inteligencia obtusa es lo que se denomina intelecto. Los así llamados intelectuales no son realmente inteligentes, solo son intelectuales. El intelecto es un ídolo de piedra. Puedes decorarlo, puedes decorarlo con grandes perlas, diamantes, esmeraldas, pero un ídolo de piedra sigue siendo un ídolo de piedra.

Veamos este pequeño cuento.

En un restaurante chino hay un grupo de amigos disfrutando de la música que interpreta un conjunto. De pronto, un solista empieza a tocar una pieza que les resulta conocida; todos reconocen la melodía, pero ninguno puede recordar su nombre.

Entonces llaman por señas al camarero y le piden que averigüe qué es lo que está tocando el intérprete. El camarero se dirige a donde están los músicos y, al poco rato, regresa con el rostro iluminado por una sonrisa de triunfo y cuchichea ruidosamente: ¡El violín!

MORALEJA

Lo anterior es un buen ejemplo de lo que aporta el intelectual a la espiritualidad. Por eso, siempre se ha dicho que el intelectual resuelve problemas y el sabio previene los problemas. Albert Einstein lo dijo en varias ocasiones: En tiempos de crisis la consciencia es más efectiva que el intelecto. Sigmund Freud lo reconoció al decir: La voz del intelecto es suave, pero no descansa hasta que ha ganado un oído.

La intuición nace directamente de la consciencia mientras el intelecto es una acción indirecta de un conocimiento que se construye a sí mismo con dificultad desde lo desconocido a partir de signos, indicaciones y datos que recoge.

Friedrich Nietzsche consideró que el pensamiento consciente era el pensamiento en términos absolutos. Y advirtió que ahora se está vislumbrando que la mayor parte de nuestra vida intelectual es inconsciente y pasa inadvertida.

Por lo anterior muchos sabios concluyen que la meditación significa salirse de la mente, mirar a la mente desde afuera. Ese es exactamente el significado de la palabra éxtasis: estar fuera. Estar fuera de la mente te trae éxtasis, te trae gozo y se libera una gran inteligencia. Cuando estas identificado con la mente no puedes ser muy inteligente, porque te identificas con un instrumento y por lo tanto quedas confinado a un instrumento y sus limitaciones. Y tú, eres ilimitado, eres consciencia.

Usa la mente, pero no te vuelvas ella, úsala como usas otras máquinas. La mente es una hermosa máquina, si puedes usarla te servirá, si no puedes usarla y ella empieza a usarte a ti, es destructiva, es peligrosa, te causará inevitablemente algún problema, alguna calamidad, alguna desventura, porque una máquina es algo ciego, no tiene ojos, no tiene visión.

Si te vuelves un intelectual, entonces no serás un científico, escribirás historias de la ciencia o filosofía de la ciencia, pero no serás un científico, un explorador, un inventor, un descubridor por ti mismo. Estarás simplemente acumulando información. Si, eso también tiene cierta utilidad, en lo que respecta al mundo externo, incluso la información tiene una cierta utilidad limitada. Pero en el mundo interno, no tiene utilidad en absoluto, es una barrera, tiene un efecto negativo sobre la experiencia interna.

La mente solo puede seguir repitiendo lo que ha sido introducida en ella, es como un ordenador, primero hay que introducir los datos y entonces se convierte en un gran depósito de información dentro de ti. Pero tú, deberías seguir siendo el amo para poder usarla, de lo contrario te gobernará.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.