El suicidio del ego
Cuento zen con moraleja
Si debe practicarse el suicidio que sea el del ego, no el tuyo. Deja que muera el ego y entonces observa que con ello todos los problemas desaparecen.
Cuento zen sobre el suicidio del ego
Un grupo de motociclistas peludos de aspecto duro conducen por la carretera cuando ven a una chica a punto de saltar desde un puente, por lo que se detienen.
El líder, un hombre corpulento, se baja de la moto y le pregunta: ¿Qué estás haciendo?
Me voy a suicidar, dice ella.
El líder, si bien no quiere parecer insensible, tampoco quiere perder una oportunidad de un beso, por lo que pregunta: Bueno, antes de saltar, ¿por qué no me das un beso?
Ella duda, pero al fin lo hace, y le da un beso largo, profundo y prolongado.
Posteriormente, el duro y peludo motociclista dice: ¡Guau! ¡Ese fue el mejor beso que me han dado! Es un verdadero talento que estás desperdiciando. Podrías ser famosa.
Ahora dime, ¿por qué te quieres suicidar?
Estoy harta de mis padres, son unos insensatos, no les gusta que me vista como una chica.
MORALEJA
Si debe practicarse el suicidio que sea el del ego, no el tuyo.
El suicidio es un fenómeno humano muy común, existe mucha gente que se ha suicidado, pero hay mucho más que han intentado suicidarse, sin embargo, uno puede suicidarse solamente una vez, de modo que, todos los intentos de suicidio no son verdaderos, todos son fingidos y el potencial suicida lo sabe, lo que ha querido entonces es, jugar con la idea.
Cuando, según el potencial suicida, la vida es una tortura, una carga o una angustia, lo que él desea es librarse de la angustia, de la desesperanza, de la desesperación, del sin sentido, de ahí que, aparece una atracción hacia la muerte, porque ella pondrá fin a su miseria, pero desafortunadamente, también acabará con él, de modo que esto es lo que le da miedo, el miedo a la muerte, lo cual es natural.
En realidad, el suicida potencial quiere vivir, pero quiere vivir en un paraíso y no en un infierno, quiere librarse del infierno, pero sin darse cuenta de que es su mente, el propio infierno.
¿Por qué habría uno de poner fin a la propia vida, cuando la vida ni siquiera ha sido vivida? Cuando ni siquiera se ha explorado la multitud de bellezas, gozos y bendiciones de la vida. El suicidio parece ser la manera más simple de terminar con las miserias, pero aquí es donde, una parte de la mente parece decir: Suicídate y acaba con todo este sin sentido, ya es suficiente, pero hay otra parte de ella que intenta sabotear este propósito, ¡porque quiere vivir!, y es que quien desea suicidarse no ha vivido todavía. El suicidio no va a ayudarte, solo más vida y una vida abundante te ayudará.
El suicidio que si debe practicarse es el suicidio del ego, no el tuyo. Deja que muera el ego y entonces observa que con ello todos los problemas desaparecen, te quedarás lleno de dicha y cada momento más de tu vida la convertirás en un descubrimiento, y este es un proceso que no tiene fin. Desaparecido el ego, ya no sentirás angustia, ni necesidad de suicidarte y este método es más sencillo, no necesitas de métodos traumáticos, solo necesitas volverte un poco hacia adentro, observar y atestiguar las cosas que han sido creadas por tu mente debido a tus condicionamientos, y una vez que te des cuenta de esto, todos los sufrimientos que has estado acarreando desaparecerán, porque simplemente ya no tienen nada que los alimente.