La iluminación espiritual

Los puercoespín

Cuento Zen (43)

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

El puercoespín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto, decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.

De esa forma pudieron sobrevivir.

MORALEJA

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.

Una persona egoísta se encuentra totalmente indefensa, particularmente en el caso del ser humano. No puede sobrevivir sin la ayuda de los demás.

El ego son las espinas en el ser humano.

El hombre egoísta está indefenso, aunque no lo acepte depende de los demás, pero la mente ignorante malinterpreta esta dependencia y cree que es el centro del mundo. El egoísta vive como un emperador. Pero en realidad, está totalmente indefenso y es dependiente, y los demás sin que él lo note le están ayudando a sobrevivir. Las personas conscientes no dependen del egoísta, es el egoísta quien depende de ellos. Sin embargo, la mente del egoísta interpreta esto como si él fuera el centro del universo y todo el universo existiera solo para él.

Evidentemente, al principio, el mundo del egoísta es muy reducido. Está formado por unos cuantos afines a él, y, sin embargo, cada vez más alejado; ese es todo su universo. Y su prepotencia lo vuelve cada vez más egoísta. Se cree el centro de la existencia de los mayores y así es como se crea el ego. El ego se crea a partir de la dependencia y la indefensión.

Esta es la historia de la vida: hay millones de egos a tu alrededor, exactamente como el tuyo, y todo el mundo está intentando controlar, maniobrar, dominar, a través de la riqueza, el poder, la política, el conocimiento, la fuerza, las mentiras, las pretensiones, la hipocresía.

El amor es necesario para quitar las espinas del ego para hacer que no tengas miedo, para que sientas que eres aceptado, que eres útil, que no pueden tirarte a la basura. Si los egoístas se educan en un entorno en el que hay amor, no tendrán ego.

El ego no es más que una cáscara protectora; el egoísta la necesita porque está indefenso. El egoísta la necesita porque es débil, porque es vulnerable y está rodeado de millones de fuerzas. Necesita protección, una base. Puede que todo el mundo se muestre indiferente, pero él siempre puede volver la vista hacia su ego, donde recuperará su importancia.

Sin embargo, junto con la importancia llega el ego. Y se vuelve egoísta, y con ese ego surgen todos los problemas a los que te enfrentas. Ese ego no te permitirá enamorarte. A ese ego le gustaría que todo el mundo se rindiera ante ti; no permitirá que te rindas ante nadie. Pero el amor solo ocurre cuando tú te rindes. Cuando fuerzas a otra persona a que se rinda es odioso, destructivo. No es amor. Y si no hay amor, tu vida no tendrá calidez.

Y cuando la vida no es cálida, es aburrida. Hace falta amor, pero para que haya amor debes rendirte. Necesitas eliminar ese ego. Si eres capaz de hacerlo, si puedes dejarlo a un lado, aunque sea solo durante unos instantes, tu vida tendrá destellos de lo maravilloso, de lo divino.

Sin amor no puedes vivir realmente, solo puedes existir. El amor es unidad. Y si no es posible el amor, ¿cómo vas a orar, a meditar, a ser consciente? Se convierte en algo prácticamente imposible. Y sin una conciencia meditativa, seguirás siendo solo un cuerpo, nunca serás consciente de la profundidad de tu alma. Solo en la oración, en la profunda meditación y en el profundo silencio alcanzarás las cumbres. Ese silencio lleno de oración, esa conciencia meditativa es la experiencia más elevada; pero el amor es el que abre la puerta a un mundo unido para poder sobrevivir.